Textos de San Máximo El Confesor
Extraídos de "Obras Espirituales de
San Máximo El Confesor" - Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de Patrística.
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate
Centurias
sobre la Caridad
cuarta centuria
El nous
se admira, primeramente, considerando la absoluta infinitud divina y aquel mar
ilimitado y ardientemente deseado. En segundo lugar, es estremecido por cómo
condujo de la nada a la existencia a las creaturas. Pero como su magnificencia no tiene límite[1], así
es impenetrable su sabiduría.
2
¿Cómo no se maravilla
contemplando aquel inmenso y extraordinario mar de bondad? o, ¿Cómo no sale de
sí considerando cómo y de dónde vienen la sustancia racional e intelectual y
los cuatro elementos, de los cuales son los cuerpos, no preexistiendo materia
alguna a su creación? ¿Cuál es además,
aquella potencia que, pasando al acto, llevó estas cosas al ser?. Pero los
discípulos de los Griegos no admiten esto, ignorando la bondad omnipotente y su
activa e impenetrable sabiduría y ciencia.
3
Dios, existiendo como
creador desde la eternidad, cuando quiere crea con el Verbo consustancial y con
el Espíritu por infinita bondad. Y no digas: ¿Por qué razón ha creado ahora,
siendo Él siempre bueno? Porque, te respondo, la sabiduría inescrutable de la
sustancia infinita no cae bajo el conocimiento humano.
4
El Creador, cuando quiso, dio sustancia y
existencia al conocimiento de los seres eternamente preexistente en Él. Es
absurdo dudar de Dios omnipotente, si Él puede hacer subsistir cualquier cosa,
cuando lo quiere.
5
Busca por qué causa
Dios ha creado; ésta es, pues, el conocimiento. No busquéis, en cambio, cómo y
por qué Él ha creado. No cae bajo tu mente; porque de las cosas divinas algunas
son comprensibles, otras incomprensibles a los hombres. Una contemplación sin
freno podría arrojar en un precipicio, como dice uno de los santos.
6
Algunos dicen que las
creaturas coexisten desde la eternidad con Dios, lo cual es imposible. ¿Cómo
pueden coexistir desde la eternidad con Aquel que es absolutamente infinito
aquellas cosas que son bajo todo aspecto finitas? ¿Y cómo pueden ser realmente
creaturas, si son coeternas con el Creador? Pero éste es el discurso de los
griegos, los cuales admiten a Dios como creador solamente de la cualidad, pero
de ningún modo de la sustancia. Nosotros, en cambio, habiendo conocido al Dios
omnipotente, afirmamos que Él es creador no de cualidad, sino de sustancias
dotadas de cualidad. Si esto es así, las creaturas no coexisten con Dios desde
la eternidad.
7
La divinidad, y las
cosas divinas, son según cierto aspecto, cognoscibles; según otro,
incognoscibles; cognoscibles, en las contemplaciones respecto a sus atributos;
incognoscibles, en las prerrogativas de su sustancia.
8
No busques modos y
propiedades en la sustancia simple e infinita de la santa Trinidad, para no
hacerla compuesta como las creaturas; lo cual es absurdo e impío pensar acerca
de Dios.
9
Única sustancia,
simple, uniforme, sin cualidad, pacífica e inmutable es la sustancia infinita,
omnipotente y creadora de todas las cosas. Toda creatura, en cambio, es
compuesta de sustancia y accidente, y necesitada siempre de la divina
providencia, en cuanto no es libre de cambio.
10
Toda la sustancia
intelectual y sensible, llevada al ser por Dios, recibió potencias para percibir los seres: la
sustancia intelectual, los pensamientos;
la sensible, las sensaciones.
11
Dios es solamente
participado; la creatura, en cambio, participa y comunica: participa del ser y
del ser-bueno, y comunica solamente
el ser-bueno; pero de un modo la
sustancia corpórea y de otro la incorpórea.
12
La sustancia incorpórea
comunica el ser-bueno sea hablando
sea obrando sea siendo contemplada; la corpórea, sólo siendo contemplada.
13
El ser-siempre y el no-ser de la sustancia racional e intelectual está
en la voluntad de Aquel que creó todos los bienes; el ser aquella buena o mala,
en cambio, según la elección, está en la voluntad de las creaturas.
14
El mal no es
contemplado en torno a la sustancia de las creaturas, sino en torno al
movimiento errado e irracional.
15
El alma se mueve
rectamente cuando su parte concupiscible se distingue por el dominio de sí; la
parte irascible, expulsado el odio, persevera en la caridad; la parte racional
es conducida hacia Dios mediante la oración y la contemplación espiritual.
16
No tiene aún la caridad
perfecta ni el conocimiento profundo de la providencia divina, el que en tiempo
de tentación no soporta las adversidades que le acaecen, sino que separándose
de la caridad de los hermanos espirituales.
17
Objetivo de la
providencia divina es unificar mediante la fe recta y la caridad espiritual a
aquellos que han sido divididos por el mal en diversos modos; por esto ha
sufrido el Salvador, para reconducir a la
unidad a los hijos dispersos de Dios[2].
Quien no tolera los fastidios ni soporta la adversidad ni resiste a las
aflicciones, camina fuera de la caridad y del objetivo de la providencia.
18
Si la
caridad es longánima y benigna[3], el
que es pusilánime en las aflicciones que le acaecen y por esto llega a ser malo
hacia aquellos que lo afligen y se separa del amor a ellos, ¿cómo no se va a
alejar del objetivo de la providencia divina?
19
Presta atención a ti mismo, para que el
mal que te separa del hermano no venga a encontrarse no en el hermano, sino en ti;
y empéñate en reconciliarte con él, para que no te apartes del mandamiento de
la caridad.
20
No desprecies el mandamiento de la
caridad, para que por medio de él serás hijo de Dios; transgrediéndolo, serás
hallado hijo de la gehena.
21
Las cosas que separan de la caridad a
los amigos son estas: envidiar o ser envidiado, dañar o ser dañado, despreciar
o ser despreciado y los pensamientos que nacen de la sospecha. Ojalá no hayas
hecho ni sufrido ninguna de estas cosas, y por ello no estés separado de la
caridad por el amigo.
22
Te ha acontecido una tentación de parte
del hermano y la tristeza te condujo al odio; no seas vencido por el odio, sino
que vence en la caridad[4]al
odio. Vencerás de este modo: orando sinceramente a Dios por él, aceptando su
justificación o buscando tú mismo cautivarlo con ésta, y considerándote a ti
mismo como causa de la tentación y siendo paciente hasta que la nube pase.
23
Es paciente quien espera el fin de la
tentación y aguarda la gloria de la perseverancia.
24
Hombre paciente, grande en prudencia[5],
porque soporta hasta el fin todo lo que le acontece y, esperando, resiste las
adversidades. Y el fin es la vida eterna[6],
según el divino Apóstol; ésta es la vida eterna, que Te conozcan a
Ti, el único Dios verdadero y a quien enviaste, Jesucristo[7].
25
No consientas fácilmente a la pérdida de
la caridad espiritual, porque no ha sido dejado a los hombres otro camino de
salvación.
Equipo de redacción: “En el Desierto”,
agradece el aporte
al hno. Pablo
Argárate"