viernes, 11 de marzo de 2011

B. La oración: una incursión en la “mística” de Evagrio

B. La oración

Evagrio expondrá su “mística” en el Tratado de la Oración. En él define la oración como “ascensión del espíritu hacia Dios” (TO 35). En ella se resume toda la vida espiritual que va del espíritu hacia Dios:

“¿Quieres orar? Sal de aquí y ten tu morada en los cielos (cf. Flp 3,20), pero no sólo con palabras sino con la praxis angélica y con la

gnosis divina” (TO 142).

Para orar verdaderamente hay que estar libre de los pensamientos turbados por las pasiones, sobre todo los que son sugeridos por el demonio de la cólera:

“Si Moisés, cuando intentó acercarse a la zarza ardiente, no pudo hacerlo hasta que se quitó las sandalias de sus pies (cf. Ex 3,5) ¿cómo tú, que pretendes ver al que está por encima de todo conocimiento y sentimiento, no te desprendes de todo pensamiento perturbado por la pasión?” (TO 4).

Además, hay que tener el espíritu libre de toda representación o recuerdo que intente distraerlo:

“Pugna para que tu espíritu, en el tiempo de la oración, sea sordo y mudo. Entonces podrás orar” (TO 11).

La verdadera oración es aquella que se realiza sin distracciones, a la que Evagrio denomina “oración pura”. Esta oración implica la ausencia de toda imagen o de toda forma por medio de la cual uno se representa a Dios:

“Cuando ores, no plasmes en ti representación alguna de lo divino, ni permitas que en tu espíritu se imprima ninguna forma, sino ve, inmaterial, hacia lo inmaterial y lo hallarás” (TO 66).

Desprendido, en cierta medida, de la materialidad el espíritu está en condiciones de ejercer la actividad que le es propia:

“La salmodia calma las pasiones y apacigua la intemperancia del cuerpo. La oración, en cambio, hace que el espíritu se ejercite en la actividad que le es propia” (TO 83).

La oración pura le permite al espíritu acceder, al menos de forma temporal, a la teología:

“Si eres teólogo, orarás verdaderamente; y si oras verdaderamente, eres teólogo” (TO 60).

En el estado momentáneo de oración pura el espíritu no tiene una visión directa de Dios, se ve a sí mismo, pero iluminado por esa luz que es Dios mismo.

Síntesis de la enseñanza monástica de Evagrio[1]

El camino de la salvación pasa:

por las lágrimas de la penitencia

por la renuncia a todo en la práctica de las virtudes

por la abnegación total de sí mismo

por la misericordia y el amor fraterno

Es un camino que exige:

purificaciones progresivas del cuerpo y del alma

abandono absoluto a la voluntad de Dios

lucha, en la paciencia, contra los demonios

dejar de lado, por medio de la humildad, todas las ilusiones


Es un camino que desemboca en:

la paz en el reposo de la contemplación de Dios

en el re-encuentro de todo aquello que por Dios habíamos dejado

El camino se convierte en un caminar EN Dios

El monje se encuentra:

separado de todo y unido a todo

impasible pero con una sensibilidad soberana

deificado pero considerándose la basura del mundo

Por encima de todo es feliz,

feliz en Dios

Despidiéndonos de Evagrio con simpatía[2]

1. En su obra, dedicada a estudiar el tema de la paternidad espiritual en Evagrio[3], Gabriel Bunge nos ofrece valiosos aportes para “despedirnos” de este autor antiguo con el que hemos convivido durante ocho días.

“En la época en que Evagrio devino discípulo (de los dos Macarios), adquirió la filosofía mediante las obras, mientras que hasta aquel momento había sido únicamente filósofo con la palabra”[4].

2. El filósofo era (y es) entonces aquel o aquella que sabe unir en un solo movimiento vital la búsqueda de una vida moral perfecta con la búsqueda de la sabiduría divina.

3. La contribución más importante de Evagrio a la antigua espiritualidad monástica fue el logro de una síntesis “robusta”, la cual partiendo de los hechos salvíficos de la revelación supo armonizar el ejercico de las virtudes evangélicas (la praktiké) con la contemplación de la criatura y su Creador:

“Digno de alabanza es aquel hombre que sabe unir la praktiké con la gnostiké para regar, utilizando ambas fuentes, el campo del alma a fin de alcanzar la virtud. La gnostiké le pone alas[5] a la sustancia inteligible (al espíritu[6]), mediante la contemplación de las cosas más altas; la praktiké, por su parte, somete aquella parte que pertenece a la tierra: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos (cf. Col 3,5). Quienes se han ceñido con estas dos, como con una armadura, podrán con facilidad pisar las maldades de los demonios”[7].

4. La finalidad de esta síntesis entre praktiké y gnostiké era extremadamente concreta: cortarle el camino a la seducción de una seudo gnosis que, en aquel tiempo, se iba difundiendo rápidamente en los ambientes monásticos. Para ello había que oponerle una verdadera “gnosis cristiana”, que no se funda sobre una frívola curiosidad humana o sobre un ansia desenfrenada de especulación, sino sobre la FE que, en el decurso de la vida, se abre al conocimiento de los misterios de la revelación, en ella recibidos.

5. Esta verdadera gnosis, en el sentido joánico y paulino de la palabra, no es el fruto de una especulación arbitraria ni tampoco de “iniciaciones misticoides”, sino un puro don de la gracia de Dios a quienes se han sometido a la fatiga de una seria sequela Christi.

6. Evagrio poseyó una vasta cultura filosófica y teológica griega de su tiempo. Sin embargo, llamado por el Señor, no vaciló, en edad madura, ponerse a los pies de los grandes místicos y maestros espirituales del monacato egipcio, muchos de los cuales eran simples coptos, sin formación helenística.

7. Durante toda su vida Evagrio se consideró indigno de guiar a otros[8]; sin embargo, parece haber sido un padre espiritual con un atractivo y una irradiación poco comunes.

8. Evagrio consideraba asimismo que la paternidad espiritual es un carisma, un don del Espíritu Santo. Para él el padre espiritual no obra en nombre propio (no es el jefe de una escuela o de una secta), sino que ocupa un lugar bien preciso en la historia de la humanidad, guiada por Dios. Historia que nosotros denominamos “historia de la salvación”, porque es en la historia que se realiza la salvación.

9. En consecuencia, la paternidad espiritual no es un fenómeno aislado, sino un verdadero “lugar teológico” bien preciso, dentro de la historia de la salvación. Es, ante todo, imitación de Cristo, es decir, entrar en su obra salvífica[9], que quiere conducir a los hombres de la maldad a la virtud (mediante la praktiké), y de la ignorancia al conocimiento de Dios (por medio de la theoretiké). Es, en última instancia, una comunidad entre ángeles y justos.

10. El camino que conduce a la consecución del carisma de la paternidad espiritual, que es un don gratuito, es la praktiké, es decir, el “método espiritual que purifica la parte turbada por las pasiones del alma”[10]. Con la praktiké el hombre realiza, por medio de su esfuerzo personal, lo que en el bautismo le fue dado por pura gracia.

11. Para Evagrio “el primer y más importante de los mandamientos es el amor[11], gracias al cual el espíritu contempla el Amor primero, es decir, Dios[12]. En efecto, a través de nuestro amor, podemos contemplar el amor por nosotros, como se dice en el Salmo: Enseñarás a los humildes tus caminos (Sal 24,9)”[13].

12. La praktiké debe ejercitarse con “conocimiento”[14], y para hacer esto es necesario, imprescindible, además de la propia capacidad de observación[15], la ayuda de un padre espiritual experimentado.

13. La “oración en espíritu y verdad” es un evento libre entre personas, sin ningún intermediario, porque Dios mismo, en las personas del Hijo y del Espíritu, es el intermediario ante Dios[16]. Un acontecimiento de esta naturaleza, inefable inexpresable, no puede ser “manejado” de modo unilateral por el hombre, ya que él es quien lo acoge. Es un evento que acontece:

“La oración es un estado del espíritu que se produce únicamente a través de la luz de la santa Trinidad”[17].

14. Para Evagrio, es el conocimiento - contemplación el término último del camino que se inicia con la fe[18].

15. El carácter propio, específico, de la “gnosis cristiana” está en el hecho de que tiene su fundamento en el ser personal de Dios y en la imagen de Dios, que es la criatura. La gnosis es un intercambio entre personas, y es Dios quien tiene la iniciativa.

16. El ascenso del espíritu, su éxodo hacia Dios, solamente es posible porque ha precedido, en la historia de la salvación, el ingreso de Dios: su entrada en la creación, en la persona del Hijo, por medio del Espíritu Santo

“La oración es una ascensión del espíritu hacia Dios.

“Si deseas ardientemente orar, renuncia a todo para recibir todo.

“El demonio tiene una gran envidia del hombre que ora, y emplea todos los medios para arruinar su propósito. Así no cesa de reavivarle en la memoria el recuerdo de objetos, y de despertarle en la carne todas las pasiones, para impedirle, si fuera posible, su espléndida carrera y su éxodo hacia Dios”[19].

17. La verdadera sabiduría y el verdadero conocimiento son frutos de la íntima relación con Dios, de la amistad entre Dios y el hombre.

18. El verdadero “gnóstico” aparece así como el verdadero “místico”, como aquel que en el encuentro con la luz de la santa Trinidad toma plena conciencia de la propia luz, es decir, de ser imagen de Dios, entendida como pura y total referencia a Dios. Experimenta que el hombre no puede ser plenamente él mismo si no es encontrando la causa primera del propio ser: el Dios uno y trino de la revelación.

19. Al hablar de “mística” entramos en un ámbito que siempre crea desconfianza. Aquí, en Evagrio, no se trata más que de una humilde y discreta interiorización de la teología en el fatigoso camino de la praktiké. La “gnosis cristiana” es, en definitiva, la expresión de un profundo respeto, de un temor reverencial, en el amor, ante Dios y el prójimo.

20. La llave de la tan discutida cristología evagriana está en la atención que se dirige hacia el misterio del núcleo esencial, personal, del hombre, sobre su condición de imagen de Dios y, por tanto, hacia su ser radicado en el mismo mysterium Trinitatis. Evagrio se interesa por el cómo del ser creatural “fuera” de la divinidad. De aquí que para él el conocimiento de Cristo contiene todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento de Dios. En otras palabras, se trata de reconocer que la única vía que lleva a Dios es la misma que Él tomó para venir a nosotros: CRISTO.

Equipo de redacción: "En el Desierto"



[1] Según I. Hausherr, Les leçons d’un contemplatif. Le Traité de l’Oraison d’Évagre le Pontique, Paris, 1960.

[2] Del gr. sympatheia, acción de sentir igual que otro, de syn, juntamente, y pathos, sentimiento. Actitud o sentimiento de afecto, atracción o agrado; Enciclopedia Interactiva Santillana (versión 1.0), CD ROM para Windows, Chinon America Inc., 1995.

[3] La paternità spirituale, Comunità di Bose (Magnano, Italia), Ed. Qiqajon, 1991 (Collana Spiritualità orientale); trad. del alemán: Geistliche Vaterschaft, Regensburg, Friedrich Pustet, 1988.

[4] Sócrates, Historia Eclesiástica IV, 23; PG 67,516A.

[5] Cf. KG II, 6.

[6] “Espíritu” debe comprenderse en la mayor parte de los casos como: parte racional del alma.

[7] Tratado a Eulogio monje 15; PG 79, 1112-1113.

[8] Cf. Epístolas 9,1; 49,2; 50,1-2; 58,5.

[9] Cf. TP 1.

[10] TP78.

[11] Mc 12,29 ss.

[12] 1 Jn 4,8.

[13] Epístola 56,3. El texto griego del Salmo trae:(humilde, suave). En tanto que la Vulgata traduce: diriget mansuetos in iudicio docebit mites vias suas. En la Biblia de Jerusalén leemos: Conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero.

[14] TP 50.

[15] TP 51.

[16] TO 3: “Si la oración es el trato íntimo del espíritu con Dios ¿en qué estado deberá hallarse el espíritu para que, establecido en una paz inalterable, vaya hacia su propio Señor y trate con Él sin ningún intermediario?”.

[17] Skemmata.

[18] In Prov. 4, 10; SCh 340, Paris, 1987, p. 45.

[19] TO 36, 37, 46 (47).