miércoles, 8 de febrero de 2012


Textos de San Máximo El Confesor
Extraídos de "Obras Espirituales de San Máximo El Confesor" - Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de Patrística.
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate

Centurias sobre la Caridad

tercera centuria

26
Toda sustancia racional e intelectual se divide en dos órdenes: la naturaleza angélica y la humana. Toda naturaleza angélica se divide, nuevamente, en dos voluntades y grupos universales, santos y malditos: las santas Potencias y los demonios impuros. Toda naturaleza humana se divide sólo en dos voluntades universales: piadosos e impíos.

27
Dios existiendo de por sí y siendo la misma bondad y sabiduría o, para decir mejor, siendo superior aún a todos estos atributos, no posee absolutamente ninguna cualidad contraria. Las creaturas, en cambio, participan de todas y teniendo por gracia la existencia; aquellas racionales e intelectuales tienen también la actitud hacia la bondad y a la sabiduría, y la cualidad contraria: respecto a la existencia, el no-existir; respecto a la actitud a la bondad y sabiduría, el vicio y la ignorancia. Y tanto el existir siempre, cuanto su no existir está en poder de Quien las ha creado; en cambio el participar de su bondad y sabiduría o el no participar depende de la voluntad de las creaturas racionales.

28
Los griegos afirmando que la sustancia de los seres coexiste con Dios desde la eternidad y ha recibido de Él sólo las cualidades propias, dicen que no hay nada que sea contrario a la sustancia, sino que lo contrario se encuentra sólo en la cualidad. Nosotros, en cambio, afirmamos que la única sustancia divina no tiene nada de contrario, siendo eterna e infinita y concediendo la eternidad a las otras sustancias; que, en cambio, a la sustancia de los seres pertenece el no-ser como contrario y que su ser-eterno y el no-ser están en poder de Aquel que verdaderamente es, y que sus dones son irrevocables[1]. Y por esto ella siempre es y será conservada por Su potencia omnipotente, aún si tiene el no-ser como contrario, como se ha dicho, habiendo sido conducida por Dios del no-ser al ser y teniendo su ser o no-ser en Su voluntad.

29
Como el mal es privación de bien y la ignorancia privación de conocimiento, así también el no-ser es privación de ser, no del verdadero Ser -porque Éste no tiene contrario-, sino del que es por participación del Ser verdadero. Y las privaciones de las primeras dos dependen de la voluntad de las creaturas; la privación de la segunda está en la voluntad del Creador, el cual por bondad quiere que las creaturas siempre existan y sean siempre beneficiadas por Él.

30
De todas las creaturas, algunas son racionales e inteligentes y susceptibles de los contrarios, como de virtud y vicio, de conocimiento e ignorancia; otras, en cambio, son cuerpos diversos compuestos de contrarios, es decir, de tierra, aire, fuego y agua. Y algunas creaturas son del todo incorpóreas e inmateriales, aún cuando alguna de ellas está unida a los cuerpos; otras, en cambio, consisten sólo de materia y forma.

31
Todos los cuerpos son inmóviles por naturaleza; son movidos, sin embargo, por el alma: algunos por un alma racional, otros por una irracional, otros por una insensible.

32
De las potencias del alma la primera es nutritiva y hace crecer; la segunda imaginativa y apetitiva; la tercera racional e intelectual. Sólo de la primera participan los vegetales; de la segunda, además de ésta, los animales irracionales; de la tercera, además de las otras dos, los hombres. Y las primeras dos potencias se manifiestan corruptibles; la tercera, en cambio,  incorruptible e inmortal.

33
Las santas Potencias comunicándose entre sí la iluminación, comunican también a la naturaleza humana la propia virtud o el conocimiento que hay en ellas: la virtud, como por ejemplo la bondad que imita a Dios, según la cual hacen el bien a sí mismas, entre sí y a las inferiores, haciéndolas deiformes[2]; el conocimiento o algo más alto acerca de Dios- , dice la Escritura- eres altísimo por siempre, Señor[3] -o más profundo a cerca de los cuerpos o más preciso acerca de los seres incorpóreos o más penetrante en torno a la providencia o más claro acerca del  juicio.

34
Impureza del nous es, en primer lugar, tener un conocimiento falso; en segundo lugar, ignorar cualquier cosa de lo que es universal -me refiero al nous humano, porque es propio de un ángel no ignorar nada de lo que es particular-; en tercer lugar, tener pensamientos pasionales; en cuarto lugar, consentir al pecado.

35
Impureza del alma es no obrar según la naturaleza, de lo cual nacen en el nous los pensamientos pasionales. Obra, en cambio, según la naturaleza, cuando sus potencias susceptibles de pasión -me refiero a la ira y a la concupiscencia-, permanecen imperturbables en el asalto de las cosas y de sus ideas.

36
Impureza del cuerpo es el pecado de obra.

37
Ama la soledad el que está desprendido de las cosas del mundo, y ama a todos los hombres quien no ama nada de lo humano, y tiene el conocimiento de Dios y de las cosas divinas el que no se escandaliza de nadie, sea a causa de las caídas sea a causa de los pensamientos surgidos de la sospecha.

38
Es gran cosa el estar desprendido de las cosas, pero es mucho más grande permanecer imperturbable respecto a las ideas de las cosas.

39
La caridad y el dominio de sí conservan el nous imperturbable respecto a las cosas y los pensamientos de las cosas.

40
El nous de quien ama a Dios no combate contra las cosas ni contra las ideas de las cosas, sino contra las pasiones que están unidas a las ideas. Por ejemplo, no combate contra la mujer ni contra el que lo ha afligido ni contra las representaciones de estas cosas, sino contra las pasiones que están unidas a las representaciones.

41
Toda la lucha del monje es contra los demonios, para alejar las pasiones de las ideas, porque de otro modo, no puede mirar las cosas sin pasión.

42
Una cosa es la cosa, otra la idea, y otra la pasión: la cosa es, por ejemplo, un hombre, una mujer, el oro, etc. Idea, por ejemplo, un simple recuerdo de alguna de las cosas dichas; pasión, por ejemplo, amor irracional u odio insensato hacia cualquiera de las cosas dichas. Contra la pasión es, pues, la lucha del monje.

43
Es pensamiento pasional un pensamiento compuesto de pasión y de idea. Separemos la pasión del pensamiento y permanece el simple pensamiento; si queremos, lo separamos por medio de la caridad espiritual y del dominio de sí.

44
Las virtudes separan al nous de las pasiones; las contemplaciones espirituales, de las ideas simples; la oración pura lo ofrece al mismo Dios.

45
Las virtudes están ordenadas al conocimiento de los seres; el conocimiento, al que conoce; el que conoce, al Objeto incognosciblemente conocido y que conoce más allá de todo conocimiento.


46
Dios, que está por encima de toda plenitud, llevó las creaturas al ser no porque tuviese necesidad de algo, sino para que gozaran participando analógicamente de Él, y Él mismo gozase en sus obras, viéndolas alegres y que se sacian siempre insaciablemente del Insaciable.

47
El mundo tiene muchos pobres de espíritu, pero en un modo no conveniente; y muchos que lloran, pero por haber perdido las riquezas o los hijos; y muchos mansos, pero hacia las pasiones impuras; y muchos que tienen hambre y sed, pero de robar las cosas ajenas y de tener ganancias de la injusticia; y muchos compasivos, pero hacia el cuerpo y las cosas del cuerpo; y puros de corazón, pero por vanagloria; y pacíficos, pero que someten el alma a la carne; y muchos perseguidos, pero porque son inmorales; y muchos despreciados, pero a causa de vergonzosos pecados. En cambio, bienaventurados son sólo aquellos que hacen y sufren tales cosas por Cristo y conforme a Cristo. ¿Por qué? Porque de ellos es el reino de los cielos y ellos verán a Dios[4], etc. Y así son bienaventurados, no porque hacen o sufren tales cosas -también aquellos otros hacen las mismas cosas-, sino porque las hacen y sufren por Cristo y conforme a Cristo.

48
En todas nuestras acciones es la intención lo que Dios busca, como se ha dicho muchas veces, si hacemos eso por Él o por cualquier otro motivo. Cuando queramos realizar algo bueno, tengamos como fin no el deseo de agradar a los hombres, sino a Dios, para que, mirando siempre a Él, hagamos todo por Él, para que no soportemos la fatiga y perdamos la recompensa.

49
Durante el tiempo de la oración arroja del nous tanto las ideas simples de las cosas humanas como las contemplaciones de toda creatura, para que, no suceda que, figurándote las cosas inferiores, pierdas a Aquel que es incomparablemente mejor que todos los seres.

50
Si amamos sinceramente a Dios, expulsemos las pasiones por medio de este mismo amor. El amor a Él consiste en preferirlo al mundo y el alma a la carne; en despreciar las cosas mundanas, en dedicarse continuamente a Él mediante el dominio de sí, el amor, la oración, la salmodia, etc.
Equipo de redacción: “En el Desierto”,
agradece el aporte
       al hno. Pablo Argárate"


Notas:
[1] Cf. Rm  11, 29.
[2] Todo este capítulo respira la atmósfera de la Jerarquía celeste del Pseudo-Dionisio.
[3] Sal  91, 9.
[4] Cf. Mt  5, 3 ss.