JUEVES SANTO EN LA NOCHE
Se celebran los Matutinos del Viernes Santo
OFICIO DE LA SAGRADA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
El oficio se inicia como habitualmente El sacerdote llegando al santo altar se prosterna tres veces ante la santa mesa, persignándose cada vez. La besa y se reviste con la estola[1] y de pie ante el santo altar exclama:
Coro: Amén.
Sigue como en la p. 3.
Se rezan los salmos 19, 20.
Mientras tanto el sacerdote inciensa el santo altar, y saliendo de la puerta norte, inciensa los iconos y los fieles
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Gloria a ti Señor!
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).
Vers.1: De noche madruga mi espíritu hacia ti, Dios mío, porque tus mandatos son luz sobre la tierra.
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vers.2: El celo se apoderará del pueblo incorregible, y ahora el fuego consumirá a los enemigos.
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vers.3: Agrégales males, Señor, agrégales males, a los famosos de la tierra.
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Tropario (tono VIII)
Cuando los gloriosos discípulos fueron iluminados en el lavatorio de la cena, el impío Judas fue oscurecido por el amor al dinero[3]; y a jueces inicuos te entregó a ti, oh justo Juez. Ve, oh amante de riquezas, a aquel que por éstas se ahorcó con una cuerda; huye del alma insaciable que se atrevió a tales cosas contra el Maestros[4]. ¡Oh Bien que estás por encima de todo, Señor, gloria a ti!
Diác: Para que seamos dignos de escuchar el Santo Evangelio, pidamos al Señor nuestro Dios.
Coro: ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
Sac.: ¡Sabiduría! De pie escuchemos el Santo Evangelio. La paz sea con todos.
Coro: Y con tu espíritu.
Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (13, 31- 18, 1)<! [5]
Coro: ¡Gloria a ti, Señor, gloria a ti!
EVANGELIO PRIMERO
Dijo el Señor a sus discípulos: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto».«Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces». «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.(Jn 14:15) Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él». Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: "Me voy y volveré a vosotros." Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí».«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros». «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Su fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. El que me odia, odia también a mi Padre. Si no hubiera hecho entre ellos obras que no ha hecho ningún otro, no tendrían pecado; pero ahora las han visto, y nos odian a mí y a mi Padre. Pero es para que se cumpla lo que está escrito en su Ley: Me han odiado sin motivo. Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. «No os dije esto desde el principio porque estaba yo con vosotros. Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Dónde vas?" Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: "Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver" y "Me voy al Padre"?»Y decían: «¿Qué es ese "poco"? No sabemos lo que quiere decir».Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: "Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?" «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
(Jn 16:27) pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre».Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios».Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos».Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.
Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!
Luego se cantan las siguientes antífonas
1ª Antífona (Tono VIII)
Los príncipes del pueblo se reunieron contra Dios y contra su Ungido.
Una palabra impía pusieron contra mí, Señor; Señor, no me desampares.
Ofrezcamos a Cristo los sentidos puros, y como amigos sacrifiquemos nuestras almas por Él; y no nos ahorquemos como Judas con las preocupaciones de la vida; sino clamemos en nuestros lechos: “¡Padre nuestro que estás en el cielo, líbranos del mal!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Virgen diste a luz sin conocer esposo [6], y Virgen permaneciste, madre sin esposo [7], oh María Madre de Dios, suplica a Cristo nuestro Dios por la salvación de nuestras almas.
2ª Antífona (Tono VI)
Judas corrió hacia los escribas, transgresores de la ley, diciendo: “¿Qué me queréis dar y yo os lo entregaré?” En medio de los que cantan, él esta de pie cantando, el que conoce los corazones [8] ¡apiádate de nuestras almas!
Sirvamos a Dios con piedad como María en la Cena; y no seamos poseídos por el amor al dinero [9], como Judas, para que estemos siempre con Cristo Dios.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Oh Virgen, no ceses de alabar a Aquel que diste a luz de modo incomprensible; para que salve de los peligros a los que se refugian en ti.
3ª Antífona (Tono II)
Por la resurrección de Lázaro, Señor, los niños hebreos clamaron a Ti “¡Hosanna!”, oh amante del hombre. Pero Judas, el impío, no quiso comprender [10].
En la Cena, oh Cristo Dios, predijiste a tus discípulos: “Uno de vosotros me entregará”. Pero Judas el impío, no quiso comprender.
A Juan que preguntó: “¿Quién es el traidor?, se lo mostraste por medio del pan. Pero Judas el impío, no quiso comprender.
Con treinta monedas de plata y un beso engañoso, Señor, los judíos buscaron matarte. Pero Judas el impío, no quiso comprender.
En el lavatorio de los pies, oh Cristo Dios, exhortaste a tus discípulos: “Haced como veis”. Pero Judas el impío, no quiso comprender.
“Velad y orad, para no ser tentados”, dijiste, oh Dios nuestro, a tus discípulos. Pero Judas el impío, no quiso comprender.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Salva a tus siervos de los peligros ¡oh Madre de Dios!, porque después de Dios, todos nos refugiamos en ti, como muralla fuerte e intercesora.
Kathisma (Tono VII)
Alimentando a los discípulos en la cena, conociendo el pretexto de la traición, reprendiste a Judas; aún sabiendo que era incorregible, queriendo hacer saber a todos que te entregabas voluntariamente, para arrebatar el mundo del enemigo. ¡Señor de infinita paciencia, gloria a Ti!SEGUNDO EVANGELIO
Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (18, 1-28)
En aquel tiempo, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Díceles: «Yo soy». Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos». Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?» Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?» Dice él: «No lo soy». Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho». Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?» Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás. Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?» El lo negó diciendo: «No lo soy». Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: «¿No te vi yo en el huerto con él?» Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo. De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua.
Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!
4ª Antífona (Tono VIII)
Hoy Judas abandona al Maestro y recibe al diablo; es cegado por la pasión de la avaricia, se aparta de la luz, el que está en tinieblas. ¿Cómo podrá ver aquel que vendió al Astro por treinta denarios? Pero el que padeció por el mundo, resplandeció por nosotros, al cual clamemos: ¡Tú que sufriste y tuviste compasión de los hombres, gloria a Ti! [12]
Hoy Judas deja la piedad y se hace extraño a la gracia; siendo discípulo se hizo traidor [13]. Ocultó la traición bajo un beso, e insensatamente prefirió treinta denarios al amor del Maestro. Se hizo guía de la impía asamblea. ¡Pero nosotros que tenemos a Cristo por salvación, glorifiquémosle!
Tono I
El amor fraternal adquiramos, como hermanos en Cristo, para que no seamos condenados como el siervo sin compasión a causa de los denarios, y para que no nos arrepintamos como Judas, pues de nada nos servirá.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Glorificada, en todas partes se habla de ti, porque diste a luz en la carne al Creador de todo, ¡oh María Madre de Dios, digna de toda alabanza y que no conoces esposo!
5ª Antífona (Tono I)
El discípulo discutía el precio del Maestro, y en treinta monedas vendió al Señor; con un beso traidor lo entregó a la muerte a los impíos .
Hoy el Creador del cielo y de la tierra dijo a sus discípulos: “Se acercó la hora, y llegó Judas el que me ha de entregar. ¡Qué nadie me niegue viéndome en la cruz en medio de dos ladrones, pues padezco como hombre para salvar a los que creyeron en mí, porque amo a la humanidad!” [14]
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Tú que en los últimos días [15] concebiste de modo incomprensible y diste a luz a tu propio Creador; suplica por la salvación de nuestras almas.
6ª Antífona (Tono VII)
Hoy Judas vela para entregar al Señor Eterno, al Salvador del mundo, al que sació a las multitudes con cinco panes. Hoy el impío niega al Maestro; siendo discípulo, entregó al Señor; vendió con dinero al que alimentó al hombre con maná.
Hoy, los judíos clavaron en la cruz al Dios que dividió el mar con la vara, y los condujo por el desierto. Hoy hirieron con una lanza el costado de Aquel que por ellos, flageló a Egipto con las plagas; y dieron de beber hiel a Aquel que hizo llover maná para sustentarlos [16].
Señor, yendo a tu pasión voluntaria clamaste a tus discípulos: “¿Si no podéis velar conmigo solamente una hora, cómo prometéis morir por mí? Ved incluso como Judas no duerme, sino se apresura a entregarme a los impíos [17]. Levantáos y orad, y que nadie me niegue viéndome en la cruz”. ¡Señor de infinita paciencia, gloria a ti!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon:
Alégrate, Madre de Dios, la que contuviste en tu seno a Aquel que los cielos no pueden contener [18]. Alégrate, Virgen, anuncio de los Profetas, por quien resplandeció para nosotros Emmanuel, ¡Alégrate, Madre de Dios!
Kathisma (Tono VII)
¿Qué motivo, Judas, te hizo entregar al Salvador? ¿Acaso te excluyó de la asamblea de los discípulos? ¿Acaso te privó del don de curar? ¿acaso al cenar con ellos, te alejó de la mesa? ¿Acaso lavó los pies de los otros y despreció los tuyos? ¡De cuántos bienes te olvidaste! ¡En verdad manifestaste tu ingratitud! ¡Que se proclame su incomparable paciencia y su gran misericordia!
TERCER EVANGELIO
Precedido por las fórmulas ordinarias [19].
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (26, 57-75)
En aquel tiempo los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte, y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, que dijeron: «Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo».
Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios». Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo». Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte». Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, diciendo: «Adivínanos, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?»
Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo». Pero él lo negó delante de todos: «No sé qué dices». Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazoreo». Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre!» Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Inmediatamente cantó un gallo. Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.
Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!
7ª Antífona (Tono VIII)
Soportando, clamaste de este modo a los impíos que te prendían, Señor: “Aún si prendéis al pastor y dispersáis las once ovejas [20]; -mis discípulos-, puedo convocar a más de doce legiones de ángeles; pero soy paciente, para que se cumpla lo que os manifesté por medio de mis profetas, acerca de las cosas misteriosas y ocultas” ¡Oh Señor, gloria a ti!Pedro, habiéndolo negado tres veces, recordó inmediatamente lo que le había dicho. Más introdujiste en él lágrimas de penitencia [21]. “¡Oh Dios, perdóname y sálvame!”
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Alabemos todos a la Santísima Virgen, porque es puerta de salvación y paraíso encantador; nube de la Luz eterna [22], y clamemos todos a ella diciendo: ¡alégrate!
8ª Antífona (Tono II)
Responded, oh impíos, qué oísteis de nuestro Salvador. ¿No dio la Ley y las enseñanzas de los profetas? ¿ Cómo, pues, concebísteis entregar a Pilatos al Verbo de Dios, y Redentor de nuestras almas?
“¡Crucifícale!”, gritaban, los que se deleitan siempre de tus dones. Y al malhechor en vez del Bondadoso pedían liberar los asesinos de los justos. Pero tú, oh Cristo, callabas soportando su temeridad, queriendo padecer y salvarnos, porque amas a la humanidad.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Porque no tenemos confianza [23]; a causa de nuestros muchos pecados, pero tú, Virgen, Madre de Dios, suplica a Aquel que nació de ti. Pues la intercesión de la Madre puede mucho para la benevolencia del Señor. No desdeñes las súplicas de los pecadores, ¡oh Santísima! Porque Él es clemente y puede salvarnos, el que quiso padecer por nosotros.9ª Antífona (Tono III)
Estaban las treinta monedas de plata, el precio del que fue valuado por los hijos de Israel. Velad y orad, para no caer en tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil, por lo tanto, velad.
Me dieron como alimento hiel, y para mi sed, me dieron de beber vinagre. Pero Tú, Señor, ten piedad de mí [24], levántame y los castigaré.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Los que procedemos de las naciones, te alabamos Virgen purísima, Madre de Dios, porque diste a luz a Cristo, Dios nuestro; que por medio de ti nos libró a los hombres de la maldición.
Kathisma (Tono VIII)
¡Oh, cómo Judas que fue discípulo tuyo, tramó la traición contra ti!; participó engañosamente en la cena contigo; el traidor e impío, yéndose dijo a los sacerdotes: “¿Qué me daréis y os entregaré a Aquel que quebrantó la ley y profanó el sábado- [25]; ¡Oh Dios, gloria a tu infinita paciencia!
CUARTO EVANGELIO
Precedido por las fórmulas ordinarias [26].Lectura del Santo Evangelio según san Juan (18, 28- 19, 17)
En aquel tiempo, llevan a Jesús de la casa de Caifás al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua. Salió entonces Pilatos fuera donde ellos y dijo: «¿Qué acusación traéis contra este hombre?» Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado». Pilatos replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley». Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie». Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir. Entonces Pilatos entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?»
Pilatos respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí». Entonces Pilatos le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».Le dice Pilatos: «¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él. Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?» Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!» Barrabás era un salteador.
Pilatos entonces tomó a Jesús y mandó azotarle. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de púrpura; y, acercándose a él, le decían: «Salve, Rey de los judíos». Y le daban bofetadas. Volvió a salir Pilatos y les dijo: «Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito en él».Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Díceles Pilatos: «Aquí tenéis al hombre».Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Les dice Pilatos: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él».Los judíos le replicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios».
Cuando oyó Pilatos estas palabras, se atemorizó aún más. Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le dio respuesta. Dícele Pilatos: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?» Respondió Jesús: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado».Desde entonces Pilatos trataba de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César».Al oír Pilatos estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilatos a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey».Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!» Les dice Pilatos: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?» Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César».Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.
Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!
10ª Antífona (Tono VI)
Aquel que se envuelve de luz como de un manto, estuvo desnudo en el juicio. Recibió una bofetada en la mejilla de las manos que Él creó. Y el pueblo impío clavó en la cruz al Señor de la gloria. Entonces el velo del Templo se rasgó, y el sol se oscureció, no pudiendo tolerar contemplar a Dios ultrajado, ante quien tiemblan todos. ¡A Él adoramos!
El discípulo le negó, y el ladrón clamó: “¡Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino!”
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Theotokíon
Tú, que consentiste llevar la carne de la Virgen a causa de tus siervos, pacifica al mundo, para que te glorifiquemos con voces unánimes, tú que amas a la humanidad.
11ª Antífona (Tono VI)
Señor, en pago de los bienes que hiciste a la raza de los hebreos, te condenaron a ser crucificado, y te dieron a beber hiel y vinagre. Pero dales, Señor, según sus obras, ¡porque no comprendieron tu condescendencia! [27]Los hebreos no quedaron satisfechos con entregarte, sino que movían sus cabezas burlándose y mofándose. Pero dales, Señor, según sus obras ¡porque no comprendieron tu condescendencia!
No se convencieron los judíos cuando la tierra tembló, ni cuando se partieron las rocas, ni cuando el velo del templo se rasgó, o con la resurrección de los muertos [28]. Pero dales según sus obras, ¡porque se opusieron contra ti injustamente!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
Sabemos que de ti se encarnó Dios, ¡oh Virgen Madre de Dios!, única pura y única bendita. ¡Por eso incesantemente te alabamos y ensalzamos!
12ª Antífona (Tono VIII)
Esto dice el Señor a los judíos: “¿Pueblo mío, qué te hice?, ¿o qué te atormentó?” A vuestros ciegos iluminé; a vuestros leprosos purifiqué; al hombre paralítico levanté. Pueblo mío, ¿qué te hice, y con qué me has pagado? En vez del maná, hiel; en vez de agua, vinagre; en vez de amarme, en la cruz me clavasteis [29]. No puedo tolerar más. Llamaré a mis naciones, y aquellas me glorificarán con el Padre y el Espíritu, y les daré la vida eterna.¡Hoy el velo del Templo se rasgó, reprendiendo a los impíos; el sol oculta sus propios rayos, viendo al Señor crucificado!
Oh judíos y fariseos legisladores de Israel, la asamblea de los apóstoles os dice: mirad al templo que habéis destruido, mirad al Cordero que habéis crucificado; lo habéis entregado al sepulcro; pero por su propio poder resucitó. No erréis judíos; éste es el que os salvó del mar y el que os alimentó en el desierto. Éste es la Vida, la Luz y la Paz del mundo.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Theotokíon
Salve, puerta del Rey de la gloria, por la cual atravesó solamente el Altísimo, y te dejó nuevamente sellada para salvación de nuestras almas.Kathisma (Tono VIII)
Cuando estuviste ante Caifás y fuiste entregado a Pilatos, ¡oh Dios del Juicio! [30], los poderes angélicos temblaron de temor viéndote elevado en el madero en medio de dos ladrones, y contado entre los impíos, tú el sin pecado, para salvar al hombre. ¡Señor de infinita paciencia, gloria a ti!
QUINTO EVANGELIO
Precedido por las fórmulas ordinarias [31]Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (27, 3-32)
En aquel tiempo, viendo Judas que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: «Pequé entregando sangre inocente». Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás».El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre».Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros. Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor».
Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Sí, tú lo dices». Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. Entonces le dice Pilatos: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?» Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido. Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilatos: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?», pues sabía que le habían entregado por envidia. Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa».Pero los sumos sacerdotes y los ancianos lograron persuadir a la gente que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Y cuando el procurador les dijo: «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?», respondieron: «¡A Barrabás!» Díceles Pilatos: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?» Y todos a una: «¡Sea crucificado!» «Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilatos. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!»
Entonces Pilatos, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis».Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado. Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.
Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!
13ª Antífona (Tono VI)
La multitud de los judíos pidió a Pilatos que te crucifique. Pero no encontrando en ti motivo, liberaron a Barrabás el culpable, y te condenaron a ti el justo. ¡Pero dales, Señor, su merecido, porque tramaron vanidades contra ti!A quien todos temen y tiemblan, y a quien toda lengua alaba, Cristo, Fuerza de Dios y Sabiduría de Dios, los sacerdotes abofetearon, y le dieron hiel, y Él consintió padecer todo, queriendo salvarnos de nuestros pecados con su propia sangre, porque ama a la humanidad.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Theotokíon
Oh Madre de Dios, tú que por la palabra diste a luz a tu Creador de modo inefable; suplícale que salve nuestras almas.
14ª Antífona (Tono VIII)
Señor, tú que aceptaste como compañero de viaje al ladrón que había manchado sus manos con sangre, cuéntanos también con él, porque eres bueno y amas a la humanidad.
El ladrón habló con voz baja en la cruz y encontró gran fe y se salvó por un impulso, y entró primero abriendo las puertas del Paraíso [32] ¡Señor que aceptaste su contrición, gloria a ti!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Theotokíon
¡Alégrate, la que recibiste por medio del ángel la alegría del mundo! ¡Alégrate, la que diste a luz al Creador y Señor! ¡Alégrate, la que fuiste hecha digna de llegar a ser Madre de Dios!Terminada esta antífona, el celebrante, tras dar una vuelta alrededor del altar, sale con la cruz en procesión solemne. Y, llegando al centro, donde está previamente preparado el sitial, colocan la Cruz sobre él. Luego el celebrante con los que lo siguen besan con reverencia la Cruz y vuelven al santuario. Durante la procesión se canta la siguiente antífona:
15ª Antífona (Tono VI)
Hoy es suspendido sobre un madero, el que suspendió la tierra sobre las aguas (3 veces)Una corona de espinas ciñó la cabeza del Rey de los Ángeles
Una falsa púrpura vistió el que extiende las nubes en el cielo.
Recibió una bofetada Aquel que liberó a Adán en el Jordán.
Con clavos fue traspasado el Esposo de la Iglesia.
Con una lanza fue herido el hijo de la Virgen
Adoramos tu pasión, oh Cristo (3 veces).
¡Muéstranos también tu gloriosa Resurrección! [33]
Una vez que ha sido fijada la Cruz, los fieles vienen a venerarla y encienden velas. Entre tanto los dos coros cantan alternadamente la misma antífona.
Tono VI
No celebremos la fiesta como los judíos, porque nuestro Cordero Pascual, Cristo Dios, fue inmolado por nosotros [34] Más bien purifiquémonos de toda mancha, y pidámosle a Él con fuerza: “¡Levántate, Señor, y sálvanos, porque amas a la humanidad!”.
Tu Cruz, Señor, es Vida y Resurrección para tu pueblo; y confiando en ella, te alabamos, Dios nuestro, tú que fuiste crucificado. ¡Ten piedad de nosotros!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Theotokíon
Viéndote suspendido, oh Cristo, la que te dio a luz clamó: ¿Qué es este extraño misterio que veo, Hijo mío? ¿Cómo mueres en la carne, clavado al madero, tú el dador de Vida [35]?
Kathisma (Tono IV)
Nos redimiste de la maldición de la Ley con tu sangre preciosísima; clavado en la cruz, y herido por una lanza, hiciste brotar la inmortalidad para los hombres [36];. ¡Salvador nuestro, gloria a ti!.
Equipo de redacción: "En el Desierto"
Notas:
[1] epitrajélion
[2] lavatorio de pies[3] El misterio pascual es presentado como una oposición entre la luz y las tinieblas. En la liturgia latina, la secuencia cantada en la misa del domingo de Pascua antes del evangelio refiere a un duelo entre la vida y la muerte.
[4] Resulta extraño este aprovechamiento de la traición de Judas para la temática ascética del desprendimiento de las riquezas.
[5] En la liturgia latina actual el Evangelio de la Pasión según san Juan es leída el domingo de ramos o de pasión y el viernes santo. El domingo de ramos es leída la pasión según los sinópticos (según el año será Mateo, Marcos o Lucas). La iglesia romana se caracterizó antiguamente por leer la pasión del Señor el domingo que era llamado de pasión, lunes, martes, miércoles, viernes y en la vigilia.
[6] El texto griego dice apeirógame, es decir sin tener experiencia de la unión matrimonial
[7] Anýnfeute.
[8] Presencia invisible del Señor en medio de la asamblea litúrgica.
[9] Vuelve la temática del desprendimiento de las riquezas. Estos textos parecen insistir en que el móvil de Judas fue, fundamentalmente, la avaricia.
[10] Si antes se remarcaba la avaricia aquí la razón es más sólida : Judas no comprende, porque no quiere, la philantropía de Dios.
[11] Cf. p. 11.
[12] En toda esta oración vuelve a aparecer la temática de la oposición de luz y tinieblas en el misterio pascual.
[13] En esta sentencia está el gran drama de Judas : “siendo discípulo se hizo traidor”. En la contraposición entre ambas actitudes se vislumbra todo el misterio del pecado del hombre.
[14] Allí se encuentra el motivo del misterio pascual y de toda la historia de la salvación : Dios ama a la humanidad, Dios es philánthropos ; Dios tiene una invencible pasión por el hombre ; pasión que le lleva a entregar a su propio Hijo.
[15] Carácter escatológico del acontecimiento Cristo. Él inaugura los “últimos días” ; en él se realizarán las promesas multiseculares.
[16] Esto es muy cercano a los ya mencionados improperios de la liturgia latina, el viernes santo.
[17] Resulta patética la oposición entre los esfuerzos del mal y la negligencia en el bien. En efecto, mientras los discípulos se duermen, el Traidor está velando para entregar a su Señor.
[18] A lo largo de estas oraciones a la Madre de Dios, como a lo largo de toda la liturga, hay un marcado gusto por acentuar el carácter paradójico del misterio de Cristo, que puede resumirse en el abajamiento del Altísimo.
[19] Cf. p. 11.
[20] El misterio del mal ya se ha desencadenado : uno de los íntimos del Señor no sólo ha defeccionado sino que se ha pasado a las filas de las tinieblas. Es más, ahora guía a todos los poderes de la oscuridad a la realización de sus designios. Y, como si fuera poco, entrega a su Maestro con un beso. El acostumbramiento que tenemos los cristianos de este relato nos suele impedir vislumbrar aunque sea de lejos su dramatismo.
[21] Tras la traición de Judas, la negación del primero de los apóstoles. ¿Cuál es la diferencia ? Precisamente esta palabra : penitencia, arrepentimiento. Como Adán ha caído, pero a diferencia de él de sus ojos se derraman lágrimas al tomar conciencia de su negación. Aún así hay que subrayar que esta penitencia es un don de Dios, él las “introdujo” en Pedro.
[22] La nube en Israel era signo y presencia de la gloria de Dios.
[23] La parrhesía era quizá uno de los dones más altos que Adán había recibido en el paraíso. Perdido por el pecado, será rehabilitado por Cristo. Al mismo tiempo será uno de los dones más pedidos por los ascetas: volver a tener libre acceso al Padre ; hablar con Él cara a cara, como un amigo.
[24] Es la oración de Jesús, el Justo sufriente, a su Padre para que lo libre.
[25] Aquí se presentan, por un lado, las acusaciones de los judíos. Sin embargo, al mismo tiempo, se insinúa la necedad de los judíos que no comprendieron que Jesús es la realidad que figuraban la Ley y el Sábado.
[26] Cf. p. 11.
[27] Anteriormente se decía de Judas que no quiso comprender la philanthropía de Dios. Ahora son los judíos quienes no comprenden la condescendencia del Señor.
[28] Aquí subyace el contraste entre los judíos, el “pueblo de Dios” que a pesar de los signos no reconocen al Señor y los paganos, encarnados en el centurión que termina por proclamar su fe : “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!” (Mc 15, 39).
[29] Nuevamente hay que comparar esto con los improperios del viernes santo.
[30] Es la paradoja de que el Dios que juzga cielo y tierra es entregado para ser juzgado por impíos y paganos.
[31] Cf. p. 11.
[32] Un penitente es el primero en entrar en el paraíso.
[33] En la liturgia latina del viernes santo ha pasado el final de esta oración : “Tu cruz, adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el madero ha venido la alegría al mundo entero”.
[34] La Pascua cristiana es la realización de la Pascua. La figura del cordero se realiza en Cristo.
[35] Aquí se revela el aspecto más paradójico del misterio de Cristo : la Vida muere ; el que da la Vida la pierde.
[36] Vale lo que decíamos más arriba: el que da la inmortalidad yace muerto con el costado atravesado. Pero de ese costado abierto, como del de Adán dormido nace la nueva Eva (madre de los vivientes), la Iglesia figurada en el agua y sangre que dan vida (el bautismo y la eucaristía). Todo el misterio pascual puede resumirse en esto : la Vida brota de la muerte.