sábado, 3 de marzo de 2012


Textos de San Máximo El Confesor
Extraídos de "Obras Espirituales de San Máximo El Confesor" - Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de Patrística.
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate

Centurias sobre la Caridad
cuarta centuria
1
El nous se admira, primeramente, considerando la absoluta infinitud divina y aquel mar ilimitado y ardientemente deseado. En segundo lugar, es estremecido por cómo condujo de la nada a la existencia a las creaturas. Pero como su magnificencia no tiene límite[1], así es impenetrable su sabiduría.

2
¿Cómo no se maravilla contemplando aquel inmenso y extraordinario mar de bondad? o, ¿Cómo no sale de sí considerando cómo y de dónde vienen la sustancia racional e intelectual y los cuatro elementos, de los cuales son los cuerpos, no preexistiendo materia alguna  a su creación? ¿Cuál es además, aquella potencia que, pasando al acto, llevó estas cosas al ser?. Pero los discípulos de los Griegos no admiten esto, ignorando la bondad omnipotente y su activa e impenetrable sabiduría y ciencia.

3
Dios, existiendo como creador desde la eternidad, cuando quiere crea con el Verbo consustancial y con el Espíritu por infinita bondad. Y no digas: ¿Por qué razón ha creado ahora, siendo Él siempre bueno? Porque, te respondo, la sabiduría inescrutable de la sustancia infinita no cae bajo el conocimiento humano.

4
El Creador, cuando quiso, dio sustancia y existencia al conocimiento de los seres eternamente preexistente en Él. Es absurdo dudar de Dios omnipotente, si Él puede hacer subsistir cualquier cosa, cuando lo quiere.

5
Busca por qué causa Dios ha creado; ésta es, pues, el conocimiento. No busquéis, en cambio, cómo y por qué Él ha creado. No cae bajo tu mente; porque de las cosas divinas algunas son comprensibles, otras incomprensibles a los hombres. Una contemplación sin freno podría arrojar en un precipicio, como dice uno de los santos.

6
Algunos dicen que las creaturas coexisten desde la eternidad con Dios, lo cual es imposible. ¿Cómo pueden coexistir desde la eternidad con Aquel que es absolutamente infinito aquellas cosas que son bajo todo aspecto finitas? ¿Y cómo pueden ser realmente creaturas, si son coeternas con el Creador? Pero éste es el discurso de los griegos, los cuales admiten a Dios como creador solamente de la cualidad, pero de ningún modo de la sustancia. Nosotros, en cambio, habiendo conocido al Dios omnipotente, afirmamos que Él es creador no de cualidad, sino de sustancias dotadas de cualidad. Si esto es así, las creaturas no coexisten con Dios desde la eternidad.

7
La divinidad, y las cosas divinas, son según cierto aspecto, cognoscibles; según otro, incognoscibles; cognoscibles, en las contemplaciones respecto a sus atributos; incognoscibles, en las prerrogativas de su sustancia.

8
No busques modos y propiedades en la sustancia simple e infinita de la santa Trinidad, para no hacerla compuesta como las creaturas; lo cual es absurdo e impío pensar acerca de Dios.

9
Única sustancia, simple, uniforme, sin cualidad, pacífica e inmutable es la sustancia infinita, omnipotente y creadora de todas las cosas. Toda creatura, en cambio, es compuesta de sustancia y accidente, y necesitada siempre de la divina providencia, en cuanto no es libre de cambio.

10
Toda la sustancia intelectual y sensible, llevada al ser por Dios, recibió  potencias para percibir los seres: la sustancia intelectual, los pensamientos;  la sensible, las sensaciones.

11
Dios es solamente participado; la creatura, en cambio, participa y comunica: participa del ser y del ser-bueno, y comunica solamente el ser-bueno; pero de un modo la sustancia corpórea y de otro la incorpórea.

12
La sustancia incorpórea comunica el ser-bueno sea hablando sea obrando sea siendo contemplada; la corpórea, sólo siendo contemplada.

13
El ser-siempre y el no-ser de la sustancia racional e intelectual está en la voluntad de Aquel que creó todos los bienes; el ser aquella buena o mala, en cambio, según la elección, está en la voluntad de las creaturas.

14
El mal no es contemplado en torno a la sustancia de las creaturas, sino en torno al movimiento errado e irracional.

15
El alma se mueve rectamente cuando su parte concupiscible se distingue por el dominio de sí; la parte irascible, expulsado el odio, persevera en la caridad; la parte racional es conducida hacia Dios mediante la oración y la contemplación espiritual.

16
No tiene aún la caridad perfecta ni el conocimiento profundo de la providencia divina, el que en tiempo de tentación no soporta las adversidades que le acaecen, sino que separándose de la caridad de los hermanos espirituales.

17
Objetivo de la providencia divina es unificar mediante la fe recta y la caridad espiritual a aquellos que han sido divididos por el mal en diversos modos; por esto ha sufrido el Salvador, para reconducir a la unidad a los hijos dispersos de Dios[2]. Quien no tolera los fastidios ni soporta la adversidad ni resiste a las aflicciones, camina fuera de la caridad y del objetivo de la providencia.

18
Si la caridad es longánima y benigna[3], el que es pusilánime en las aflicciones que le acaecen y por esto llega a ser malo hacia aquellos que lo afligen y se separa del amor a ellos, ¿cómo no se va a alejar del objetivo de la providencia divina?

19
Presta atención a ti mismo, para que el mal que te separa del hermano no venga a encontrarse no en el hermano, sino en ti; y empéñate en reconciliarte con él, para que no te apartes del mandamiento de la caridad.

20
No desprecies el mandamiento de la caridad, para que por medio de él serás hijo de Dios; transgrediéndolo, serás hallado hijo de la gehena.

21
Las cosas que separan de la caridad a los amigos son estas: envidiar o ser envidiado, dañar o ser dañado, despreciar o ser despreciado y los pensamientos que nacen de la sospecha. Ojalá no hayas hecho ni sufrido ninguna de estas cosas, y por ello no estés separado de la caridad por el amigo.

22
Te ha acontecido una tentación de parte del hermano y la tristeza te condujo al odio; no seas vencido por el odio, sino que vence en la caridad[4]al odio. Vencerás de este modo: orando sinceramente a Dios por él, aceptando su justificación o buscando tú mismo cautivarlo con ésta, y considerándote a ti mismo como causa de la tentación y siendo paciente hasta que la nube pase.

23
Es paciente quien espera el fin de la tentación y aguarda la gloria de la perseverancia.

24
Hombre paciente, grande en prudencia[5], porque soporta hasta el fin todo lo que le acontece y, esperando, resiste las adversidades. Y el fin es la vida eterna[6], según el divino Apóstol;  ésta es la vida eterna, que Te conozcan a Ti, el único Dios verdadero y a quien enviaste, Jesucristo[7].

25
No consientas fácilmente a la pérdida de la caridad espiritual, porque no ha sido dejado a los hombres otro camino de salvación.
Equipo de redacción: “En el Desierto”,
agradece el aporte
       al hno. Pablo Argárate"

Notas:
[1] Sal  144, 3.
[2]Jn  11, 52.
[3] 1 Co 13, 4.
[4] Cf. Rm  12, 21.
[5] Pr  14, 29.
[6] Rm  6, 22.
[7]Jn 17, 3.