lunes, 21 de mayo de 2012


CONTINUAMOS 
NUESTRO DIÁLOGO CON PADRE SIMEÓN SOBRE M. LUISA MARGARITA

Antes de retomar el diálogo con Padre Simeón, queremos citar unas palabras de Madre Luisa Margarita que, a nuestro humilde parecer, son toda una invitación para nuestro siglo XXI.

“¡Amor! He aquí la palabra que hay que lanzar a los hombres;
Es el poderoso remedio para el mal que los aqueja,
Es el foco ardiente que dará llamas
A este mundo helado que el egoísmo estrecha.
¡El Amor es tu esperanza, oh siglo veinte!
De todos tus enemigos él te hará vencer.
¡Ve, pues, a Dios! Ve a aprender cómo se ama:
¡Delante de ti, Cristo te muestra su Corazón!”
(cf. INTRODUCCIÓN, p. 17 – 18. Notas íntimas, año 1900)

   Venerable Padre, ayer nos hablaba de la experiencia mística de Madre Luisa Margarita y, particularmente escuchamos con sus propias palabras  dicha experiencia del Amor de Dios.




    Sí. Pero hay más para escuchar de la Madre. Ella nos conduce de profundidad en    profundidad como atraída por la Luz.  Escuchémosla, querido hermano:
“¡Dios es Amor! Su ocupación primordial es amar: ¡Ama desde la eternidad hasta la eternidad!”
“¡Dios es Amor! Él da su amor sin medida; con inagotable abundancia lo vierte sobre la creación entera. Nada escapa a este divino diluvio que todo lo quiere anegar.”

    Padre, ¿podríamos considerarla una verdadera Madre espiritual, así como sus escritos un pequeño tratado de teología?

    Me atrevo a decir que sí. La Caridad de Dios se le ha manifestado. Dejemos que sea ella quien nos siga conduciendo por los caminos del Amor:
“La caridad de Dios, inmensa, infinita, no podía ser medida por el ojo humano, por la mirada del alma.
Entonces, el Ser – Amor condensó en cierto modo esta divina caridad y, en el Corazón del Verbo Encarnado, la hizo visible. Los seres creados han podido ver en este Corazón creado pero adorable y divino, la anchura y  longitud y altura y profundidad del Amor Infinito.
Anchura: porque el Amor Infinito abraza la multitud de los seres; ni a una sola criatura el Amor Infinito deja de acunar en sus brazos; ni una sola hay a quien no haya querido, mirado, amado, ni una sola a quien no haya dotado y provisto de todo lo que constituye su forma y su existencia.
Longitud: es la duración sin límites de este Amor. ¿Quién medirá la longitud de este Amor Infinito? ¿Quién le pondrá un comienzo y le asignará un término? “Longitud…” Siempre ha amado, amará siempre, eternamente.
Altura: el Amor Infinito se elevó a alturas incomprensibles. Se elevó en el Padre hasta la generación del Verbo Divino, Palabra todopoderosa, Sabiduría eterna, Hijo único, igual en todo a su Padre.
Se elevó en el Padre y en el Hijo, hasta la procesión del Espíritu Santo, principio de todo am, de toda santidad, Dios como el Padre y el Hijo.
Se elevó en la Trinidad divina hasta formar la unidad más perfecta, de suerte que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son sino un solo Amor, uno solo único en tres Personas.
¡Oh sublimidad del Amor Infinito de Dios! ¿Quién podría elevarse hasta Ti para comprenderte?
Profundidad: y, también, ¿quién podría descender hasta tus insondables profundidades?
El Amor Infinito, ese maravilloso edificio compuesto por la Omnipotencia, la Sabiduría infinita, la Soberana Bondad, la invariable Justicia, la divina Misericordia, el Bien absoluto y la Belleza perfecta, tiene cimientos tan profundos que nada jamás ha podido sacudirlo. El tiempo, que todo lo destruye, nada pudo contra él. La ola de las iniquidades humanas vino a estrellarse contra él, como la furiosa onda se quiebra contra el acantilado de granito.
¡No le bastará al alma elegida, toda la eternidad, para poder penetrar hasta las íntimas profundidades de este abismo de amor! “¡Profundidad!” Vayamos al Corazón de Jesús: por la ancha abertura que la lanza le ha hecho, miremos en este abismo de la Caridad divina; tratemos de sondear en él su profundidad.
Más, no; el vértigo se apodera del alma ante este abismo de amor; hay que cerrar los ojos, abandonar todo apoyo y dejarse caer; caer sin fin en esas divinas profundidades, sin tratar de comprender, sin querer explicar.
¡El Amor no se explica! Se desea, se quiere, se siente, se gusta, se embriaga uno con él, se vive, se muere por él, ¡no se le conoce! ¡Oh Profundidad!

_Venerable padre, usted mencionó al inicio de nuestro diálogo que, Jesús le encomendó a M. Luisa Margarita la misión específica de la Obra del Amor Infinito. ¿En qué consiste esta Obra?
La Madre nos ha comunicado que “el primer deseo de Jesús es la salvación de las almas; volver a levantar el mundo por medio del Amor, establecer el reino del Amor Infinito en la tierra”.
A este deseo de Jesús corresponde la Obra del Amor Infinito, cuya finalidad es difundir el conocimiento del Amor en todo el mundo y establecer su reino en todas las almas. Para ello, nuestro Señor mismo elige, como medio de esta gran empresa, a sus sacerdotes. Ellos, agrupados alrededor del Corazón de Jesús, constituirán la rama más importante de la Obra y, recibirá el nombre de “Alianza sacerdotal de los Amigos del Sagrado Corazón”.
Pero, la Obra forma una gran Familia unida toda ella por el Acto de consagración al Amor Infinito por la que cada miembro pone toda su vida al servicio de este Amor.
Además de la Alianza sacerdotal, conforman esta Familia las Hermanas de Betania del Sagrado Corazón. Contemplativas, las Hermanas ofrecen su vida de oración, silencio, trabajo e inmolación a Dios Amor, por la Iglesia, el Papa y el sacerdocio, a fin de que se apresure el triunfo del Amor en el mundo. Tratan de vivir las cuatro virtudes que el Sagrado Corazón pidió a Madre Luisa Margarita, como un deseo expresado para la nueva fundación: humildad, pobreza, sencillez y caridad.
Betania es como la raíz escondida de la Obra del Amor Infinito.
Las fieles amigas y amigos de Betania del Sagrado Corazón. Son quienes unidos a Betania del Sagrado Corazón, se ofrecen totalmente al Amor Infinito para obtener Su reinado en el mundo, a través del sacerdocio.
Las Misioneras del Amor Infinito. Es un Instituto secular femenino que, trata de vivir la unidad en la caridad, al servicio de Dios Amor y del sacerdocio.
Padre, finalmente, ¿cuál sería el mensaje de M. Luisa Margarita para el mundo  particularmente -  para los jóvenes de este siglo XXI?

_Preguntémoselo. Madre, ¿Qué nos dices hoy a todos los hombres que ardientemente buscamos la Verdad, el Bien, la Belleza y el Amor?

_Dios es Amor y el Amor quiere ser amado, y el Amor no es suficientemente amado.
Hay que amar apasionadamente a este Dios, a este Salvador, confiarle todo, esperar todo de Él, ir a Él con corazón de niño que se abre, que cree, que recibe y da.
Lo que Dios busca y pide son corazones que le amen desestimando todo lo demás, de tal modo entregados  a Él, de tal modo despojados de sus propios intereses que pueda complacerse en ellos.

_Venerable padre, nuevamente le agradecemos su bondad por acogernos. Nos encomendamos a su paternal oración. Bendíganos, padre.

Equipo de redacción: "En el Desierto"