lunes, 19 de diciembre de 2011


Continuación…
Textos de San Máximo El Confesor
Extraídos de "Obras Espirituales de San Máximo El Confesor" - Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de Patrística.
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate


Centurias sobre la Caridad


primera centuria

49
No ensucies tu nous tolerando pensamientos de concupiscencia y de ira, a fin de que, cayendo de la oración pura, no sucumbas al espíritu de acedia[1].

50
El nous pierde la libre familiaridad[2] con Dios, cuando se hace compañero de pensamientos malvados e impuros.

51
El insensato, llevado por las pasiones, cuando es movido por la ira se turba, se apresura en huir irracionalmente de los hermanos[3]. Cuando luego es encendido por la concupiscencia, cambiando de parecer corre de nuevo a su encuentro. El sabio, en cambio, hace lo contrario en ambos casos. En cuanto a la ira, quitadas las causas de la turbación, se libra de la tristeza hacia los hermanos; en cuanto a la concupiscencia, domina el impulso y el encuentro irracional.

52
En el tiempo de las tentaciones no abandones tu monasterio, sino que soporta con coraje las olas de pensamientos y, sobre todo, aquellos de la tristeza y de la acedia. Puesto así providencialmente a prueba mediante las aflicciones, tendrás firme la esperanza en Dios. Pero si te vas, serás hallado reprobado, débil e inconstante.

53
Si no quieres perder la caridad según Dios, no dejes que el hermano se vaya a descansar entristecido por ti y tú no te vayas a descansar entristecido por él; sino ve, reconcíliate con tu hermano y, volviendo, ofrece  a Cristo con conciencia pura y mediante una ferviente oración  el don[4] de la caridad.

54
Si el que posee todos los dones del Espíritu, no posee la caridad, de nada le aprovecha, según el divino Apóstol[5], ¡cuánto empeño debemos mostrar para adquirirla!

55
Si la caridad no hace mal al prójimo[6], quien envidia al hermano y se entristece por su buena fama, y con burlas contamina su reputación o en cualquier modo le tiende maliciosamente insidias, ¿cómo no se hará extraño a la caridad y reo del juicio eterno?

56
Si la plenitud de la ley es la caridad[7], quien guarda rencor hacia el hermano, trama contra él engaños e impreca contra él, y goza de su caída, ¿cómo no será transgresor de la ley y digno del castigo eterno?

57
Si el que calumnia al hermano y juzga al hermano, calumnia la ley y juzga la ley[8] -y la ley de Cristo es la caridad-, ¿cómo el calumniador no cae de la caridad de Cristo y se hace culpable de castigo eterno?

58
No des tu oído a la lengua del calumniador ni tu lengua al oído del malediciente, hablando o escuchando voluntariamente contra el prójimo, a fin de que no caigas de la caridad divina y seas excluido de la vida eterna.

59
No soportes injurias contra tu padre ni animes a quien lo ofende, para que el Señor, encolerizado por tus obras, no te extermine de la tierra de los vivientes.

60
Cierra la boca a quien calumnia a tus oídos, para que no peques junto a él con un doble pecado, habituándote a ti mismo a la funesta pasión y no impidiendo a aquel de hablar contra el prójimo.

61
Yo os digo, -afirma el Señor-: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a aquellos que os odian, orad por aquellos que os tratan mal[9]. ¿Por qué mandó esto? Para liberarte del odio, de la tristeza, de la ira y del rencor, y hacerte digno del grandísimo tesoro de la perfecta caridad; es imposible que la  posea quien no ama por igual a todos los hombres, a imitación de Dios, que ama por igual a todos los hombres y quiere que se salven y lleguen al conocimiento de la verdad[10].

62
Yo os digo: no hagan frente al malvado; pero si alguien te golpea en le mejilla derecha, preséntale también la otra, y se alguno quiere disputar contigo y tomar tu túnica, déjale también el manto, y si alguno te exige andar una milla, anda dos con él[11]. ¿Por qué? Para conservarte sin ira y sin tristeza, y corregir a aquel mediante tu paciencia y conducir a ambos, bueno como es, bajo el yugo de la caridad.

63
De las cosas de las cuales alguna vez hemos tenido impresión llevamos también las imágenes pasionales. Quien vence, pues, las imágenes pasionales, desprecia completamente también las cosas de las cuales nacen las imágenes; porque la lucha contra los recuerdos es tanto más dura que aquella contra las cosas, como el pecar de pensamiento es más fácil que el pecar de obra.

64
De las pasiones, algunas son corporales, otras espirituales. Las corporales toman ocasión del cuerpo; las espirituales, de las cosas externas. La caridad y el dominio de sí  cortan ambas, una las espirituales; el otro, las corporales.

65
De las pasiones algunas pertenecen a la parte irascible, otras a la parte concupiscible del alma. Ambas se mueven por medio de los sentidos, y se mueven cuando el alma se encuentra fuera de la caridad y del dominio de sí.

66
Las pasiones de la parte irascible del alma son más difíciles de combatir que aquellas de la parte concupiscible; por eso como remedio mayor contra aquellas ha sido dado por el Señor el mandamiento de la caridad.

67
Todas las otras pasiones tocan sólo la parte irascible del alma o la concupiscible o la racional, como el olvido y la ignorancia; la acedia, en cambio, aferrando todas las potencias del alma, excita casi todas las pasiones juntas y,  por eso, es la más grave de todas. Dice bien, pues, el Señor, que ha dado el remedio contra ella: Con vuestra paciencia, ganaréis vuestras almas[12].

68
No ofendas nunca a algún hermano, sobre todo sin razón, para que no suceda que, no soportando la aflicción se vaya[13], y no escapes tú, entonces, del reproche de la conciencia, la cual te entristece siempre en el momento de la oración y excluye al nous de la familiaridad divina.

69
No toleres sospechas o personas que son para ti ocasión de escándalo hacia alguno, porque aquellos que en cualquier modo se escandalizan de las cosas que acaecen deliberada o casualmente no conocen el camino de la paz, el cual lleva, por medio de la caridad, al conocimiento de Dios a aquellos que lo aman.

70
No posee aún la caridad perfecta el que aún está adherido a los juicios de los hombres, como el que ama esto y odia aquello por tal o cual motivo, o ahora lo ama, luego lo odia por los mismos motivos.
Continuará…
Equipo de redacción: “En el Desierto”,
agradece el aporte
al hno. Pablo Argárate" 


[1]El significado de acedia es explicado en I, 67.
[2] Traducimos por “libre familiaridad” el significativo término de parrhesía.
[3] Se trata del abandono de la vida monástica, como queda patente en el próximo capítulo.
[4] Mt  5, 24.
[5] Cf. 1 Co  13, 1-3.
[6] Rm  13, 10.
[7] Rm  13, 10.
[8] Sant  4, 11.
[9] Lc  6, 27- 28 (cf. también Mt 5, 44).
[10] 1 Tm  2, 4.
[11] Mt  5, 39- 41.
[12] Lc  21, 19
[13] Cf. I, 51-52 y n. 18.