viernes, 5 de agosto de 2011

Continuamos con el Triduo Pascual en la Liturgia Bizantina…

PANEGÍRICO DE LAS LAMENTACIONES FÚNEBRES

PRIMERA STASIS

1- La Vida fue depositada en un sepulcro, oh Cristo,

y los ejércitos angélicos se maravillaron

glorificando tu condescendencia.

2- ¡Oh Vida, ¿cómo mueres?, ¿cómo habitas en el sepulcro,

destruyes el reino de la muerte,

y resucitas a los muertos del infierno?

3- Te engrandecemos, oh Jesús Rey,

y honramos tu sepultura y tu pasión,

por medio de las cuales nos salvaste de la corrupción.

4- El que estableció las medidas de la tierra,

habitas hoy, oh Jesús, Rey de todos, en una pequeña tumba,

resucitando a los muertos de las tumbas.

5- El Señor de todo es visto muerto,

y es colocado en una tumba nueva

el que vacía las tumbas de los muertos.

6- El más hermoso de todos los mortales,

es manifestado como muerto informe,

el que embellece la naturaleza de todo.

7- La vida, ¿cómo conversa con la muerte? ¡Oh maravilla!

¿Cómo la muerte es destruida por la muerte?

¿Cómo la vida brota del que muere?

8- La multitud de los ejércitos racionales concurre,

José te sepulta con Nicodemo,

al Incontenible en una pequeña tumba.

9- El que con su mano formó a Adán de la tierra,

por él se hizo hombre en su naturaleza

y fue crucificado por su voluntad.

10- A la tierra bajaste, para salvar a Adán,

y no habiéndolo encontrado en la tierra, Señor,

hasta el infierno descendiste buscándolo.

11- Habiendo sido matado por envidia antiguamente Adán,

lo conduces a la vida por tu muerte,

manifestándote, oh Salvador, como un nuevo Adán en la carne.

12- El Juez fue conducido como juez al juicio,

librándonos de la condenación,

haciéndonos dignos a nosotros los mortales de la inmortalidad.

13- Fuiste herido en el costado, tú, el que tomó el costado

de Adán, del cual formaste a Eva,

e hiciste brotar fuentes puras.

14- Tú que vivificaste a tu amigo, Jesús mío,

estando Lázaro exánime por cuatro días,

¿cómo pasas tres días entre los muertos?

15- El que anteriormente resucitó a los muertos

en sábado, ¿como ahora, Inmortal,

descansas[1] como muerto con los muertos en sábado?

16- Como mortal mueres voluntariamente, Salvador,

como Dios resucitas a los muertos

de las tumbas y del abismo de los pecados.

17- Siendo impasible por naturaleza, Uno de la Trinidad,

te hiciste pasible por la naturaleza mortal,

haciendo a los terrenos dignos de la impasibilidad.

18- Aún cuando bajes al sepulcro, del seno paterno,

no te has separado, oh Cristo;

¡Qué misterio extraño y singular!

19- Como muerto en el sepulcro, como Dios con el Padre,

y en el infierno como señor de la creación

destruyes los vínculos de la corrupción.

20- Descendiendo voluntariamente bajo tierra como mortal,

llevas de la tierra a los cielos

a los que allí habían caído, oh Jesús.

21- Depositado en un sepulcro nuevo, oh Cristo,

renovaste la naturaleza de los mortales,

resucitando divinamente de entre los muertos.

22- El cielo es tu trono, la tierra tu escabel,

la tumba, ¿cómo se te llamará?

Casa de la Resurrección de Cristo.

23- Derramando lágrimas de lamento por ti, la Purísima,

maternalmente, oh Jesús, llorando clamó:

¿Cómo te daré las honras fúnebres, oh Hijo?

24- ¡Ay, luz del mundo! ¡Ay, luz mía!

Jesús mi muy deseado, clamó, la Virgen

lamentándose con gemidos.

25- ¡Oh Dios y Verbo, mi alegría!

¿Cómo puedo soportar tu sepulcro por tres días?

ahora, como madre, se me desgarran las entrañas.

26- ¿Quién me dará agua y fuente de lágrimas,

clamó la Virgen, esposa de Dios,

para llorar a mi dulce Jesús?”.

27- Oh colinas y valles, multitud de hombres

y creaturas llorad todas conmigo

por la Madre de nuestro Dios.

28- La espada -ay de mí- de la amarga inmolación

atraviesa mi corazón, oh Eterno,

¡Oh novísimo misterio!

29- Cuando te veo, oh Salvador, la luz eterna,

la alegría y el placer de mi corazón,

clamó con gemidos la Virgen.

30- Con tu divina sangre roja

ayer escribiste el perdón de las faltas para nosotros,

concediéndonos ahora la vida desde el sepulcro.

31- Adoro la pasión, alabo el sepulcro,

engrandezco tu poder, Amante del hombre,

por los cuales he sido liberado de las pasiones que corrompen.

32- Así como te acordaste, oh Salvador, del Ladrón en la cruz,

acuérdate también de nosotros que te cantamos,

tú que diste tu alma como rescate por muchos.

33- A los fieles que has trasladado en la piedad

a las tiendas de los justos haz reposar, Salvador,

haciéndolos dignos de tu Reino.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

34- Te alabamos, Verbo, Dios de todos,

con el Padre y su Espíritu Santo,

y glorificamos tu divina sepultura.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.


35- Te felicitamos, Madre de Dios pura,

y honramos con fe la sepultura de tres días

de tu Hijo y Dios nuestro.

36- La Vida fue depositada en un sepulcro, oh Cristo,

y los ejércitos angélicos se maravillaron

glorificando tu condescendencia.


Letanía, como en p. 26, que concluye con la siguiente oración:

Porque bendito es tu nombre y glorificado es tu Reino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

II STASIS

Mientras el celebrante inciensa el Epitafion, comienza la segunda parte y continúa el coro:

1- Digno es engrandecerte, ¡oh Dador de Vida!,

que extendiste tus manos sobre la cruz

y quebrantaste el poder del enemigo.

2- Digno es engrandecerte, Creador de todos,

pues por tu pasión tenemos

la impasibilidad, habiendo sido liberados de la corrupción.

3- Tembló la tierra, y el sol, oh Salvador, se ocultó,

cuando tu luz sin ocaso, oh Cristo,

se ocultó corporalmente en el sepulcro.

4- Los Serafines tiemblan ahora, ¡oh Salvador!,

al verte estando arriba con el Padre inseparablemente,

abajo, yaciendo muerto en la tierra

5- El velo del templo se rasga por tu crucifixión,

los astros se ocultan, oh Cristo luz,

cuando tú, el Sol, te ocultas bajo tierra.

6- El que desde el principio fijó la redondez de la tierra con su solo aliento,

como mortal sin aliento se ocultó en la tierra;

tiembla, oh cielo, ante esta contemplación.

7- Venid, cantemos lamentaciones divinas al Cristo que muere,

como anteriormente las mujeres portadoras de mirra,

para que escuchemos con ellas el “Alegráos”.

8- Tú, oh Verbo, eres verdaderamente la mirra que no se agota,

por ello te ofrecieron mirra las mujeres portadoras de mirra,

como a un muerto, a ti el Viviente.

9- Nicodemo junto con José, oh Cristo,

envolviéndote con mirra clamó:

¡Que tiemble toda la tierra!

10- José y Nicodemo cantan

himnos fúnebres a Cristo que ahora está muerto,

y con ellos cantan los Serafines.

11- Adán se atemorizó, cuando Dios caminó por el paraíso,

pero ahora se alegra habiendo venido al infierno;

habiendo caído entonces, ahora fue levantado.

12- Piadosamente José, ocultándote en el sepulcro por un tiempo,

te canta, Salvador,

himnos fúnebres dignos de Dios

13- ¿Cómo cerraré tu mirada dulce y tus labios, oh Verbo?

¿cómo voy a enterrarte como conviene a un muerto?,

clamó José temblando.

14- Viéndote, luz invisible, oh Cristo mío,

oculto sin aliento en un sepulcro,

el sol tembló y entenebreció la luz.

15- El sol brilla con esplendor después de la noche, oh Verbo,

y tú habiendo resucitado resplandecerás,

después de la muerte con resplandor, como saliendo de la cámara nupcial.

16- La tierra recibiéndote, oh Creador, en su seno, Salvador,

reteniéndote es sacudida de temblor;

despertando a los muertos por el temblor.

17- Fue levantado en la cruz el que suspendió sobre las aguas la tierra ;

en ésta es sepultado sin aliento;

y no pudiendo soportarlo, ella tembló terriblemente.

18- El lucero sin ocaso se ocultó corporalmente en la tierra,

y el sol no pudiendo soportarlo

se oscureció, en pleno mediodía.

19- Dormiste por un tiempo y vivificaste a los muertos,

y resucitando, resucitaste

a los que duermen desde hace siglos, oh Bondadoso.

20- Como el pelícano, herido en su costado, oh Verbo,

reviviste a los hijos que habían muerto,

derramándoles fuentes vivificadoras.

21- Jesús, que anteriormente había detenido el sol a los extranjeros[2],

se levantó; él que se había ocultado,

arrojando al caudillo de las tinieblas.

22- Permaneciste sin separarte del seno paterno, oh Misericordioso,

y aprobaste hacerte mortal,

y bajaste al infierno, oh Cristo.

23- El terrible infierno tembló, cuando te vio,

oh inmortal Sol de gloria,

y entregó con prisa a los cautivos.

24- El centurión vio el terremoto y los signos,

y te proclamó Hijo de Dios,

crucificado y muerto por nosotros.

25- Lloró amargamente tu santísima Madre, oh Verbo,

cuando te vio en el sepulcro

a ti, el Dios inefable y eterno.

26- Tu santísima Madre, Cristo mío,

viendo tu muerte, te clamó amargamente:

No te retardes, oh Vida, entre los muertos.

27- La Madre, viéndote a ti, la dulzura de todo,

bebiendo la bebida amarga,

gimiendo, humedeció con lágrimas sus ojos.

28- Soy la única entre las mujeres que te dio a luz sin dolores, oh Hijo,

pero ahora soporto dolores insoportables por tu pasión,

clamó la Santísima.

29- Estoy terriblemente herida y se me retuercen las entrañas, oh Verbo,

viendo tu injusta inmolación,

clamó gimiendo la Virgen.

30- Mira al discípulo que amaste y a tu Madre,

y di una palabra, oh Hijo dulcísimo,

clamó afligida la Purísima.

31- Gabriel me anunció esto, cuando bajó volando,

y el Reino eterno,

que será de mi Hijo Jesús.

32- ¡Ay! Se ha cumplido la profecía de Simeón,

tu espada me atravesó

mi corazón, Emmanuel.

33- Con himnos cantamos ahora tu crucifixión

y tu sepultura, todos los fieles,

los que fuimos redimidos por tu sepulcro.


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

34- Dios sin principio, Verbo coeterno y Espíritu,

fortalece los cetros de los gobernantes,

y danos paz, porque eres bondadoso.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

35- Virgen Santa y totalmente irreprensible, que diste a luz a la Vida,

haz cesar las disensiones en la Iglesia

y pacifícala, porque eres bondadosa.


Se repite el primer Megalinario

Digno es engrandecerte, ¡oh Dador de Vida!,

que extendiste tus manos sobre la cruz

y quebrantaste el poder del enemigo.

Ahora el sacerdote que preside (o el obispo) esparce agua de rosas sobre el sepulcro y los presentes.

Luego, la letanía, como en p. 26, que concluye con la siguiente oración:

Porque eres Santo Dios nuestro, tú que reposas sobre el trono de gloria de los querubines, y a ti te glorificamos, con tu Padre sin principio y el santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Coro: Amén.


III STASIS

Mientas el celebrante inciensa el Epitafion, se comienza la tercera parte y continúa el coro

1- Todas las generaciones ofrecen ahora

alabanzas a tu sepultura, oh Cristo mío.

2- El de Arimatea te bajó del madero

y te sepulta en la tumba.

3- José con Nicodemo entierran

al Creador como a un muerto.

4- Ven, creación entera,

ofrece himnos fúnebres al Creador.

5- ¡Oh Hijo de Dios Soberano, Dios mío y Creador mío,

¿como consentiré a la pasión?

6- Los que alimentó con el maná,

alzaron el talón contra el Bienhechor.

7- Los que alimentó con el maná, dieron al Salvador,

hiel junto con vinagre.

8- Hiel amarga y vinagre, oh Compasivo, fuiste dado a beber,

disolviendo la experiencia de la amargura.

9- Fuiste conducido al patíbulo,

tú que antiguamente protegiste a tu pueblo con la columna de nube.

10- ¡Oh la insensatez del asesinato de Cristo

de los asesinos de los profetas!

11- Como un servidor insensato, el iniciado en los misterios

entregó al abismo de sabiduría.

12- El que vendió al que fue maltratado fue hecho cautivo, el falaz Judas.

13- Las potencias celestiales se turbaron de temor,

viéndote muerto.

14- Viéndote muerto, la que te engendró, oh Verbo,

se lamentó maternalmente.

15- La Doncella clamó, derramando lágrimas fervientemente,

herida en las entrañas.

16- ¡Oh mi dulce primavera, Hijo mío dulcísimo!

¿Cómo se oculta tu belleza?

17- ¡Oh Luz de mis ojos! ¡Hijo mío dulcísimo!

¿Cómo estás oculto en un sepulcro?

18- No te lamentes, oh Madre, sufro estas cosas

para que Eva sea liberada junto con Adán.

19- Glorifico, Hijo mío, tu excelsa misericordia,

a causa de la cual sufres esto.

20- “Resucita, Dador de Vida”, dice derramando lágrimas

la Madre que te dio a luz.

21- Apresúrate a resucitar, oh Verbo que destruyes

la tristeza de la que te dio a luz.

22- Levántanos, Compasivo, de los abismos,

resucitando del infierno.

23- A los que con afecto y temor honran tu pasión,

concédeles el perdón de los pecados.

24- Las portadoras de mirra, oh Salvador, llendo al sepulcro,

te ofrecieron mirra.

25- Las portadoras de mirra vinieron al sepulcro muy temprano

para verter la mirra (3 veces).

26- Perfumes y mirra las mujeres discípulas

ofrecen al sepulcro.

27- Aquellas oyeron enseguida el “Alegráos”,

a cambio de los dones.

28- Hazme digno de ofrecer a tu sepultura, oh Salvador,

las lágrimas como mirra.

29- Paz a la Iglesia, y al pueblo la salvación,

concédenos por tu resurrección.

30- Y acuérdate de nosotros, Salvador mío,

que alabamos tu venerable pasión.

31- Acuérdate también de los que descansan, Salvador mío,

cuando vengas en la gloria.

32- Con mirada propicia mira a todos

en el juicio futuro.

33- Y guarda tu rebaño con el jefe del rebaño,

oh Cristo mío, totalmente Compasivo.


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

34- Trinidad, Unidad, Dios mío, Padre, Hijo y Espíritu,

ten piedad del mundo.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

35- Haz dignos a tus siervos, oh Virgen,

de ver la resurrección de tu Hijo.


Se repite ahora la primera estrofa:

Todas las generaciones ofrecen ahora

alabanzas a tu sepultura, oh Cristo mío.

Letanía, como en p. 26, que concluye con la siguiente oración:

Tú eres el Rey de Paz, oh Cristo Dios nuestro, y a ti te glorificamos, con tu Padre sin principio y el santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Coro: Amén.

Eulogitarias (Tono V)

Vers.: Bendito eres tú, Señor. Enséñame tus mandamientos.

Coro: La asamblea de los ángeles quedó pasmada al verte contado entre los muertos; a ti, Salvador, que destruyes la fuerza de la muerte, levantando a Adán contigo, y librándonos a todos del infierno.

Vers.: Bendito eres tú, Señor. Enséñame tus mandamientos.

¿Por qué mezcláis compasivamente la mirra con lágrimas, oh discípulas?, dijo a las mujeres portadoras de mirra el ángel resplandeciente que estaba junto al sepulcro ¡Ved el sepulcro, y alegráos, porque el Salvador resucitó del sepulcro!

Vers.: Bendito eres tú, Señor. Enséñame tus mandamientos.

Muy temprano, las mujeres portadoras de mirra corrieron hacia tu sepulcro, gimiendo. Pero el ángel salió a su encuentro y dijo: El tiempo de gemir ha cesado; no lloréis; contad a los apóstoles la resurrección.

Vers.: Bendito eres tú, Señor. Enséñame tus mandamientos.

Las mujeres portadoras de mirra yendo a tu sepulcro con mirra, oh Salvador, se quedaron fijas. El ángel les dijo: ¿Por qué contáis entre los muertos al viviente? Resucitó como Dios del sepulcro.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Adoremos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, la Trinidad Santa en una sola esencia, clamando con los Serafines: Santo, Santo, Santo eres tú, Señor.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

Theotokíon

Oh Virgen, tú diste nacimiento al Dador de la Vida, y salvaste a Adán del pecado; concediste a Eva el gozo en vez de la tristeza. El Dios y hombre que se encarnó de ti nos condujo hacia el torrente de la Vida.

Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a ti Señor (3 veces).

Letanía menor

Como en p. 56. y culmina así:

Sac.: Porque a ti alaban todas las potencias celestiales y te glorifican, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

Coro: Amén.

Equipo de redacción: “En el Desierto”


[1] sabatizas

[2] Alusión a Josué-Jesús (Ioshuá) que había hecho detener el sol. Cf. Js 10, 11-14 : “Mientras huían ante Israel por la bajada de Bet Jorón, Yahveh lanzó del cielo sobre ellos hasta Azecá grandes piedras, y murieron. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada. Entonces habló Josué a Yahveh, el día que Yahveh entregó al amorreo en manos de los israelitas, a los ojos de Israel y dijo: «Deténte, sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayyalón». Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? El sol se paró en medio del cielo y no tuvo prisa en ponerse como un día entero. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera Yahveh a la voz de un hombre. Es que Yahveh combatía por Israel”.