Textos de San Máximo El Confesor
Extraídos de "Obras Espirituales de
San Máximo El Confesor" - Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de
Patrística.
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate
Centurias
sobre la Caridad
segunda centuria
76
De los accidentes que modifican las
cosas algunos son propios de las cosas del alma, otros de aquellas del cuerpo,
otras de aquellas en torno al cuerpo; de aquellas del alma, como conocimiento e
ignorancia, olvido y memoria, amor y odio, temor y coraje, tristeza y alegría,
etc.; de aquellas del cuerpo, como placer y dolor, sensibilidad e
insensibilidad, salud y enfermedad, vida y muerte, y otras semejantes; de
aquellas entorno al cuerpo, como fecundidad y esterilidad, riqueza y pobreza,
gloria y deshonra, etc. De estos accidentes algunos son tenidos por los hombres
como buenos y otros como malos, aun no siendo ninguno de ellos malo en sí; sin
embargo son encontrados verdaderamente buenos o malos por su uso.
77
El conocimiento es bueno por naturaleza,
como también la salud; pero sus opuestos les sirvieron a muchos exactamente como
éstos. A los viciosos el conocimiento no les viene para bien, aún cuando sea un
bien por naturaleza, como se ha dicho; así tampoco la salud ni la riqueza ni la
alegría, porque no usan de ellos convenientemente. Por esto, a ellos les
conviene lo opuesto, no siendo aquellos malos en sí, aún si parecen serlo.
78
No abuses con los pensamientos para no
abusar luego necesariamente también de las cosas. Si alguno no pecase antes con
el pensamiento, no pecaría luego de obra.
79
Imagen del hombre terrestre son los
vicios capitales: insensatez, vileza, intemperancia, injusticia; imagen del
hombre celeste, las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza,
justicia. Pero como llevamos la imagen
del hombre terrestre, llevaremos también la imagen del hombre celeste[1].
80
Si quieres encontrar el camino que
conduce a la vida, búscalo en el camino -y allí lo encontrarás- que dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida[2]. Pero
búscalo intensamente y con esfuerzo, porque
son pocos los que lo encuentran[3], para
que no seas excluido de los pocos, y hallado entre los muchos.
81
Por estos cinco motivos el alma se
abstiene de los pecados: o por temor a los hombres o por temor al juicio o por
la recompensa futura o por el amor a Dios o, finalmente, por el remordimiento
de la conciencia.
82
Algunos dicen que no estaría el mal en
los seres si no hubiera otra potencia que
nos arrastrara a ello; y ésta no es otra que la negligencia de las
operaciones naturales del nous. Por
eso aquellos que cuidan de él, hacen siempre el bien y nunca el mal. Si también
tú quieres, aleja le negligencia y con ella al vicio, que es el uso equivocado
de las ideas, al cual sigue el abuso de las cosas.
83
Es propio de nuestra
parte racional sea estar sujeto al Verbo divino, sea comandar nuestra parte
irracional: mientras este orden sea respetado en todas las cosas ni el mal
estará en los seres ni se encontrará lo
que conduce a ello.
84
De los pensamientos
algunos son simples y otros compuestos. Son simples aquellos sin pasión;
compuestos aquellos pasionales, estando formados de pasiones y
representaciones. Estando así las cosas, se pueden ver muchos pensamientos
simples que siguen a los compuestos, cuando comienzan a ser movidos al pecado
de pensamiento. Así, por ejemplo, a propósito del dinero: a la memoria de uno
se presentó un pensamiento pasional en torno al dinero y lo movió con el nous a robar y consumó el pecado en el nous. Al recuerdo del dinero siguieron
también el recuerdo de la bolsa, del cofre, del cuarto y del resto. Mientras el
recuerdo del dinero era un pensamiento compuesto, porque implicaba la pasión,
aquel de la bolsa, del cofre, del cuarto y del resto era simple: el nous no tenía pasión respecto a estas
cosas, y para todo otro pensamiento se trata de la misma cosa, para la
vanagloria y para la mujer, etc. No todos los pensamientos que siguen a aquel
pasional son pasionales también ellos, como lo ha demostrado el discurso. De
eso podemos conocer cuáles son los pensamientos pasionales y cuáles los
simples.
85
Algunos dicen que los
demonios, tocando durante el sueño a las partes escondidas del cuerpo, excitan
las pasiones de la fornicación; entonces, excitada la pasión, lleva al nous la forma de la mujer mediante la
memoria. Otros, en cambio, dicen que aparecen al nous bajo el aspecto de mujer y, acercándose a las partes
escondidas del cuerpo, mueven el deseo y así nacen las imaginaciones. Otros,
pues, dicen que la pasión predominante en el demonio que se aproxima excita la
pasión y así el alma se vuelve a los pensamientos, llevando las formas por
medio de la memoria; y así para las otras imaginaciones pasionales algunos
dicen que sucede en este modo, otros en este otro. Pero en ninguna de las
predichas situaciones los demonios tienen el poder de excitar cualquier pasión,
ni cuando el cuerpo está despierto ni durante el sueño, si están en el alma la
caridad y el dominio de sí.
86
Es necesario que
algunos mandamientos de la ley se observen a la letra y en espíritu, otros, en
cambio, sólo en espíritu. Por ejemplo los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás[4] y
otros semejantes, es necesario observarlos a la letra y en espíritu; en
espíritu en tres modos. En cambio el circuncidarse, el observar el sábado, el
inmolar el cordero y el comerlo con ácimos y hierbas amargas y otros
semejantes, sólo en espíritu[5].
87
Tres son en general las
condiciones morales que se piden a los monjes: la primera, no pecar de obra en
nada; la segunda, no entretenerse en el alma con los pensamientos pasionales;
la tercera, contemplar con el pensamiento imperturbablemente las formas de las
mujeres y de quienes le han ofendido.
88
Pobre es aquel que ha
renunciado a todos los bienes que tenía y no posee más nada en la tierra, salvo
el cuerpo; y, rota también la relación con éste, confió a Dios y a los hombres
piadosos el cuidado de sí.
89
De aquellos que poseen,
algunos poseen sin pasión, por eso si son privados de sus cosas no se
entristecen, como aquellos que acogieron con gozo el robo de sus bienes. Otros,
en cambio, poseen con pasión, por eso estando por ser privados, se afligen,
como el rico del Evangelio, que se marchó
triste[6]; si
son además efectivamente privados, se entristecen hasta la muerte. La privación
revela, pues, la disposición de quien no tiene pasión y de quien, en cambio, la
tiene.
90
Los demonios combaten a
aquellos que han llegado a la cumbre de la oración, para que no reciban simples
las ideas de las cosas sensibles; a los contemplativos[7], para
que entretengan en ellos los pensamientos pasionales; a aquellos que luchan en
la vida activa, para inducirlos a pecar de obra; en suma, luchan en todo modo
contra todos, para separar, malvados como son, a los hombres de Dios.
91
Los que en esta vida se
ejercitan en la piedad bajo la guía de la providencia divina, son probados
mediante estas tres tentaciones: o con el don de cosas agradables, como salud,
belleza, fecundidad, riquezas, gloria, o cosas semejantes; o con el
advenimiento de cosas dolorosas, como la privación de hijos, de riquezas o de
gloria: o con aquellas cosas que hacen sufrir al cuerpo, como las enfermedades,
los tormentos y cosas similares. Y a los primeros dice el Señor: Si alguno no renuncia a todo lo que tiene,
no puede ser mi discípulo[8]; a
los segundos y terceros: Con vuestra
paciencia ganaréis vuestras almas[9].
92
Dicen que estas cuatro
cosas modifican la condición del cuerpo y dan al nous, por medio de ella, pensamientos, sea pasionales sea sin
pasión: los ángeles, los demonios, el clima, el tenor de vida. Y dicen que los
ángeles la cambian con la razón; los demonios, con el tacto; el clima, con sus
variaciones; el tenor de vida, con la cualidad de los alimentos y de las
bebidas y con su exceso o defecto, además de las modificaciones que advienen al
alma a través de la memoria, el oído y la vista, padeciendo en primer lugar por
los dolores o las alegrías que se le presentan. Entonces el alma, padeciendo
estas cosas, modifica las condiciones del cuerpo y ésta, modificada luego por
las cosas predichas, lleva al nous
los pensamientos.
93
Muerte es, propiamente,
la separación de Dios; aguijón de la
muerte, el pecado[10], y
recibiendo a éste, Adán fue expulsado al mismo tiempo del árbol de la vida, del
paraíso y de Dios; a esto siguió necesariamente también la muerte del cuerpo.
En cambio, vida es, propiamente, Aquel que dice: Yo soy la vida[11]; y
muriendo éste, condujo de nuevo a la vida a aquel que estaba muerto.
94
La palabra escrita se
escribe o para recuerdo propio o para provecho de otros o también por ambos
motivos o para daño de algunos o por ostentación o por necesidad.
95
Lugar
de hierbas es la virtud activa; agua
de reposo[12],
el conocimiento de los seres.
96
Sombra
de muerte es la vida humana; pero si uno está con Dios y Dios está
con él, ese puede decir claramente: Aún
si camino en medio de sombra de muerte, no temeré los males, porque tú estás
conmigo[13].
97
Un nous puro mira rectamente a las cosas; una palabra desnuda pone
bajo la vista las cosas observadas; un oído claro las recibe. Pero quien está
privado de las tres facultades maldice a quien ha hablado.
98
Está con Dios quien
conoce la santa Trinidad y sus obras creadoras y providentes y ha vuelto inmune
de pasiones la parte del alma susceptible a ellas.
99
Dicen que la vara
significa el juicio de Dios, el bastón su providencia. Es propio, pues, de
quien ha obtenido el conocimiento de estas cosas decir: Tu vara y tu bastón me han consolado[14].
100
Cuando el nous es despojado de las pasiones y es iluminado por la
contemplación de los seres, entonces puede estar también en Dios y orar como es
debido.
Equipo de redacción: “En el Desierto”,
agradece el aporte
al hno. Pablo
Argárate"