sábado, 7 de agosto de 2010

(Les seguimos compartiendo algunos puntos del “Libro de Vida y Comunión de los Monjes de la Santa Cruz”.)

Recreación

El jueves es día recreativo por la tarde. En la mañana todo transcurre como el resto de los días, a no ser que el Padre del Monasterio disponga diversamente. El almuerzo se consume juntos, en memoria de la Última Cena. Terminado el plato fuerte, el Padre del Monasterio da la dispensa para el diálogo fraterno, cuiden siempre los hermanos la moderación y el tenor de los temas, al igual que el vocabulario, no se permitan expresiones groseras y de doble sentido entre en las conversaciones de los monjes. Cuide siempre esta sobriedad el Padre del Monasterio. Por la tarde la comunidad se encuentra para compartir unos mates y un tiempo de esparcimiento, tal como lo dispongan en cada circunstancia.


Los Domingos, Solemnidades y otras Ocasiones

El domingo es también un día en el que los hermanos comen juntos para el almuerzo, en esta ocasión si el Padre del Monasterio no dispone diversamente, comen junto a la comunidad los huéspedes varones y mujeres, siempre se hará en silencio, escuchando música o una lectura, y también discierna el Padre del Monasterio, si se da la dispensa para hablar. Por la tarde la comunidad se encuentra para recrearse y se puede invitar a este momento a algún huésped, particularmente si es un familiar. Cuide el Padre del Monasterio que no entre bajo ningún aspecto, a través de los huéspedes el espíritu del mundo para lo cual se han de evitar siempre las conversaciones de doble sentido y la “mucha” información y tanto más la murmuración, que queda desterrada para siempre del ámbito del monasterio y para los monjes bajo pena de expulsión si se da reiteradamente.


Adviento y Cuaresma

Durante estos tiempos fuertes de penitencia, no se reciben huéspedes ni visitas de ninguna especie, y si alguien llega se le comunica que la comunidad esta de tiempo de silencio y penitencia, se lo acoge con caridad y claridad y en breve se lo orienta a que retorne en otra ocasión después de la Pascua o de la Navidad. Son las cosas claras las que nos ayudan en el camino de la santidad. Sea el monje encargado de la portería, que ha de ser como el hospedero un hermano temeroso de Dios, sobrio, discreto y obediente, que nunca hará nada por propia iniciativa sin la bendición del Padre del Monasterio, quien atienda a los que llegan en esta circunstancias. Que en la casa de Dios todo se haga con orden y en verdad.


Comida

No podemos fijar una medida igual para todos los hermanos, sea en la comida como en la bebida, ya que son muchos los factores que se han de tener en cuenta, como la edad, el clima y el trabajo. No obstante la regla de oro de los santos Padres era: “Nunca hasta la saciedad” (Evagrio)

Nosotros tenemos tres comidas al día. Un desayuno frugal por la mañana como se acostumbra en estos lugares, mate o te, pan mermelada y si hay un poco de queso u otra cosa que el hermano encargado de la despensa deje a disposición de la comunidad, nadie tomará nada por iniciativa propia de la despensa, lo mismo será para la cena, sin mate, sólo con té, que puede ser de hiervas. Un único plato fuerte se servirá al medio día para el almuerzo. El desayuno lo tomaremos antes de las 06:00 horas, la cena a las 19:30 y el almuerzo a las 12:30 horas. Si el Padre del Monasterio lo ve conveniente pueden los Hermanos encontrarse para compartir unos mates, y algo sólido los domingos y los jueves a las 17:00 horas. Sea el Padre del Monasterio quien cuide que no se produzcan exceso ni exageración par preservar el alma. No obstante frente a toda disposición cuide el Padre del Monasterio de vigilar y atender las necesidades de los hermanos que Dios le ha confiado. Los monjes recuerden siempre que el reino de Dios no es cuestión de comida o bebida sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.


Regla del Silencio

Nuestra vida está destinada a un continuo silencio y una gozosa soledad, para que el monje a través de la oración continua y la penitencia se dedique a la alabanza de Dios y a la salvación del mundo[1].

Con gran fervor se tienen que esforzar los monjes por conservar el silencio de los pensamientos.

El silencio nocturno se conserve hasta la hora de tercia, en la cual los hermanos se pueden encontrar para decir juntos esta hora y compartir un mate, cuide siempre el Padre del Monasterio y cada hermano por su lado de no dar lugar a las conversaciones inútiles y tanto menos a la vulgaridad, sino que todo se haga para la mayor gloria de Dios.

Como ya lo hemos dicho el silencio durante el adviento y la cuaresma, será más riguroso.

Cuando la caridad lo pida, y lleguen hermanos de lejos o de paso, el monje encargado pida la bendición del Padre del Monasterio y rompa el silencio por el bien hermoso de la caridad. No obstante, cuide el hermano encargado, la discreción y hable poco para no perder lo que ha adquirido con gran esfuerzo en pocos minutos.

Si durante el valioso tiempo del silencio un hermano tiene que pedir a otro hermano, o al Padre del Monasterio, hágalo a baja voz y con pocas palabras. El Padre del Monasterio cuide siempre de atender a los hermanos cuando lo necesiten, sírvalos con humildad y mansedumbre, no domine con orgullo, sino con el rigor de la suavidad.

Equipo de redacción "En el Desierto"

[1] Cfr. c.c. 603, 1.