jueves, 10 de junio de 2010

(Les seguimos compartiendo extractos del Libro de Vida y Comunión de los Monjes de la Santa Cruz)

El oficio divino en la noche
En la antigüedad la vida de los hombres estaba profundamente relacionada con el ritmo de la naturaleza, marcado por el sol y por la luna. El hombre de nuestro tiempo se ha alejado de estas condiciones naturales gracias a la técnica y sus invenciones, como el reloj, la electricidad, etc. Nosotros como hombres de nuestro tiempo, dependemos de estos factores, no obstante intentamos mantener el significado profundo y simbólico del ritmo antiguo de la jornada monástica, que se orienta a la luz del sol.
La oración presentada en la Regla de Pacomio, está pensada para un cenobio, no para una estructura como la nuestra, que ora gran parte de la liturgia en la soledad del Kellión.
Nosotros retomamos la tradición antigua de los Santos Padres del desierto que instruidos por un ángel, conocían solamente dos oficios: las Vigilias y las Vísperas compuestos cada uno por doce salmos y doce oraciones sálmicas.
Los monjes se levantan en nuestros monasterios de la Santa Cruz a las 4:00 es decir en la cuarta vigilia nocturna, antes de que salga el sol. Después de haberse ocupado de las necesidades personales, cada monje en su Kellión, celebra el oficio de Vigilia, seguido de la lectio divina, salmodia y oración, lectura y meditación ocupan la vida del monje que espera que salga el “Sol de Justicia”, Cristo, nuestro Dios. De hecho el monje es un siervo que espera, libre de toda preocupación terrena con cantos e himnos el regreso de Cristo.
A las 7:15 celebran cada día, juntos en la capilla del monasterio, con gran reverencia los santos Misterios Eucarísticos como alabanza eterna y por la salvación de vivos y difuntos.
Cada uno se mueve a su ritmo con el tiempo necesario para estar en la capilla veinte minutos antes del comienzo de la Santa Misa y se dispone al Santo Sacrificio, repitiendo el Santo Nombre de Jesús, terminada la Santa Misa la comunidad permanece silenciosamente por espacio de treinta minutos en acción de gracias en la Capilla, este tiempo termina con el toque y rezo de Ángelus a María Santísima. Luego cada monje se retira a su Kellión y a las actividades comunes o personales.
El monje entre la Vigilia y la Lectio toma un frugal desayuno, té, mate etc. con pan o lo que haya en la cocina para todos, en los días que no se hace ayuno, que solamente se tomará algo líquido.
La mañana de 8:30 a 12:45 el monje se dedica al trabajo sea en la soledad del Kellión o en los lugares comunes, según venga dispuesto por el Padre del Monasterio.
El trabajo se interrumpe a las 10:00 de la mañana para el rezo de tercia, la oración se eleva de manera silenciosa en donde se encuentre cada monje.
A las 12:00 el hermano encargado toca el Ángelus y los monjes dejan sus trabajos y se dirigen a sus Kellión en donde se higienizan y rezan la hora sexta, luego buscan por la cocina la vianda con el almuerzo, que se consumirá en soledad acompañado de una buena lectura que ha de procurar siempre el Padre del Monasterio o el Maestro de Novicios por delegación del Padre del Monasterio para los hermanos novicios.
Cuide y cultive siempre el monje el silencio y el recogimiento con todo fervor, atención y devoción teniendo su espíritu siempre en oración, como lo recomienda Juan de Gaza, para poder mantener esta gracia siempre y a lo largo de toda la jornada y conseguir finamente por la misericordia de Dios el don de la oración continua. También nos puede iluminar lo que dice el Santo Abad Santiago: “Una vez fui a visitar al Abad Isidoro, lo encontré sentado y escribiendo. Permanecí junto a él un poco y lo observé y vi que cada tanto el Santo Padre levantaba los ojos al cielo sin mover los labios y sin sentir ninguna voz. Le pregunté ¿qué haces Padre mío? El me respondió ¿no sabes lo que hago? No, absolutamente Padre, le dije. El me respondió, si no lo sabes, Santiago quiere decir que no fuiste nunca monje, ni siquiera por un día. Escucha lo que digo: Jesús, ayúdame. Señor mío te bendigo. De esto se trata hermanos, de vivir en la Santa presencia de Dios, es decir en el santo temor del Señor que es unión de amor.


a) Cuántos salmos se han de decir en las Vigilias
Tomamos los salmos uno después del otro, sin omisión - lectio continua – aquellos más largos los dividimos según el sentido y las partes que resulten los cantamos como salmos completos.
Cada salmo es cantado lentamente y con mucha atención y termina con el aleluya, se sigue con la oración silenciosa, en la cual con palabras inspiradas por los salmos presentamos a Dios nuestras intenciones. Estas oraciones terminan con un gloria y una postración delante de los Santos Iconos y de la Santa Cruz sobre la cual nuestro Señor está misteriosamente presente, luego se pasa al salmo siguiente. El décimo segundo salmo es siempre uno de esos aleluiáticos (112; 145; 150), cambiando cada día. Al llegar a la oración salmica número doce, cada monje en el silencio orante de su Kellión pide a Dios que acepte con amor y misericordia este sacrificio de alabanza para su gloria y gloria de su Santo Nombre, por el bien de cada uno y de toda su Santa Iglesia. Oramos esperando que salga Cristo el Sol de justicia.


Equipo de Redacción "En el Desierto"
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