Oración
“Carguen sobre Ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón y así encontrarán alivio” (Mt. 11, 29)
Cómo orar
La razón de nuestra vida monástica es la de alcanzar a quien nos ha alcanzado1 para que todo sea restaurado en Cristo Jesús 2, inaugurando así una nueva armonía de la creación y como dice Isaac el Sirio: “es mejor para nosotros morir combatiendo que vivir caídos” 3. Los monjes caminamos siguiendo las huellas de los Santos Padres por el camino de la hesichía 4. Oramos continuamente repitiendo el Nombre de Jesús. Con San Agustín podemos decir: La oración sube y la misericordia divina baja. Por muy baja que esté la tierra y por muy alto que se encuentre el cielo, Dios siempre escucha la oración del hombre.
Actitud del monje en la obra de Dios
Si anhelamos que mente y corazón palpiten juntas en a salmodia, tenemos que cantarlos con el corazón y no sólo con la lengua. Esto, según nos lo enseñan los Santos Padres no es fácil ya que, según Evagrio Póntico, la salmodia por su rica diversidad que refleja la multiforme riqueza de Dios puede en sus muchos elementos distraer nuestro espíritu. En tanto que la oración dirigida al Único Dios es el preludio del encuentro –conocimiento del eterno–. Por esto desde la débil naturaleza humana es más difícil salmodiar sin distraerse que orar sin distracciones.
Nosotros en nuestra pequeña sinaxis comprendemos las dos dimensiones, salmodia y oración. Pidamos entonces al Señor la gracia de la salmodia y de la oración.
Notas:
1. Cfr. Fil 3, 12.
2. Cfr. Ef 1, 10.
3. Cfr. Sermón 60.
4. Palabra que procede de hesthai, es decir estar sentado, y podría traducirse con el significado de quietud, calma, pero para nosotros como para los Santos Padres indica una manera de vivir, un estado de vida, como resultado de la victoria obtenida sobre las potencias de desorden, de agitación y de pasión. La hesychía es un medio para llegar a la unión perfecta con Dios. Presupone la soledad exterior e interior, la atención, la aplicación de los métodos especiales de oración, conectando mente y cuerpo y la repetición del Santo Nombre de Jesús.
Equipo de redacción de “En el Desierto”
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