viernes, 19 de noviembre de 2010

Continuamos compartiendo la Vida de Evagrio Póntico.

II PARTE

Sus Obras[1]

La transmisión de las obras de Evagrio está marcada por la controversia “origenista”, de la cual nuestro Autor no participó.

La primera parte de la controversia se desarrolló entre los años 399 y 403. Las acusaciones no pudieron afectar seriamente la reputación de la fuerte corriente espiritual, perteneciente al monacato egipcio, a la que pertenecían Evagrio, sus amigos y sus discípulos. Y aunque Juan Casiano no lo nombra -¿por temor a los amigos de Jerónimo?-, Sócrates y Sozomeno[2] no omiten elogiarlo, e incluso -el primero- citar sus obras y defender a los monjes “origenistas”.

Por el contrario, en la segunda parte de la controversia, además de que ya no viven quienes pudieron tener algún trato personal con Evagrio, sus amigos y discípulos, nos encontramos con la condena del Concilio de Constantinopla del 553[3], que fue fatal para Dídimo y Evagrio. Fueron entonces eliminados los escritos de los dos. De forma que a partir de ese momento, las copias de las obras de Evagrio fueron cada vez más raras en el mundo griego. Algunas incluso se perdieron totalmente, excepto algunos pocos fragmentos, otras sobrevivieron bajo un seudónimo (san Nilo fue el más usado), mientras que un buen número de ellas se conservaron en traducciones efectuadas en los límites, o fuera, de las fronteras del Imperio romano (sobre todo en siríaco).

Es posible que la censura se efectuara principalmente en Palestina, donde se dio la más fuerte reacción “antiorigenista”. Porque justamente allí, en ciertos ambientes monásticos, se seguía leyendo, con mucho entusiasmo y poco discernimiento, las obras de Evagrio, comprendidos los Capítulos Gnósticos.

En la actualidad podemos acceder a tres listas de las obras de Evagrio: la de la HL (38,10, al final), la de Sócrates y la de Genadio (cf. la nota 3).

La HL, en su edición griega, menciona “tres libros sagrados para los monjes, titulados Antirretikós, en los que trataba de las artes que hay que usar contra los demonios” (cap. 38,10). Estas obras serían la trilogía compuesta por:

Tratado Práctico (=TP), del que se conserva el texto griego, editado por A. y C. Guillaumont, en la colección Sources Chrétiennes (=SCh), ns. 170-171, Paris, 1971. Trad. en CuadMon 11 (1976), pp. 229 ss[4].

El Gnóstico (=Gnos.), solamente se conservan fragmentos del texto griego, pero hay dos versiones antiguas (siríaca y armenia) que permiten reconstruir la obra; ed. de A. y C. Guillaumont en SCh nº 356, Paris, 1989.

Capítulos Gnósticos (=KG), casi totalmente perdido el texto griego, se ha salvado en dos traducciones siríacas: una de ellas “expurgada”. Ambas han sido editadas por A. Guillaumont en la Patrologia Orientalis, vol. 28,1, Paris, 1958, pp. 17 ss.

La “trilogía”, no conservada como tal por la tradición manuscrita, estaba precedida de la carta a Anatolio, epístola dedicatoria, que como tal ha sido editada al comienzo del Tratado Práctico.

Sócrates “entre los libros muy útiles de Evagrio” señala: el Monachós, que trata de la Practiké (es decir, el TP); el Gnostikós (el Gnos.), escrito para aquel que ha sido juzgado digno de la gnosis; el Antirretikós, en ocho secciones, contra las insinuaciones de los demonios[5]; seis centurias, los KG; y las Sentencias para los monjes y para una virgen[6]. Se comprueba inmediatamente que este Autor no menciona la “trilogía”.

Genadio da una lista muy parecida a la de su predecesor: Antirretikós, Praktikós, Gnostikós, Sentencias para los monjes y para una virgen y “algunas sentencias muy obscuras” que no pueden ser sino los KG.

¿Puede, pues, pensarse que el mismo Evagrio tuvo más de una forma de agrupar sus escritos o partes de ellos? La Vida copta (QE, pp. 160-161) parece apuntar en tal dirección y no hay por qué desechar la posibilidad “a priori”.

Dicha Vida sostiene asimismo que Evagrio “era muy versado en las santas Escrituras” (QE, p. 160), lo cual se comprueba en sus Scholia, comentarios breves a algunos textos bíblicos[7]. Lamentablemente esta parte de su obra sufrió las consecuencias de la “damnatio memoriae” de su Autor.

A pesar de esa condena de la memoria de Evagrio, muchos continuaron leyendo sus escritos, es lo que prueba la “salvación” de su Tratado sobre (o de) la Oración (=TO), conservado bajo el seudónimo de san Nilo[8].

“Corriendo el tiempo la hostilidad se comenzó a atenuar, aunque siempre haya quedado una cierta reserva. Para los hesycastas del siglo XIV, que tanto le deben, directa o indirectamente, Evagrio será finalmente el “divino” (QE, p. 27).


[1] Seguimos QE, pp. 24-27.

[2] Cf. nota 3.

[3] Contra Orígenes, Dídimo y Evagrio, nominalmente, lo mismo que de sus discípulos.

[4] Versión reciente de Juan Pablo Rubio Sadia, osb, en Evagrio Póntico. Obras espirituales, Madrid, Ed. Ciudad Nueva, 1995, pp. 133-175 (Biblioteca de patrística, 28).

[5] Obra que se conserva únicamente en su versión siríaca; ed. de W. Frankenberg, Evagrius Ponticus, Berlin, 1912, pp. 472-544.

[6] Se conserva de ambas el texto griego, editado por H. Gressmann en la colección Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur, Leipzig, 1913, pp. 152-165 y 146-151, respectivamente. Trad. en CuadMon 11 (1976), pp. 83 ss. Hay una versión reciente de Juan Pablo Rubio Sadia, osb, en Evagrio Póntico. Obras espirituales, Madrid, Ed. Ciudad Nueva, 1995, pp. 179-227 (Biblioteca de patrística, 28). En el caso de las Sentencias para una virgen, debe tenerse en cuenta el estudio, texto griego y trad. inglesa de Jeremy Driscoll, osb, The “Ad Monachos” of Evagrius Ponticus, its structure and a select commentary, Roma, 1991 (Studia Anselmiana, 104).

[7] Se han editado los textos griegos de las Scholia al libro de los Proverbios (SCh nº 340, Paris, 1987; recensión en CuadMon 24 [1989], pp. 383-384), y al libro de Eclesiastés (SCh nº 397, Paris, 1993), ambas ediciones se deben a P. Géhin.

[8] Texto griego en la PG 79,1165-1200. Trad. de P. Saenz, osb, en CuadMon 11 (1976), pp. 211 ss. Y recientemente de Juan Pablo Rubio Sadia, osb, en ob. cit., pp. 231-275.