martes, 12 de julio de 2011



VIERNES SANTO

EN LA MAÑANA








LAS HORAS

HORA PRIMA

Tras el inicio como otros oficios (p.10 ) continúa con el rezo de los salmos 5, 2, 21(22), diciendo luego:

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Aleluya. Aleluya. Aleluya!

Señor ten piedad. Señor ten piedad. Señor ten piedad.

Tropario (Tono I)

Habiendo sido crucificado tú, oh Cristo, fue destruida la tiranía y pisoteado el poder del enemigo, pues ni ángel ni hombre, sino tú mismo Señor nos salvaste. ¡Gloria a ti!

Theotokíon:

¿Cómo te llamaremos oh llena de gracia? ¿Cielo? porque hiciste resplandecer el Sol de Justicia. ¿Paraíso? porque hiciste brotar para nosotros la flor de la incorruptibilidad. ¿Virgen? pues permaneciste incorrupta. ¿Madre pura? pues en tus brazos llevaste un Hijo que es el Dios de todos. Intercede ante Él por la salvación de nuestras almas.

Idiomelos (Tono VI)

¡Hoy el velo del Templo se rasgó, para refutación de los transgresores de la ley; y el sol ocultó sus rayos, al ver al Señor crucificado!

Vers.: ¿Por qué se jactan las naciones, y los pueblos traman vanidades?

Tono VIII

Coro: Cristo Rey, como oveja fuiste llevado a la inmolación; y como cordero inocente fuiste clavado en la cruz por hombres inicuos, a causa de nuestros pecados, ¡oh amante del hombre!

Vers.: Comparecieron los reyes de la tierra, y los príncipes se reunieron.

Coro: Cristo Rey, como oveja fuiste llevado a la inmolación; y como cordero inocente fuiste clavado en la cruz por hombres inicuos, a causa de nuestros pecados, ¡oh amante del hombre!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Tono VIII

Señor, clamaste con paciencia a los que te prendían diciendo: “Aunque habéis herido al Pastor, dispersando las doce ovejas, mis discípulos, hubiera podido traer más de doce legiones de ángeles; pero soy paciente, para que se cumpla lo que os he anunciado por medio de mis profetas, de las cosas ocultas y secretas”.

¡Oh Señor, gloria a ti!

Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Señor, clamaste con paciencia a los que te prendían diciendo: “Aunque habéis herido al Pastor, dispersando las doce ovejas, mis discípulos, hubiera podido traer más de doce legiones de ángeles; pero soy paciente, para que se cumpla lo que os he anunciado por medio de mis profetas, de las cosas ocultas y secretas”.

LECTURA

Diác: Estemos atentos

Prokimenon (Tono IV)[1]: Salió afuera y habló al pueblo: Todos los pueblos murmuran contra mí, traman males contra mí.

Vers.: Bienaventurado el que piensa en el pobre y el indigente, en el día de la necesidad lo salvará el Señor.

Diác: Sabiduría

Lector: Lectura de las profecías del Profeta Zacarías (11, 10-13)

Esto dice el Señor: Tomé luego mi cayado «Gracia» y lo partí, para romper la alianza que Yahveh había concluido con todos los pueblos. Quedó roto aquel día, y los tratantes de ovejas que me observaban supieron que era una palabra de Yahveh. Yo les dije: «Si os parece bien, dadme mi jornal; sino, dejadlo.» Ellos pesaron mi jornal: treinta siclos de plata. Yahveh me dijo: «¡Échalo al tesoro, esa lindeza de precio en que me han apreciado!» Tomé, pues, los treinta siclos de plata y los eché en la Casa de Yahveh, en el tesoro.

EPÍSTOLA

Lectura de la Epístola de san Pablo a los Gálatas (6, 14-18)

Hermanos, en cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo! Porque nada cuenta ni la circuncisión, ni la incircuncisión, sino la creación nueva. Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios. En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén

EVANGELIO

Precedido por las fórmulas ordinarias[2].

Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (27, 1-56)

En aquel tiempo, llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilatos. Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: «Pequé entregando sangre inocente». Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás».El tiró las monedas en el Santuario[3]; después se retiró y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre».Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros. Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor».

Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Sí, tú lo dices».Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. Entonces le dice Pilatos: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?» Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido. Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilatos: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?», pues sabía que le habían entregado por envidia. Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa».Pero los sumos sacerdotes y los ancianos lograron persuadir a la gente que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Y cuando el procurador les dijo: «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?», respondieron: «¡A Barrabás!» Díceles Pilatos: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?» Y todos a una: «¡Sea crucificado!» -«Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilatos. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!» Entonces Pilatos, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis».Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado.

Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario»,le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Y se quedaron sentados allí para custodiarle. Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».

Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo de Dios".» De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él. Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste».Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle».

Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios».Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Sac.: Dirige mis pasos según tu palabra y que no me domine ninguna maldad; líbrame de la calumnia de los hombres, y guardaré tus preceptos; manifiesta tu Rostro sobre tu siervo, y enséñame tus juicios; llénese mi boca de tu alabanza, Señor, para que alabe tu gloria, todo el día tu magnificencia.

Santo Dios ...

y lo que sigue como en p. 3.

Kontakion (Tono VIII)

Venid todos, alabemos al Crucificado por nosotros, pues María al verlo sobre el madero dijo: “Aunque soportaste la crucifixión voluntaria, ¡aún eres mi Hijo y mi Dios!”.

Señor, ten misericordia (40 veces). “Tú que en todo tiempo...”, como en p. 40.

¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon:

Tú eres más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines. Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios; verdaderamente eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.

En el Nombre del Señor, bendice Padre.

Sac.: Que Dios tenga compasión de nosotros y nos bendiga, que resplandezca su rostro sobre nosotros y tenga piedad de nosotros[4].

Sac.: Cristo, la Luz verdadera, que ilumina y santifica a toda persona que viene a este mundo; que se imprima sobre nosotros la Luz de tu Rostro, Señor, para que podamos ver la Luz inaccesible. Guía nuestros pasos hacia tus mandamientos, por la intercesión de tu purísima Madre y de todos tus santos.

Coro: Amén.

HORA TERCIA

El diácono sale a incensar mientras se inicia la hora tercera.

El oficio se inicia como de costumbre[5]. Luego se rezan los salmos 34, 108 (109), 50 (51). Tras los cuales se continua con lo siguiente:

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a ti, oh Dios! (3 veces).

¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Tropario (Tono VI)

Señor, los judíos te condenaron a muerte, ¡oh Vida de todos! Y aquellos a quienes hiciste atravesar el Mar Rojo a pie enjuto por medio de la vara de Moisés, te clavaron en la Cruz; y a los que hiciste beber miel de la peña, te ofrecieron hiel. Pero voluntariamente lo sufriste todo, para librarnos de la esclavitud del enemigo. ¡Oh Cristo, Dios nuestro, gloria a ti!

Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon:

Madre de Dios, tú eres la verdadera viña, que hiciste germinar el fruto de vida. Te suplicamos, oh Señora, intercede con los apóstoles y todos los santos para que nuestras almas alcancen misericordia.

Idiomelos (Tono VIII)

Coro: Señor, por temor a los judíos, Pedro tu amigo y tu prójimo te negó, y exclamó así lleno de dolor: No silencies mis lágrimas, porque dije que guardaría la fe, oh compasivo, y no la guardé. Recibe también nuestro arrepentimiento, y ten piedad de nosotros.

Vers.: Escucha, Señor, mis palabras; atiende mi clamor.

Antes de tu venerable crucifixión, los ejércitos angélicos se pasmaron viendo a los soldados mofarse de ti, porque te ceñiste con la corona de injuria; tú, el que coronó la tierra con flores; llevaste el manto de irrisión, tú que cubriste el firmamento con las nubes; por esta dispensación fue conocida tu misericordia y tu gran compasión, Salvador.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo

Vers.: Atiende a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío.

Llevado a la cruz, Señor, clamaste así: ¿Por cuál obra queréis crucificarme, judíos? ¿Porque fortalecí a vuestros paralíticos? ¿Por resucitar a vuestros muertos, como de un sueño? ¿Por haber sanado a la hemorroísa? ¿Por haber tenido compasión de la cananea? ¿Por cuál obra queréis matarme, judíos? Pero veréis, impíos, que Aquel que traspasáis es Cristo.

Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

LECTURAS

Prokimenon (Tono IV)[6]: Estoy preparado para los azotes, y mi dolor está siempre ante mí.

Vers.: Señor, no me reprendas en tu ira y no me castigues en tu furor.

Lector: Lectura del profeta Isaías (50, 4-11)

El Señor Dios me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos; el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás. Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos. Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado. Cerca está el que me justifica: ¿quién disputará conmigo? Presentémonos juntos: ¿quién es mi demandante? ¡que se llegue a mí! He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me condenará? Pues todos ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá. El que de entre vosotros tema a Yahveh oiga la voz de su Siervo. El que anda a oscuras y carece de claridad confíe en el nombre de Yahveh y apóyese en su Dios. ¡Oh vosotros, todos los que encendéis fuego, los que sopláis las brasas! Id a la lumbre de vuestro propio fuego y a las brasas que habéis encendido. Esto os vendrá de mi mano: en tormento yaceréis.

EPÍSTOLA

Lectura de la Epístola de san Pablo a los Romanos (5, 6-10)

Hermanos, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; -en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -;mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera! Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

EVANGELIO

Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Marcos (15, 16-41)

En aquel tiempo, los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos».Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».

También le injuriaban los que con él estaban crucificados. Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías».Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle».Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

Lector: Bendito sea Dios, el Señor; bendito sea el Señor día a día; que el Dios de nuestra salvación nos dirija; nuestro Dios, el Dios que nos salva.

Luego sigue con el Trisagion y lo restante, como en p. 3.

Kontakion (Tono VIII)

Venid todos, alabemos al que fue crucificado por nosotros, pues María al verlo sobre el madero dijo: “Aunque soportas la cruz voluntaria, eres mi Hijo y mi Dios”.

Señor ten piedad (40 veces).

Ten misericordia y sálvanos, ¡oh Hijo de Dios! Tú que en todo tiempo y a toda hora, en el cielo y en la tierra, eres adorado y glorificado, Cristo Dios, de mucha paciencia y misericordia, de infinita compasión, que amas a los justos y tienes misericordia ; de infinita compasión, que amas a los justos y tienes misericordia de los pecadores; que llamas todos a la salvación, prometiendo los bienes futuros. Tú, oh Señor, recibe en esta hora nuestras súplicas y dirige nuestras vidas en las sendas de tus mandamientos. Santifica nuestras almas, purifica nuestros cuerpos, guía nuestros pensamientos, purifica nuestras intenciones; líbranos de toda aflicción, dolencia, rodéanos con tus santos ángeles, para que con su poder seamos guiados y protegidos, a fin de llegar a la unidad de la fe y al conocimiento de tu gloria inaccesible, porque eres bendito y glorificado por los siglos de los siglos. Amén.

Señor ten piedad. Señor ten piedad. Señor ten piedad.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Señor Dios Padre Omnipotente, Señor Hijo Unigénito Jesucristo y Espíritu Santo, una Divinidad, un solo Poder, ten piedad de mí, pecador; sálvame, a tu indigno siervo, por medios que tú conoces, porque eres bendito por los siglos de los siglos. Amén.

HORA SEXTA

Se inicia como las horas anteriores y se prosigue con los siguientes salmos: 53 (54), 139 (140) y 90(91). Luego se reza lo siguiente:

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a ti, oh Dios! (3 veces).

¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Tropario (Tono II)

Realizaste la salvación en medio de la tierra, oh Cristo Dios; extendiendo tus manos purísimas sobre la Cruz, reuniste a todas las naciones[7] que clamaron: “¡Señor, gloria a ti!”.

Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon

Porque no tenemos confianza a causa de nuestros muchos pecados, pero tú, Virgen, Madre de Dios, suplica a Aquel que nació de ti. Pues la intercesión de la Madre, puede mucho para la benevolencia del Señor. No desdeñes las súplicas de los pecadores, ¡oh Santísima! Porque Él es clemente y puede salvarnos, el que quiso padecer por nosotros.

Idiomelos (Tono VIII)

Esto dice el Señor a los judíos: “¿Pueblo mío, qué te hice?, ¿o qué te atormentó?” A vuestros ciegos iluminé; vuestros leprosos purifiqué; al hombre paralítico levanté. Pueblo mío, ¿qué te hice, y con qué me has pagado? En vez del maná, hiel; en vez de agua, vinagre; en vez de amarme, en la cruz me clavasteis. No puedo tolerar más. Llamaré a mis naciones, y aquellas me glorificarán con el Padre y el Espíritu, y les daré la vida eterna (2 veces).

Vers.: Me dieron como alimento hiel, y para mi sed, me dieron de beber vinagre

Oh judíos y fariseos, legisladores de Israel, la asamblea de los apóstoles os clama diciendo: Mirad al Templo que destruiste, ved al Cordero que crucificasteis; lo habéis entregado a la tumba, pero resucitó por su propio poder; no erréis oh judíos; éste es el que os salvó en el mar, y en el desierto os alimentó; éste es la Vida, la Luz, y la salvación del mundo.

Vers.: Sálvame oh Dios, porque las aguas han entrado hasta mi alma.

Oh judíos y fariseos, legisladores de Israel, la asamblea de los apóstoles os clama diciendo: Mirad al Templo que destruiste, ved al Cordero que crucificasteis; lo habéis entregado a la tumba, pero resucitó por su propio poder; no erréis oh judíos; éste es el que os salvó en el mar, y en el desierto os alimentó; éste es la Vida, la Luz, y la salvación del mundo.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Tono V

Venid todos los pueblos portadores de Cristo[8], veamos qué deliberó Judas, el traidor, con los sacerdotes transgresores de la ley, contra nuestro Salvador. Hoy hicieron reo de muerte al Verbo Inmortal; y entregándolo a Pilatos lo crucificaron en el lugar de la Calavera[9]. Y padeciendo estas cosas nuestro Salvador clamó, diciendo: “Perdónales, Padre mío, este pecado, para que conozcan las naciones mi resurrección de entre los muertos”.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

Venid todos los pueblos portadores de Cristo, veamos qué deliberó Judas, el traidor, con los sacerdotes transgresores de la ley, contra nuestro Salvador. Hoy hicieron reo de muerte al Verbo Inmortal; y entregándolo a Pilatos lo crucificaron en el lugar de la Calavera. Y padeciendo estas cosas nuestro Salvador clamó, diciendo: “Perdónales, Padre mío, este pecado, para que conozcan las naciones mi resurrección de entre los muertos”.

LECTURAS

Prokimenon (Tono IV)[10]: ¡Señor, Dios nuestro, qué maravilloso es tu Nombre en toda la tierra!.

Vers.: Porque tu magnificencia ha sido exaltada sobre los cielos.

Lector: Lectura del Profeta Isaías (52, 13- 54, 1)

Esto dice el Señor: He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera. Así como se asombraron de él muchos - pues tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana - otro tanto se admirarán muchas naciones; ante él cerrarán los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca oyeron reconocerán. ¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahveh ¿a quién se le reveló? Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca.

Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca. Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido; y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca. Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano. Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará. Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes. Grita de júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y alegría, la que no ha tenido los dolores; que más son los hijos de la abandonada, que los hijos de la casada, dice Yahveh.

EPÍSTOLA

Lector: Lectura de la Epístola a los Hebreos (2, 11-18)

Hermanos, tanto el santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos cuando dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la asamblea te cantaré himnos. Y también: Pondré en él mi confianza. Y nuevamente: Henos aquí, a mí y a los hijos que Dios me dio. Por tanto, así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud. Porque, ciertamente, no se ocupa de los ángeles, sino de la descendencia de Abraham. Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo. Pues, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados.

EVANGELIO

Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (23, 32-49)

En aquel tiempo, llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido».También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!» Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos».

Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho».Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino».Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo».Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.

Que tu compasión nos ayude pronto. Oh Dios, socórrenos a nosotros, que somos muy miserables. Oh Dios, Salvador nuestro, por la gloria de tu Nombre; Señor auxílianos y perdónanos nuestros pecados por tu Santo Nombre.

“Santísima Trinidad...” y lo que sigue, como en p. 3.

Kontakion (Tono VIII)

Venid todos, alabemos al Crucificado por nosotros. María lo vio sobre el madero y dijo: “Aunque soportaste la cruz, aún eres mi Hijo y mi Dios”.

Lector: Señor, ten misericordia (40 veces). “Tú que en todo tiempo...”, como en p. 40.

Señor ten piedad. Señor ten piedad. Señor ten piedad.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon:

Tú eres más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines. Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios; verdaderamente eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.

En el Nombre del Señor, bendice Padre.

Sac.: Que Dios tenga compasión de nosotros y nos bendiga, que resplandezca su rostro sobre nosotros y tenga piedad de nosotros.

Oh Dios y Señor de los ejércitos y Autor de toda la creación, que por tus incomparables entrañas de misericordia enviaste a tu Hijo Unigénito, nuestro Señor Jesucristo, para la salvación del género humano, y por medio de su venerable cruz rompiste el documento de nuestros pecados, y en ella triunfaste sobre los príncipes y poderes de las tinieblas. Señor que amas a la humanidad, recibe de nosotros pecadores, estas oraciones de acción de gracias y de súplica, y líbranos de todo pecado funesto y tenebroso, y de todos los enemigos visibles e invisibles que buscan hacernos mal. Traspasa nuestra carne con tu temor, y no inclines nuestro corazón a palabras o pensamientos malos; sino que hiere nuestras almas con el deseo de ti, a fin de que, mirándote siempre y guiados por la luz que de ti procede, contemplándote a ti, la Luz inaccesible y eterna[11], te tributemos sin cesar confesión y acción de gracias, al Padre sin principio con su Hijo Unigénito, y con su santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Coro: Amén.

HORA NONA

Se inicia como las horas anteriores y se prosigue con los siguientes salmos: 68(69), 69 (70), 85 (86). Luego se reza lo siguiente:

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a ti, oh Dios! (3 veces).

¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Tropario (tono VIII)

El ladrón, viendo al Autor de la Vida suspendido sobre la cruz dijo: “Si el crucificado con nosotros no fuera un Dios encarnado, el sol no habría ocultado sus rayos ni la tierra se hubiera estremecido, temblando. Pero tú, que soportas todo, acuérdate de mí, Señor, en tu Reino”.

Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon

Tú que por nosotros naciste de la Virgen, y sufriste la crucifixión, oh Bondadoso; tú que con tu muerte despojaste a la muerte, y mostraste la resurrección como Dios; no rechaces a los que formaste con tus manos, muestra tu amor a la humanidad, oh piadoso, y recibe a la Madre de Dios, que intercede por nosotros, y salva, oh Salvador nuestro, a un pueblo desesperanzado.

Idiomelon (Tono VII)

¡Oh Misterio contemplado! el Hacedor del cielo y de la tierra está suspendido en una cruz, el sol se oscureció, el día se transformó en noche[12], y la tierra hizo subir de los sepulcros a los cuerpos de los muertos[13]; con los cuales nos postramos ante ti, oh Cristo, ¡sálvanos! (2 veces).

Vers.: Se repartieron mis vestiduras entre sí, y sobre mi túnica echan suertes.

Cuando los impíos clavaron en la cruz al Señor de gloria, clamaste hacia ellos: “¿En qué os entristecí? ¿o en qué os hice airar?, antes de mí ¿quién os arrancó de la aflicción?; y ahora ¿con qué me pagásteis?; males en vez de bienes; en vez de la columna de fuego me clavaste en una cruz; en vez de la nube[14], me cavasteis un sepulcro; en vez del maná, me ofreciste hiel; en vez de agua me diste a beber vinagre. En adelante llamaré a las naciones, y ellas me glorificarán con el Padre y el Espíritu Santo.

Vers.: Por alimento me dieron hiel, y en mi sed, vinagre.

“Cuando los impíos clavaron en la cruz...” (se repite)

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

El lector o el Director del coro de pie en medio de la Iglesia, ante el crucifijo, lee en voz alta y con mucha reverencia el siguiente stijerio:

Hoy es suspendido sobre un madero el que suspendió la tierra sobre las aguas (3 veces).

Una corona de espinas ciñó la cabeza del Rey de los Ángeles.

Con una falsa púrpura es cubierto el que cubre el cielo con las nubes.

Recibió una bofetada el que liberó a Adán en el Jordán.

El Esposo de la Iglesia con clavos fue clavado.

El hijo de la Virgen fue herido con una lanza.

Adoramos tu pasión oh Cristo (3 veces).

¡Muéstranos tu gloriosa Resurrección!

LECTURAS

Prokimenon (Tono VI)[15]: Dijo el necio en su corazón: No hay Dios.

Vers.: No hay quien obre el bien, no hay ninguno.

Lector: Lectura de la profecía de Jeremías (11, 18-23. 12, 1-5, 9-11, 14-15)

Yahveh me lo hizo saber, y me enteré de ello. Entonces me descubriste, Yahveh, sus maquinaciones. Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber que contra mí tramaban maquinaciones: «Destruyamos el árbol en su vigor; borrémoslo de la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva a mentarse». ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he manifestado mi causa. Y en efecto, así dice Yahveh tocante a los de Anatot, que buscan mi muerte diciendo: «No profetices en nombre de Yahveh, y no morirás a nuestras manos».Por eso así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo les voy a visitar. Sus mancebos morirán por la espada, sus hijos e hijas morirán de hambre, y no quedará de ellos ni reliquia cuando yo traiga la desgracia a los de Anatot, el año en que sean visitados.

Tu llevas la razón, Yahveh, cuando discuto contigo, no obstante, voy a tratar contigo un punto de justicia. ¿Por qué tienen suerte los malos, y son felices todos los felones? Los plantas, y enseguida arraigan, van a más y dan fruto. Cerca estás tú de sus bocas, pero lejos de sus riñones. En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has comprobado que mi corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al matadero, y conságralos para el día de la matanza. (¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo estará seca? Por la maldad de los que moran en ella han desaparecido bestias y aves.) Porque han dicho: «No ve Dios nuestros senderos».- Si con los de a pie corriste y te cansaron, ¿cómo competirás con los de a caballo? Y si en tierra abierta te sientes seguro. ¿qué harás entre el boscaje del Jordán? ¿Es por ventura un pájaro pinto mi heredad? Las rapaces merodean sobre ella. ¡Andad, juntaos, fieras todas del campo: id al yantar! Entre muchos pastores destruyeron mi viña, hollaron mi heredad, trocaron mi mejor campa en un yermo desolado. La convirtieron en desolación lamentable, en inculta para mí. Totalmente desolado está todo el país porque no hay allí nadie que lo sienta. Así dice Yahveh: En cuanto a todos los malos vecinos que han tocado la heredad que di en precio a mi pueblo Israel, he aquí que yo los arranco de su solar. (Y a la casa de Judá voy a arrancarla de en medio de ellos). Pero luego de haberlos arrancado, me volveré y les tendré lástima, y les haré retornar, cada cual a su heredad y a su tierra.

EPÍSTOLA

Lector: Lectura de la Epístola a los Hebreos (10, 19-31)

Hermanos, teniendo plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia carne, y con un Sumo Sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con sincero corazón , en plenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la Promesa. Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras, sin abandonar vuestra propia asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animándoos: tanto más, cuanto que veis que se acerca ya el Día. Porque si voluntariamente pecamos después de haber recibido el pleno conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, sino la terrible espera del juicio y la furia del fuego pronto a devorar a los rebeldes. Si alguno viola la Ley de Moisés es condenado a muerte sin compasión, por la declaración de dos o tres testigos. ¿Cuánto más grave castigo pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios, y tuvo como profana la sangre de la Alianza que le santificó, y ultrajó al Espíritu de la gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza; yo daré lo merecido. Y también: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Es tremendo caer en la manos de Dios vivo!

EVANGELIO

Diác: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (19, 23-37)

En aquel tiempo, los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca». Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed». Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu. Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilatos que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Inmediatamente al terminar se reza:

No nos abandones para siempre, por tu Santo Nombre, no quebrantes tu alianza, y no apartes de nosotros tu misericordia, por Abraham tu amado, por Isaac tu siervo, y por Israel tu santo.

“Santísima Trinidad...” y lo que sigue, como en p. 3.

Kontakion

Al que fue crucificado por nosotros, venid todos adoremos; viéndolo María en el madero, dijo: “Aunque soportas la cruz, tú eres mi Hijo y mi Dios”.

Señor, ten misericordia (40 veces).

“Tú, que en todo tiempo...”, p. 40.

Señor ten piedad. Señor ten piedad. Señor ten piedad.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon:

Tú eres más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines. Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios; verdaderamente eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.

En el Nombre del Señor, bendice Padre.

Sac.: Que Dios tenga compasión de nosotros y nos bendiga, que resplandezca su rostro sobre nosotros y tenga piedad de nosotros.

Oración final

Soberano Señor Jesucristo, Dios nuestro, que tienes paciencia con nuestras faltas y nos conduces hasta la hora presente, en la cual suspendido del vivificador madero facilitaste al buen ladrón la entrada en el Paraíso, y destruiste la muerte con la muerte; perdónanos a nosotros tus siervos, pecadores e indignos, pues hemos pecado y hemos cometido iniquidad, y no somos dignos de elevar nuestros ojos y mirar hacia la altura del cielo; porque abandonamos el camino de tu justicia, y marchamos según los deseos de nuestros corazones. Pero suplicamos a tu incomparable bondad: perdónanos, Señor, según la multitud de tu misericordia, y sálvanos por tu Santo Nombre, pues nuestros días pasaron en la vanidad. Líbranos de la mano del adversario, y perdónanos los pecados, y destruye nuestro pensamiento carnal, a fin de que, despojados del hombre viejo, nos revistamos de nuevo, y vivamos para ti, oh Señor y Bienhechor nuestro, y siguiendo así tus mandatos, lleguemos al eterno reposo, allí donde está la morada de todos los que han sido regocijados. Pues tú eres el verdadero gozo y la alegría de los que te aman, oh Cristo Dios nuestro. Y te glorificamos con tu Padre sin principio y tu santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu , ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Coro: Amén.

BENDICIÓN (Apólisis)

¡Gloria a ti, Cristo Dios, esperanza nuestra, gloria a ti!

El que soportó los salivazos, los latigazos, las bofetadas, la cruz y la muerte por la salvación del mundo, Cristo, verdadero Dios, por la intercesión de su Santísima y purísima Madre; por la virtud de su preciosísima y vivificadora Cruz; por la protección de los poderes celestiales e incorpóreos; por las oraciones del glorioso profeta y precursor San Juan Bautista; de los santos gloriosos e ilustres apóstoles, de los santos gloriosos y victoriosos mártires, de nuestros santos y teóforos Padres, de los santos antecesores de Cristo, Joaquín y Ana; y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y nos salve, porque es Dios bueno, misericordioso y ama a la humanidad.

Por las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten misericordia de nosotros y sálvanos.

Coro: Amén

Equipo de redacción: “En el Desierto”


[1] Sal 40 (41), 7.8.2

[2]Cf. p. 11.

[3] Cf. Zac 11, 10-13

[4] Cf. S. 66 (67)

[5] Como en p. 3.

[6] Cf. Sal 37 (38), 18. 2

[7] Esta imagen aparece frecuentemente en distintas liturgias.

[8] Jristóforoi

[9] La leyenda ha querido ver en este lugar el sepulcro de Adán. La iconografía oriental explotó teológicamente esta idea mostrando cómo la sangre del Señor cae cobre la calavera, que es la de Adán. El segundo Adán ha purificado al primero.

[10] Sal 8, 2

[11] Hay una corriente muy fuerte dentro de la espiritualidad oriental que ha subrayado una mística de la luz. Para ella todo el camino espiritual tiende a llegar a esa Luz inaccesible. Esto es acentuado aún más en el movimiento hesicasta y en la teología de Gregorio Palamas.

[12] Cf. Lc 23, 44

[13] Cf. Mt 27, 52-53

[14] que los guiaba en el desierto

[15] Sal 13 (14), 1