lunes, 4 de julio de 2011



JUEVES SANTO EN LA NOCHE


Se celebran los Matutinos del Viernes Santo


OFICIO DE LA SAGRADA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO



SEXTO EVANGELIO


Lectura del Santo Evangelio según san Marcos (15, 16-32 )


En aquel tiempo, los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos».Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos». También le injuriaban los que con él estaban crucificados.


Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



LAS BIENAVENTURANZAS


En tu Reino, acuérdate de nosotros, Señor, cuando vengas en tu Reino.


Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino del Cielo.


Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.


Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.



Tono IV


Por el árbol, Adán fue desterrado del Paraíso; por el árbol de la cruz, en cambio, el ladrón habitó el Paraíso. Aquel, gustando del fruto, desobedeció el mandato de su Creador; éste, crucificado con Él, confesó al Dios oculto: “¡Acuérdate de mí, exclama, en tu Reino!”.



Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.


Al Autor de la Ley compraron los transgresores de la ley por medio de un discípulo; y como quebrantador de ella, lo pusieron ante el tribunal de Pilatos, gritando: “Crucifica”, al que en el desierto les había dado el maná. Pero nosotros, imitando al ladrón justo, clamamos con fe: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”



Bienaventurados los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.


La asamblea de los deicidas, gritó rabiosamente a Pilatos, diciendo: “Crucifica a Cristo el inocente”; pidiendo en cambio a Barrabás. Pero nosotros, digámosle con la voz del buen ladrón: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”



Bienaventurados los puros de corazón porque verán a Dios.


Tu costado vivificador, oh Cristo, brotó como una fuente del Edén y riega a tu Iglesia como Paraíso racional; dividiéndose de allí, como de su principio, riega el mundo, regocijando la creación, y enseñando a las naciones a adorar tu Reino con fe

Bienaventurados los pacificadores porque serán llamados hijos de Dios.


Oh Cristo, fuiste crucificado por mí para concederme el perdón; y tú costado fue herido por una lanza para que arroyos de vida broten para mí. Fue traspasado con clavos para que creyendo al abismo de tu Pasión y a la excelsitud de tu poder, clame a ti: ¡Gloria a tu cruz y a tu pasión, oh Salvador, Cristo dador de vida!



Bienaventurados los que son perseguidos por la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.


Viéndote crucificado, oh Cristo, toda la creación se estremeció. Los cimientos de la tierra temblaron por temor a tu poder; las luminarias se ocultaron; el velo del templo se rasgó, las montañas se estremecieron, y las rocas se partieron; y el ladrón en su fe te clamó con nosotros, ¡oh Salvador, acuérdate de mí!


Bienaventurados seréis cuando os injurien y persigan y digan contra vosotros todo mal, por mi causa, mintiendo.


Señor, en la cruz rompiste la acusación contra nosotros, y contado entre los muertos, ataste allí al tirano, librándonos a todos de los lazos de la muerte, por tu resurrección; por la cual fuimos iluminados oh Cristo, Dios nuestro, y te clamamos: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”


Gozáos y alegráos porque vuestra recompensa es grande en los cielos.


Fuiste exaltado en la cruz y destruiste la potencia de la muerte y aboliste, como Dios, la acusación contra nosotros, oh Señor. Concédenos también a nosotros la conversión del ladrón, ¡oh único amante del hombre!, a los que te adoran en la fe, ¡oh Cristo, Dios nuestro! y te claman: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”



Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.


Venid fieles, con un mismo corazón glorifiquemos dignamente al Padre, al Hijo y al Espíritu, una Divinidad que subsiste en tres Personas, que permanece inconfusa, simple, indivisible e inaccesible[7]; por la cual fuimos rescatados del fuego del castigo.


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Theotokíon


Nos acercamos a tu Madre, que sin semilla te dio a luz en la carne, y verdaderamente Virgen, permaneció incorrupta también después del parto, para que interceda, Señor de gran misericordia, de manera que siempre concedas el perdón de los pecados a los que claman a ti: “¡Acuérdate de mí, Salvador, en tu Reino!”


Prokímenon (Tono IV): Se repartieron mis vestiduras entre sí; y sobre mi túnica echaron suertes[8].


Vers.: Oh Dios, mi Dios, atiéndeme, ¿por qué me has abandonado?

SÉPTIMO EVANGELIO


Precedido por las fórmulas ordinarias Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (27, 33-54)


En aquel tiempo, llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario», le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Y se quedaron sentados allí para custodiarle. Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo de Dios». De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.


Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste». Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle».Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios».


Coro: ¡Gloria a tu paciencia, Señor, gloria a ti!


Se reza el salmo 50 (51)[11].



OCTAVO EVANGELIO



Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (23, 32-49)


En aquel tiempo conducían además a otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido».También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!» Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos».


Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho».Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino».Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo».Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.


Coro: ¡Gloria a tu paciencia, Señor, gloria a ti!


TRIODION[13]


Tono VI


Hirmos


Por ti madrugo, oh Verbo de Dios, tú que por tu compasión por el caído te anonadaste sin cambio alguno, y te sometiste impasiblemente hasta la pasión ¡Concédenos la paz, oh Dios misericordioso! (2 veces).


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Vers.: Tus servidores, oh Cristo, habiendo sido lavados sus pies, y purificados en su mente por la participación en el misterio divino, subieron de Sión al gran monte de los Olivos, alabándote, oh amante del hombre.


Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.



Señor, dijiste: “Ved, amigos, no os turbéis, pues ahora llegó la hora en que seré entregado y muerto por manos de los impíos; y todos se dispersarán abandonándome. Pero los reuniré para que me prediquen a mí, que amo a la humanidad.



Katabasía


Por ti madrugo, oh Verbo de Dios, tú que por tu compasión por el caído te anonadaste sin cambio alguno, y te sometiste impasiblemente hasta la pasión. ¡Concédenos la paz, oh Dios misericordioso!



Letanía Menor


Diác: Oremos de nuevo en paz al Señor.


Coro: ¡Señor, ten piedad!


Diác: Ampáranos y sálvanos, ten misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.


Coro: ¡Señor, ten piedad!


Diác: Conmemorando a nuestra Santísima, purísima, muy bendita y gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María, con todos los santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente, y toda nuestra vida a Cristo Dios.


Coro: ¡A ti, Señor!


Sac.: Porque tú eres el Rey de paz y el Salvador de nuestras almas, te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.



Kontakion (Tono VI)


Venid, todos, alabemos al que fue crucificado por nosotros. Pues María lo vio sobre la cruz y dijo: “¡Aunque soportas la cruz, tú eres mi Hijo y mi Dios!”



Ikos


La cordera María, viendo a su propio Cordero llevado a la inmolación, lo sigue turbada con las otras mujeres y exclama esto: “¿ A dónde vas Hijo, y por qué te apresuras? ¿Hay acaso nuevamente otras bodas en Caná y ahora te apresuras hacia allí, para hacerles del agua vino ¿Voy contigo o más bien me quedo? Dame una palabra, oh Palabra; no pases callado, tú que me conservaste pura; tú eres mi Hijo y mi Dios.



Sinaxario


El Viernes Santo y Grande conmemoramos la santa, salvífica y terrible pasión de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo; pasión que soportó voluntariamente por nosotros; los salivazos, las bofetadas, los castigos, las injurias, las mofas, el manto de púrpura, la caña, la esponja, el vinagre, los clavos, la lanza y, sobre todo, la cruz y la muerte, todo lo realizado el Viernes; también la confesión salvífica del buen ladrón que fue crucificado con Él.



Versículo de la crucifixión


Tú eres Dios viviente aunque fuiste muerto sobre el madero,


¡oh, muerto y desnudo, eres también el Verbo del Dios vivo!



Vers. del Buen Ladrón


El ladrón abrió las puertas cerradas del Edén,


usando como llave el “Acuérdate de mí”.



Oh Cristo Dios, por tu infinita compasión por nosotros, ten piedad de nosotros. Amén.



8ª ODA


Hirmos


Los bienaventurados varones cubrieron de infamia el monumento del mal, y el inicuo Sanedrín furioso delibera injustamente contra Cristo, discurriendo matar al que tiene la vida en su palma, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos (2 veces)



TropariosOh Cristo, dijiste: “Alejad ahora, discípulos, el sueño de vuestros párpados, velad en oración para no caer en tentación, y especialmente Simón, pues la tentación es más grande para el fuerte. Conóceme. Pedro, conóceme a mí, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



“Jamás saldrá palabra impura de mis labios, Señor; moriré contigo, como bueno, aún si todos te niegan”, clamó Pedro; “ni la carne ni la sangre, sino tu Padre te reveló a mí, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



Bendecimos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por los siglos.



“No escrutaste el abismo de la sabiduría, ni el conocimiento divino, ni comprendiste la profundidad de mis juicios, oh hombre”, dijo el Señor; “siendo carne, no te gloríes, pues me negarás tres veces a mí, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.



“Desfallecerás, Simón Pedro, como ha sido dicho, y caerás rápido; y vendrá a ti una criada y te atemorizará”, dijo el Señor. “Habiendo llorado amargamente, tendrás igualmente mi perdón, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



¡Alabamos, bendecimos y nos prosternamos ante el Señor!



Katabasía


Los bienaventurados varones cubrieron de infamia el monumento del mal, y el inicuo Sanedrín furioso delibera injustamente contra Cristo, discurriendo matar al que tiene la vida en su palma, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos



¡A la Madre de Dios, Madre de la Luz engrandezcamos, honrándola con himnos!.




9ª ODA


Hirmos


Tú eres más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines; Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios, verdaderamente eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.




Troparios


¡La sinagoga de los deicidas, esa compañía criminal de malvados, se alzó contra ti, oh Cristo, y prendió como malhechor al Creador de todos, a quien engrandecemos.


Los impíos, desconociendo la Ley y las voces de los profetas, urdiendo maldad, te arrastraron como cordero, para inmolarte injustamente a ti, el Señor de todos.


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Los sacerdotes y los escribas por una maldad suicida, entregaron la Vida a los gentiles, para matarlo; a Aquel que por naturaleza es el Dador de Vida, a quien engrandecemos.


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Te rodearon como muchos perros y te golpearon, Señor, con una bofetada en la mejilla, te interrogaron y testimoniaron falsamente contra ti; ¡y todo lo soportaste, y nos salvaste a todos!



Katabasía


Tú eres más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines; Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios, verdaderamente eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.



Letanía menor


Como en la p. 26, con la siguiente conclusión:


Sac.: Porque a ti alaban todos los poderes celestiales y te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.



Exapostelarion (Tono III)


Hiciste digno del paraíso al ladrón en el mismo día, Señor; ilumíname también a mí con el madero de la cruz, y sálvame (3 veces).



NOVENO EVANGELIO


Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (19, 25-37)



En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed». Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu. Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilatos que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.





Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



LAS ALABANZAS (Tono III)


¡Todo lo que respira que alabe al Señor!


Alabad al Señor en el cielo, alabadle en las alturas. A ti pertenece la alabanza, oh Dios.


Alabadle todos sus ángeles, alabadle todos sus potencias. A ti pertenece la alabanza, oh Dios.


Esta gloria es para todos sus santos.


Alabadle en sus Santuarios, alabadle en la extensión de su fortaleza.


Alabadle por sus proezas, alabadle conforme a la multitud de sus grandezas.




Tono III


Mi hijo primogénito Israel hizo dos males. Me abandonó a mi, la Fuente del agua de la Vida, y se cavó un pozo de ignominia. Me crucificó en un madero; pero a Barrabás lo liberaron; los cielos se asombraron, y el sol ocultó sus rayos. ¡Y tú, Israel, no retrocediste, sino que me entregaste a la muerte!


¡Padre Santo, perdónalos, pues no saben lo que hacen!



Vers.: ¡Alabadle al son de trompetas, alabadle con salterio y cítara!



Mi hijo primogénito Israel hizo dos males. Me abandonó a mi, fuente del agua de la Vida, y se cavó un pozo de ignominia. Me crucificó en un madero; pero a Barrabás lo liberaron; los cielos se asombraron, y el sol ocultó sus rayos. ¡Y tú, Israel, no retrocediste, sino que me entregaste a la muerte!


¡Padre Santo, perdónalos, pues no saben lo que hacen!



Vers.: ¡Alabadle con tímpano y flauta, alabadle con cuerdas y con órgano!



¡Oh Salvador!, cada miembro de tu santa carne soportó por nosotros la deshonra. La cabeza, las espinas; el rostro, los salivazos; las mejillas, las bofetadas; la boca, el gusto de la hiel mezclada con vinagre; los oídos, la burla de las blasfemias de los infames; los hombros, el manto las espaldas, los azotes; las manos, la caña; las tensiones de todo el cuerpo en la Cruz; las articulaciones, los clavos; el costado, la lanza. El que sufre por nosotros, y padeciendo nos liberó, el que se condescendió con nosotros por su amor a la humanidad, y nos exaltó, ¡Señor omnipotente, ten piedad de nosotros!



Vers.: ¡Alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de júbilo, todo lo que respira que alabe al Señor!


Toda la creación tembló, viéndote crucificado, oh Cristo; los cimientos de la tierra se estremecieron por temor a tu poder; pues siendo tú exaltado hoy, pereció la raza de los hebreos; el velo del templo se rasgó en dos, se abrieron los sepulcros, los muertos se levantaron de su tumbas; el centurión viendo el milagro, tembló; pero tu Madre estando al lado, clamó lamentándose maternalmente: “¿Como no me lamentaré y golpearé mis entrañas viéndote desnudo, como un condenado suspendido en el madero?”. El que fue crucificado, sepultado y resucitó ¡Señor, gloria a ti!


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Me despojaron de mis vestiduras y me vistieron con un manto escarlata; pusieron sobre mi cabeza una corona de espinas, y a mi mano derecha dieron una caña; para quebrantarlos como un vaso de arcilla.


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Entregué mis espaldas a la flagelación, y mi rostro no lo aparté de los salivazos; ante el tribunal de Pilatos comparecí, y soporté la cruz por la salvación del mundo



DÉCIMO EVANGELIO


Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Marcos (15, 43-47)



En aquel tiempo, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilatos y pedirle el cuerpo de Jesús. Se extraño Pilatos de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.



Doxología


A ti pertenece toda gloria Señor y Dios nuestro, y te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.



Gloria a ti que nos mostraste la Luz.


Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor


Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias.


Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso; Señor Hijo único, Jesucristo, y Espíritu Santo.


Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;


tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.


Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, Jesucristo, para gloria de Dios Padre. Amén.


Cada día te bendeciré y alabaré tu Nombre, por todos los siglos de los siglos.


Haznos dignos, Señor, de guardarnos sin pecado en este día.


Bendito eres Señor, Dios de nuestros padres, y alabado y glorificado sea tu nombre por los siglos. Amén.



Que tu misericordia esté sobre nosotros, como lo esperamos de ti.


Bendito eres, Señor. Enséñanos tus mandamientos (3 veces).


Oh Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.


Yo dije Señor, ten misericordia de mí, y sana mi alma, pues he pecado contra ti.


Señor a ti acudo. Enséñame a realizar tu voluntad porque tú eres mi Dios.


Pues junto a ti está la fuente de la vida; en tu luz veremos la luz.


Extiende tu misericordia a los que te conocen.




Letanía


Diác: Completemos nuestra oración vespertina al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.


Diác: Ampáranos y sálvanos, ten misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.


Coro: Señor, ten piedad.


Diác: Que este día entero sea perfecto, santo, en paz y sin pecado, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Un ángel de paz, fiel guía y guardián de nuestras almas y cuerpos, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: El perdón y remisión de nuestros pecados y transgresiones, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Lo que es bueno y útil para nuestras almas y la paz del mundo, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Que el resto de nuestra vida sea en paz y contrición, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Que el final de nuestra vida sea cristiano, tranquilo, exento de dolor y de vergüenza, y que tengamos una buena respuesta ante el terrible tribunal de Cristo Dios, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Conmemorando a nuestra Santísima, purísima, muy bendita y gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María, con todos los santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente, y toda nuestra vida a Cristo Dios.


Coro: A ti, Señor.


Sac.: Porque tú eres un Dios misericordioso y amas a la humanidad, te glorificamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.


Sac.: La paz sea con todos.


Coro: Y con tu espíritu.


Diác: Inclinad vuestras cabezas delante del Señor.


Coro: A ti, Señor.



El sacerdote ora en secreto:


Sac.: Oh Santo Señor, que moras en las alturas y miras las cosas abajo, y escudriñas toda la creación; inclinamos nuestras cabezas y nuestras almas ante ti, y te suplicamos, oh Santo de los Santos, extiende tu mano invisible desde tu santa morada y bendícenos a todos; y si hemos pecado, voluntaria o involuntariamente, tú como Dios nuestro justo y misericordioso, perdónanos y concédenos tus beneficios celestiales y terrenales.



Y concluye en voz alta:


Porque tú eres misericordioso y amante del hombre, te glorificamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.




DECIMOPRIMER EVANGELIO


Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (19, 38-42)



En aquel tiempo, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilatos autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilatos se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.



Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



Apostija (Tono I)


¡Toda la creación se turbó de temor viéndote suspendido en la cruz, oh Cristo! El sol se oscureció y los cimientos de la tierra se estremecieron, y todos padecieron con el que creó todas las cosas. El que soportó voluntariamente por nosotros, Señor, ¡gloria a ti!



Vers.: Se repartieron mis vestiduras entre sí y sobre mi túnica echaron suertes.


Tono II


¿Por qué el pueblo impío y transgresor de la ley planea injusticias? ¿Por qué fue condenada a muerte la Vida de todos? ¡Inmensa maravilla! El Creador del mundo es entregado en manos de inicuos. Y sobre un madero es levantado el amante del hombre para libertar a los cautivos que estaban en el infierno, que clamaban: “¡Oh Señor de mucha paciencia, gloria a ti!”



Vers.: Me dieron como alimento hiel, y para mi sed, me dieron de beber vinagre



¡Hoy a la Virgen purísima, contemplándote sobre la Cruz, oh Verbo sin pecado, dolida en las entrañas maternas, se le quebrantó el corazón amargamente, y gimiendo dolorosamente desde lo profundo del alma, la oprimen los dolores que anteriormente no conoció en el parto. Por ello llorando copiosamente, exclamó gimiendo: “¡Ay de mi Hijo Divino, ay de mí, oh Luz del mundo! ¿Por qué te escondiste de mis ojos, oh Cordero de Dios?” Por eso los ejércitos incorpóreos temblaron y dijeron: ¡Señor incomprensible, gloria a ti!


Vers.: Dios, nuestro Rey desde antes de los siglos, obró la salvación en medio de la tierra.



Tono II


Viéndote suspendido en el madero, Cristo, a ti el Creador y Dios de todo, la que te dio a luz sin semilla, exclamó amargamente: “¿Hijo mío, dónde se ocultó la hermosura de tu Rostro,? No puedo tolerar verte injustamente crucificado. ¡Apresúrate, pues; resucita para que yo vea tu Resurrección de entre los muertos dentro de tres días!”


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Tono VIII


Señor, cuando subiste a la cruz, temor y temblor cayó sobre la tierra; pero impediste a la tierra tragar a los que te crucificaron; y al infierno ordenaste liberar a los cautivos para la regeneración de los vivientes. Juez de vivos y muertos viniste a conceder vida y no muerte. ¡Amante del hombre, gloria a ti!


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Ya es bajada la caña de la sentencia por los jueces inicuos, y Jesús es juzgado y condenado a la cruz, y la creación sufre viendo al Señor en el madero. Pero el que padece por mí en la naturaleza del cuerpo, ¡oh buen Señor, gloria a ti!




DÉCIMOSEGUNDO EVANGELIO


Se inciensa por última vez. Si hay diácono, lo leerá desde el ambón.



Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (27, 62-66)



Al otro día, el siguiente a la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilatos y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: "A los tres días resucitaré". Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: "Resucitó de entre los muertos", y la última impostura sea peor que la primera».Pilatos les dijo: «Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis».Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.



Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



Es bueno alabar al Señor, cantar salmos a tu Nombre, oh Altísimo, celebrando por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad.


Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.


Después sigue como en la p. 3.



Apolytikion (Tono IV)


Nos redimiste de la maldición de la ley con tu preciosa sangre; habiendo sido clavado sobre la cruz, y traspasado con una lanza, hiciste brotar para los hombres la inmortalidad (3 veces).



Letanía


Diác: Del fondo de nuestro corazón y de nuestro espíritu, digamos:


Señor ten piedad. Señor ten piedad. Señor ten piedad.


Señor omnipotente, Dios de nuestros padres, te suplicamos que nos escuches y tengas piedad de nosotros.


Apiádate de nosotros, oh Dios, según tu gran misericordia. Te suplicamos que nos escuches y tengas piedad de nosotros.


Roguemos aún por nuestro bienaventurado Patriarca (N), por nuestro Metropolita (N) (o Arzobispo u Obispo) y por su venerable presbiterio.


Roguemos aún por nuestros hermanos, los sacerdotes, hieromonjes, diáconos, hierodiáconos y monjes, y por todos nuestros hermanos en Cristo.


Roguemos aún por la misericordia, la vida, la paz, la salud, la salvación, el perdón de los pecados de los siervos de Dios, de los que habitan y se encuentran en esta ciudad (o provincia o isla) (o los hermanos de este santo monasterio).


Roguemos aún por los bienaventurados y siempre recordados fundadores de esta santa iglesia (o monasterio), y por todos los padres y hermanos nuestros ortodoxos que ya han descansado y yacen aquí y en todos los lugares.


Roguemos aún por los que traen dones y los bienhechores de este santo templo, por todos los que se fatigan cantando en él, y por todo el pueblo que está alrededor nuestro, que espera de ti una gran y rica misericordia.



Sac.: Porque eres un Dios misericordioso que amas a la humanidad, te glorificamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.



Coro: Amén.



Bendición


Sac.: ¡Gloria a ti, oh Cristo, Dios nuestro, esperanza nuestra, gloria a ti!


Lector: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.


En el nombre del Señor, bendice Padre.



Sac.: Cristo, nuestro verdadero Dios, que soportó las salivas, la flagelación, los azotes, las bofetadas, la Cruz y la muerte, para la salvación del mundo, por la intercesión de su Santísima y purísima Madre; por la virtud de su preciosísima y vivificadora Cruz; por la protección de los poderes celestiales; por las oraciones del glorioso profeta San Juan Bautista; de los santos gloriosos y honorables apóstoles y mártires, de nuestros santos Padres, de los santos antecesores de Cristo, Joaquín y Ana; y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y nos salve, porque es Dios bueno, misericordioso y ama a la humanidad.


Por las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten misericordia de nosotros y sálvanos.


Coro: Amén.


Equipo de redacción: "En el Desierto"





Notas de referencia:



La Iglesia es el nuevo paraíso, regada con la sangre del Cordero crucificado. Y ese torrente alcanza los cuatro puntos cardinales del mundo. Esta oración tiene el trasfondo del relato yavista de la creación. Allí hay un río que riega el Edén, la tierra santa, dividiéndose en cuatro brazos. Veamos el texto : “Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo. Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos” (Gn 2, 4-10).





Del Cristo glorificado en la cruz brota el agua del Espíritu. Aquí hay que tener en cuenta Jn 7, 37-39 : “El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado”.





La espiritualidad oriental, tomando pie del capítulo octavo de la carta a los Romanos, ha desarrollado mucho más que la occidental una teología de la creación, una cosmología sagrada. El mundo es arrastrado por el pecado del hombre y es liberado y transfigurado por el misterio pascual de Jesucristo. Finalmente está llamado a devenir plena transparencia a la Luz y Gloria de Dios. Es el universo transfigurado. Así, algunos autores hablan no sólo de la théosis del hombre, sino también de una kosmothéosis. Se trata del misterio de los cielos y tierra nueva, inaugurados la noche de la Resurrección.





El documento que nos acusaba, el jeirógrafon.





Clara estructura del misterio pascual celebrado en el triduo. En la cruz rompió la acusación contra nosotros. En el infierno ató al tirano. Por la resurrección nos liberó a todos de los lazos de la muerte y nos iluminó.





Aquí tenemos un ejemplo de la liturgia que celebra su fe, expresada en el dogma. En efecto, en esta oración se propone una cuidada formulación dogmática acerca del misterio Trinitario.





Sal 21(22), 19. 2





El versículo adelanta el contenido del Evangelio : la muerte y abandono de Jesús en la cruz.





Cf. p. 11.





La Iglesia que ha escuchado la proclamación de la muerte de su Señor se sumerge en una oración penitencial.





Cf. p. 11.





Obra del monje Cosmas





El misterio del Dios-hombre es expresado así : padeció impasiblemente.





Esta referencia a María como cordera ya se presenta en el tratado “Sobre la Pascua” de Melitón de Sardes, n. 71 (ed. O. Perler. SC 123. Paris 1966) “Éste es el cordero sin voz. Éste es el cordero degollado. (Éste es) el nacido de María la buena cordera....”





En Caná Jesús reveló por primera vez su gloria. Pero no había llegado aún su hora. En cambio, la Pascua es su hora, cuando revelará abiertamente su gloria.





Todos estos troparios se centran en el drama de la negación de Pedro.





Vuelve el tema del conocimiento. De Judas y de los judíos se dijo que no conocieron la condescendencia del Señor. En esta oración el Señor parece pedirle a Pedro en este momento de tinieblas que renueve la fe en el Cristo que había confesado en Cesarea de Filipo. Cf. Mt 16, 16-19: Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Esto se confirma además en el próximo tropario.





Cf. p. 11.



Clara enunciación del triduo pascual. : Ho staurozeís kai tafeís kai anastás.




Cf. p. 11.





Cf. p. 11.





Cf. p. 11.





Monjes que son sacerdotes.





Monjes que son diáconos.