jueves, 26 de enero de 2012


Textos de San Máximo El Confesor
Extraídos de "Obras Espirituales de San Máximo El Confesor" - Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de Patrística.
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate

Centurias sobre la Caridad
segunda centuria

76
De los accidentes que modifican las cosas algunos son propios de las cosas del alma, otros de aquellas del cuerpo, otras de aquellas en torno al cuerpo; de aquellas del alma, como conocimiento e ignorancia, olvido y memoria, amor y odio, temor y coraje, tristeza y alegría, etc.; de aquellas del cuerpo, como placer y dolor, sensibilidad e insensibilidad, salud y enfermedad, vida y muerte, y otras semejantes; de aquellas entorno al cuerpo, como fecundidad y esterilidad, riqueza y pobreza, gloria y deshonra, etc. De estos accidentes algunos son tenidos por los hombres como buenos y otros como malos, aun no siendo ninguno de ellos malo en sí; sin embargo son encontrados verdaderamente buenos o malos por su uso.

77
El conocimiento es bueno por naturaleza, como también la salud; pero sus opuestos les sirvieron a muchos exactamente como éstos. A los viciosos el conocimiento no les viene para bien, aún cuando sea un bien por naturaleza, como se ha dicho; así tampoco la salud ni la riqueza ni la alegría, porque no usan de ellos convenientemente. Por esto, a ellos les conviene lo opuesto, no siendo aquellos malos en sí, aún si parecen serlo.

78
No abuses con los pensamientos para no abusar luego necesariamente también de las cosas. Si alguno no pecase antes con el pensamiento, no pecaría luego de obra.

79
Imagen del hombre terrestre son los vicios capitales: insensatez, vileza, intemperancia, injusticia; imagen del hombre celeste, las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza, justicia. Pero como llevamos la imagen del hombre terrestre, llevaremos también la imagen del hombre celeste[1].

80
Si quieres encontrar el camino que conduce a la vida, búscalo en el camino -y allí lo encontrarás- que dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida[2]. Pero búscalo intensamente y con esfuerzo, porque son pocos los que lo encuentran[3], para que no seas excluido de los pocos, y hallado entre los muchos.

81
Por estos cinco motivos el alma se abstiene de los pecados: o por temor a los hombres o por temor al juicio o por la recompensa futura o por el amor a Dios o, finalmente, por el remordimiento de la conciencia.

82
Algunos dicen que no estaría el mal en los seres si no hubiera otra potencia que  nos arrastrara a ello; y ésta no es otra que la negligencia de las operaciones naturales del nous. Por eso aquellos que cuidan de él, hacen siempre el bien y nunca el mal. Si también tú quieres, aleja le negligencia y con ella al vicio, que es el uso equivocado de las ideas, al cual sigue el abuso de las cosas.

83
Es propio de nuestra parte racional sea estar sujeto al Verbo divino, sea comandar nuestra parte irracional: mientras este orden sea respetado en todas las cosas ni el mal estará en los seres ni se encontrará  lo que conduce a ello.

84
De los pensamientos algunos son simples y otros compuestos. Son simples aquellos sin pasión; compuestos aquellos pasionales, estando formados de pasiones y representaciones. Estando así las cosas, se pueden ver muchos pensamientos simples que siguen a los compuestos, cuando comienzan a ser movidos al pecado de pensamiento. Así, por ejemplo, a propósito del dinero: a la memoria de uno se presentó un pensamiento pasional en torno al dinero y lo movió con el nous a robar y consumó el pecado en el nous. Al recuerdo del dinero siguieron también el recuerdo de la bolsa, del cofre, del cuarto y del resto. Mientras el recuerdo del dinero era un pensamiento compuesto, porque implicaba la pasión, aquel de la bolsa, del cofre, del cuarto y del resto era simple: el nous no tenía pasión respecto a estas cosas, y para todo otro pensamiento se trata de la misma cosa, para la vanagloria y para la mujer, etc. No todos los pensamientos que siguen a aquel pasional son pasionales también ellos, como lo ha demostrado el discurso. De eso podemos conocer cuáles son los pensamientos pasionales y cuáles los simples.

85
Algunos dicen que los demonios, tocando durante el sueño a las partes escondidas del cuerpo, excitan las pasiones de la fornicación; entonces, excitada la pasión, lleva al nous la forma de la mujer mediante la memoria. Otros, en cambio, dicen que aparecen al nous bajo el aspecto de mujer y, acercándose a las partes escondidas del cuerpo, mueven el deseo y así nacen las imaginaciones. Otros, pues, dicen que la pasión predominante en el demonio que se aproxima excita la pasión y así el alma se vuelve a los pensamientos, llevando las formas por medio de la memoria; y así para las otras imaginaciones pasionales algunos dicen que sucede en este modo, otros en este otro. Pero en ninguna de las predichas situaciones los demonios tienen el poder de excitar cualquier pasión, ni cuando el cuerpo está despierto ni durante el sueño, si están en el alma la caridad y el dominio de sí.

86
Es necesario que algunos mandamientos de la ley se observen a la letra y en espíritu, otros, en cambio, sólo en espíritu. Por ejemplo los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás[4] y otros semejantes, es necesario observarlos a la letra y en espíritu; en espíritu en tres modos. En cambio el circuncidarse, el observar el sábado, el inmolar el cordero y el comerlo con ácimos y hierbas amargas y otros semejantes, sólo en espíritu[5].

87
Tres son en general las condiciones morales que se piden a los monjes: la primera, no pecar de obra en nada; la segunda, no entretenerse en el alma con los pensamientos pasionales; la tercera, contemplar con el pensamiento imperturbablemente las formas de las mujeres y de quienes le han ofendido.

88
Pobre es aquel que ha renunciado a todos los bienes que tenía y no posee más nada en la tierra, salvo el cuerpo; y, rota también la relación con éste, confió a Dios y a los hombres piadosos el cuidado de sí.

89
De aquellos que poseen, algunos poseen sin pasión, por eso si son privados de sus cosas no se entristecen, como aquellos que acogieron con gozo el robo de sus bienes. Otros, en cambio, poseen con pasión, por eso estando por ser privados, se afligen, como el rico del Evangelio, que se marchó triste[6]; si son además efectivamente privados, se entristecen hasta la muerte. La privación revela, pues, la disposición de quien no tiene pasión y de quien, en cambio, la tiene.

90
Los demonios combaten a aquellos que han llegado a la cumbre de la oración, para que no reciban simples las ideas de las cosas sensibles; a los contemplativos[7], para que entretengan en ellos los pensamientos pasionales; a aquellos que luchan en la vida activa, para inducirlos a pecar de obra; en suma, luchan en todo modo contra todos, para separar, malvados como son, a los hombres de Dios.

91
Los que en esta vida se ejercitan en la piedad bajo la guía de la providencia divina, son probados mediante estas tres tentaciones: o con el don de cosas agradables, como salud, belleza, fecundidad, riquezas, gloria, o cosas semejantes; o con el advenimiento de cosas dolorosas, como la privación de hijos, de riquezas o de gloria: o con aquellas cosas que hacen sufrir al cuerpo, como las enfermedades, los tormentos y cosas similares. Y a los primeros dice el Señor: Si alguno no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo[8]; a los segundos y terceros: Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas[9].

92
Dicen que estas cuatro cosas modifican la condición del cuerpo y dan al nous, por medio de ella, pensamientos, sea pasionales sea sin pasión: los ángeles, los demonios, el clima, el tenor de vida. Y dicen que los ángeles la cambian con la razón; los demonios, con el tacto; el clima, con sus variaciones; el tenor de vida, con la cualidad de los alimentos y de las bebidas y con su exceso o defecto, además de las modificaciones que advienen al alma a través de la memoria, el oído y la vista, padeciendo en primer lugar por los dolores o las alegrías que se le presentan. Entonces el alma, padeciendo estas cosas, modifica las condiciones del cuerpo y ésta, modificada luego por las cosas predichas, lleva al nous los pensamientos.

93
Muerte es, propiamente, la separación de Dios; aguijón de la muerte, el pecado[10], y recibiendo a éste, Adán fue expulsado al mismo tiempo del árbol de la vida, del paraíso y de Dios; a esto siguió necesariamente también la muerte del cuerpo. En cambio, vida es, propiamente, Aquel que dice: Yo soy la vida[11]; y muriendo éste, condujo de nuevo a la vida a aquel que estaba muerto.

94
La palabra escrita se escribe o para recuerdo propio o para provecho de otros o también por ambos motivos o para daño de algunos o por ostentación o por necesidad.

95
Lugar de hierbas es la virtud activa; agua de reposo[12], el conocimiento de los seres.

96
Sombra de muerte es la vida humana; pero si uno está con Dios y Dios está con él, ese puede decir claramente: Aún si camino en medio de sombra de muerte, no temeré los males, porque tú estás conmigo[13].

97
Un nous puro mira rectamente a las cosas; una palabra desnuda pone bajo la vista las cosas observadas; un oído claro las recibe. Pero quien está privado de las tres facultades maldice a quien ha hablado.

98
Está con Dios quien conoce la santa Trinidad y sus obras creadoras y providentes y ha vuelto inmune de pasiones la parte del alma susceptible a ellas.

99
Dicen que la vara significa el juicio de Dios, el bastón su providencia. Es propio, pues, de quien ha obtenido el conocimiento de estas cosas decir: Tu vara y tu bastón me han consolado[14].

100
Cuando el nous es despojado de las pasiones y es iluminado por la contemplación de los seres, entonces puede estar también en Dios y orar como es debido.
Equipo de redacción: “En el Desierto”,
agradece el aporte
       al hno. Pablo Argárate"


Notas:
[1]1 Co  15, 29
[2]Jn  14, 6.
[3] Mt  7, 14.
[4] Ex  20, 13-15.
[5] Cf. Gn  17, 10; Ex  31, 13; 12, 6-8.
[6] Mt 19, 32.
[7] gnósticos
[8]Cf. Lc  14, 33.
[9] Lc  21, 19.
[10] 1 Co  15, 56.
[11] Jn  14, 6.
[12] Sal 22, 2.
[13] Sal 22, 4.
[14] Sal  22, 4.