Se celebran anticipadamente por la mañana. Se celebra la liturgia de San Basilio en conmemoración de la eucaristía.
El diácono comienza diciendo en voz alta:
Diác: Bendice Padre.
Sac.: Bendito sea el Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos .
Coro: Amén.
Sac.: ¡Gloria a ti, Dios nuestro, gloria a ti!
Oh Rey Celestial, Paráclito, Espíritu de Verdad, que estás en todas partes, y todo lo llenas; tesoro de los bienes y dador de vida, ven y habita en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, ¡oh Bondadoso!
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor perdona nuestros pecados; oh Soberano perdona nuestras transgresiones; oh Santo mira y sana nuestras dolencias, a causa de tu Nombre.
Señor ten piedad. Señor ten piedad. Señor ten piedad .
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino . Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos también a quienes nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación. Y líbranos del mal.
Porque a ti pertenece el reino, el poder y la gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Señor, ten piedad (12 veces).
Venid prosternémonos e inclinémonos ante nuestro Rey y Dios. Venid prosternémonos e inclinémonos ante Cristo, nuestro Rey y Dios. Venid prosternémonos e inclinémonos ante Cristo, Él es nuestro Rey, Señor y Dios.
Se reza el salmo 103 (104)
Letanías de la Paz Diác: Oremos en paz al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por la paz que viene de lo alto y la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por la paz del mundo entero, y la prosperidad de las santas iglesias de Dios, y la unión de todas, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por este santo templo y los que entran en él con fe, devoción y temor de Dios, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por nuestro Patriarca (N) (por nuestro arzobispo u obispo), por los venerables sacerdotes y diáconos en Cristo, por todo el clero, y por todo el pueblo, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por la nación, las autoridades que nos gobiernan y todo el ejército cristiano, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por esta ciudad (santo monasterio), toda ciudad, zona y por los que habitan con fe en ellas, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por la salubridad de los aires, la abundancia de los frutos de la tierra y tiempos de paz, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Por los que viajan por tierra, mar y aire, por los enfermos, los afligidos, los cautivos y por su salvación, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Para que seamos liberados de toda tribulación, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.Coro: Señor ten piedad.Diác: Ampáranos, sálvanos, ten misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.Coro: Señor ten piedad.Diác: Conmemorando a nuestra Santísima, purísima, muy bendita y gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María, con todos los santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente, y toda nuestra vida a Cristo Dios .Coro: ¡A ti, Señor!Sac.: Porque a ti pertenece toda gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.Coro: Amén. Se reza el salmo 140 (141) . Después sigue el salmo 141(142), el 129 (130), que es aquí presentado:Desde lo profundo clamé a ti, Señor; Señor, escucha mi voz.Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.A partir de aquí los versículos del salmo son intercalados con diversos troparios (Los términos propios de la liturgia oriental y bizantina son aclarados al final del libro, en p. 96).Vers. 1: Si te fijaras en los delitos, Señor, ¿ Señor quien resistirá? Porque junto a ti está el perdón.Tono IILa asamblea de los Judíos se reunió, para entregar a Pilatos al Productor y Creador de todas las cosas, ¡oh impíos ! ¡oh hombres sin fe! Al que viene a juzgar a vivos y muertos, lo preparan para el juicio ; al que sana los dolores, le preparan sufrimientos. ¡Oh Señor paciente , grande es tu misericordia, gloria a Ti!Vers. 2: Por tu nombre, esperé en ti, Señor; esperó mi alma en tu palabra, aguardó mi alma en el Señor.La asamblea de los Judíos se reunió, para entregar a Pilatos al Productor y Creador de todas las cosas, ¡oh impíos! ¡oh hombres sin fe! Al que viene a juzgar a vivos y muertos, lo preparan para el juicio; al que sana los dolores, le preparan sufrimientos. ¡Oh Señor paciente, grande es tu misericordia, gloria a Ti!Vers. 3: Desde la mañana hasta la noche; que desde la mañana Israel espere en el Señor.Judas el transgresor , que en la cena puso su mano en el plato contigo, Señor, extendió sus manos a los impíos para recibir el dinero; y aquel que calculó el precio de la mirra, no se estremeció en venderte a ti, que no tienes precio. Y el que puso sus pies para que los lavase el Señor, engañosamente te besó, para entregarte a los impíos; y al ser excluido de la asamblea de los Apóstoles, arrojó las treinta monedas de plata y no vio tu resurrección al tercer día. Por lo tanto, ¡ten misericordia de nosotros!Vers.4: Porque junto al Señor está la misericordia y la redención copiosa, y Él redimirá a Israel de todos sus delitos.Judas, el traidor, siendo un embaucador, entregó al Señor y Salvador con un beso engañoso, y al Señor de todos vendió como esclavo a los judíos, como cordero a la inmolación. Así fue llevado el Cordero de Dios, el Hijo del Padre, el único de infinita misericordia.Aquí comienza el salmo 116 (117), también intercalado con troparios.Vers. 5: Alabad al Señor, todas las naciones, ensalzadle todos los pueblos.Judas el siervo y embaucador, el discípulo y el traidor, el amigo y el diablo, fue manifestado por sus obras. Sigue al Maestro, y contra Él medita su traición. Decía en sí: Lo entregaré y aprovecharé mucha riqueza; preguntó el precio de la mirra, y con dolo prendió a Jesús. Dio el saludo y traicionó a Cristo. ¡Y como cordero a la inmolación fue conducido El único que es misericordioso y amante del hombre!Vers. 6: Porque su misericordia se confirmó sobre nosotros, y la verdad del Señor permanece para siempre.El Cordero que Isaías proclamó viene voluntariamente a la inmolación; entrega sus espaldas a los azotes, y sus mejillas a los golpes. No oculta su rostro de la ignominia y de los salivazos. Es condenado a una muerte vergonzosa; y El que es sin pecado, voluntariamente se somete a todo, para conceder a todos la resurrección de entre los muertos .Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Tono VIVerdaderamente Judas es raza de víboras, las cuales comieron maná en el desierto y murmuraron contra el que los alimenta; pues mientras el alimento estaba aún en sus bocas, los ingratos hablaron contra Dios. Y Judas el impío, llevando el pan del cielo todavía en su boca, realizó la traición contra el Salvador. ¡Oh mente insaciable y audacia humana! Vendió al Señor que lo alimentó, y a quien besó, entregó a la muerte. Fue verdaderamente el hijo depravado de aquellos, y con ellos heredó la perdición. Pero, ¡salva nuestras almas, Señor, de tal inhumanidad, tú, el único incomparable en paciencia!
Entrada con el EvangelioLa procesión sale de la Puerta Norte, y llegando al centro de la Iglesia se detiene. Después de la bendición del Sacerdote, el diácono, elevando el Evangelio dice:¡Sabiduría, estemos atentos! y ambos cantan : Luz gozosa de la santa gloriadel Padre inmortal y celestial,Santo y bienaventurado Jesucristo.Llegando al ocaso del sol,viendo la luz vespertina,alabamos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.Porque eres digno de ser celebradoen todo tiempo con voces santas.Hijo de Dios, dador de Vida.Por eso el mundo te glorifica.Prokimenon (Tono I): Líbrame Señor del hombre malvado; sálvame del hombre violento .Vers.: Ellos traman injusticia en el corazón, todo el día preparan combates.Diác: Sabiduría, estemos atentos.
Lectura del libro del Éxodo (19, 10-19)
Yahveh dijo a Moisés: “Ve donde el pueblo y haz que se santifiquen hoy y mañana; que laven sus vestidos y estén preparados para el tercer día; porque al día tercero descenderá Yahveh a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí. Deslinda el contorno de la montaña, y di: Guardáos de subir al monte y aun de tocar su falda. Todo aquel que toque el monte morirá. Pero nadie pondrá la mano sobre el culpable, sino que será lapidado o asaeteado; sea hombre o bestia, no quedará con vida. Cuando resuene el cuerno, subirán ellos al monte”. Bajó, pues, Moisés del monte, adonde estaba el pueblo, y ellos lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: “Estad preparados para el tercer día, y abstenéos de mujer”. Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Entonces Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Yahveh había descendido sobre él en el fuego. Subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno.
Prokimenon (Tono grave)
Líbrame de mis enemigos, oh Dios. Sálvame de los que se levantan contra mí.
Vers.: Líbrame de los que realizan la maldad. Sálvame de los hombres sanguinarios.
Lectura de Job (38,1-21. 42, 1-5)Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: ¿Quién es éste que empaña el Consejo con razones sin sentido? Ciñe tus lomos como un bravo: voy a interrogarte, y tú me instruirás. ¿Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad. ¿Quién fijó sus medidas? ¿lo sabrías? ¿quién tiró el cordel sobre ella? ¿Sobre qué se afirmaron sus bases? ¿quién asentó su piedra angular, entre el clamor a coro de las estrellas del alba y las aclamaciones de todos los Hijos de Dios? ¿Quién encerró el mar con doble puerta, cuando del seno materno salía borbotando; cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice sus pañales; cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos? ¡Llegarás hasta aquí, no más allá - le dije -, aquí se romperá el orgullo de tus olas. ¿Has mandado, una vez en tu vida, a la mañana, has asignado a la aurora su lugar, para que agarre a la tierra por los bordes y de ella sacuda a los malvados? Ella se trueca en arcilla de sello, se tiñe lo mismo que un vestido. Se quita entonces su luz a los malvados, y queda roto el brazo que se alzaba. ¿Has penetrado hasta las fuentes del mar? ¿has circulado por el fondo del Abismo? ¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte? ¿has visto las puertas del país de la Sombra? ¿Has calculado las anchuras de la tierra? Cuenta, si es que sabes, todo esto. ¿Por dónde se va a la morada de la luz? y las tinieblas, ¿dónde tienen su sitio?, para que puedas llevarlas a su término, guiarlas por los senderos de su casa. Si lo sabes, ¡es que ya habías nacido entonces, y bien larga es la cuenta de tus días! Y Job respondió a Yahveh: Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto te es irrealizable. Era yo el que empañaba el Consejo con razones sin sentido. Sí, he hablado de grandezas que no entiendo, de maravillas que me superan y que ignoro (Escucha, deja que yo hable: voy a interrogarte y tú me instruirás.) Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos.
Lectura de la profecía de Isaías (50, 4-14)
El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos; el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás. Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos. Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado. Cerca está el que me justifica: ¿quién disputará conmigo? Presentémonos juntos: ¿quién es mi demandante? ¡que se llegue a mí! He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me condenará? Pues todos ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá. El que de entre vosotros tema a Yahveh oiga la voz de su Siervo. El que anda a oscuras y carece de claridad confíe en el nombre de Yahveh y apóyese en su Dios. ¡Oh vosotros, todos los que encendéis fuego, los que sopláis las brasas! Id a la lumbre de vuestro propio fuego y a las brasas que habéis encendido. Esto os vendrá de mi mano: en tormento yaceréis.
Al terminar la lectura el diácono exclama:
Diác: De nuevo oremos en paz al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diác: Ampáranos y sálvanos, ten misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.
Coro: ¡Señor, ten piedad!
Diác: Conmemorando a nuestra Santísima, purísima, muy bendita y gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María, con todos los santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente, y toda nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: ¡A ti, Señor!
Sac.: Porque eres Santo, oh Dios nuestro, te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Trisagion
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Epístola
Diác: Estemos atentos.
Prokimenon (Tono grave): Los caudillos conspiran aliados contra el Señor y contra su Ungido :
Vers.: ¿Por qué se jactan las naciones, y los pueblos meditan cosas vanas?
Diác: ¡Sabiduría!
Lector: Lectura de la primera Epístola de San Pablo a los Corintios (11, 23-32)
Hermanos, yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: “Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. Asimismo también la copa después de cenar diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío”. Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados. Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
Aleluiárion (tono VI)
Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vers.: Bienaventurado el que tiene piedad del pobre y del necesitado; en el día malo lo librará el
Señor. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vers.: Mis enemigos hablan mal contra mí, ¿cuándo morirán y se perderá su nombre?. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vers.: El que come mi pan alzó su talón contra mí. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
EvangelioSac.: Sabiduría, estemos de pie. Escuchemos el Santo Evangelio.La paz sea con todos.Coro: Y con tu espíritu.Lectura del Santo Evangelio según San Mateo: (26, 2- 27, 2).Dijo el Señor a sus discípulos: “Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado”. Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás; y resolvieron prender a Jesús con engaño y darle muerte. Decían sin embargo: “Durante la fiesta no, para que no haya alboroto en el pueblo”. Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se acercó a él una mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa. Al ver esto los discípulos se indignaron y dijeron: “¿Para qué este Se podía haber vendido a buen precio y habérselo dado a los pobres”. .Mas Jesús, dándose cuenta, les dijo: “¿Por qué molestáis a esta mujer? Pues una "obra buena" ha hecho conmigo. Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha hecho. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya”. Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: “¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?”. Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. El primer día de los Ácimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?” El les dijo: “Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos”. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará. Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” El respondió: “El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: “¿Soy yo acaso, Rabbí?” Dícele: “Sí, tú lo has dicho”. Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre”. Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces les dice Jesús: “Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño . Mas después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea”. Pedro intervino y le dijo: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”. Jesús le dijo: “Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces”. Dícele Pedro: “Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré”. Y lo mismo dijeron también todos los discípulos. Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: “Sentaos aquí, mientras voy allá a orar”. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: “Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo”. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú”. Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: “¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil”. Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: “Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: “Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca”. Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que le iba a entregar les había dado esta señal: “Aquel a quien yo dé un beso, ése es; prendedle”. Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: “¡Salve, Rabbí!”, y le dio un beso. Jesús le dijo: “Amigo, ¡a lo que estás aquí!” Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron. En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja. Dícele entonces Jesús: “Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada. ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Mas, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?” En aquel momento dijo Jesús a la gente: “¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas”. Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron. Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte, y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, que dijeron: “Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo. Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: “¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?” Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”. Dícele Jesús: “Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo”. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: “¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?” Respondieron ellos diciendo: “Es reo de muerte”. Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, diciendo: “Adivínanos, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?” Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: “También tú estabas con Jesús el Galileo”. Pero él lo negó delante de todos: “No sé qué dices”. Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: “Este estaba con Jesús el Nazoreo”. Y de nuevo lo negó con juramento: “¡Yo no conozco a ese hombre!” Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: “¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre”. Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: “¡Yo no conozco a ese hombre!” Inmediatamente cantó un gallo. Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: “Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces”. Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente. Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilatos.Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!Se continúa con el resto de la liturgia de San Basilio. En vez del Querubicón y del Kinonikón y el himno “Hemos visto la verdadera Luz” se canta el siguiente tropario:Tono IIRecíbeme hoy como partícipe de tu mística Cena, ¡oh Hijo de Dios! Porque no revelaré este Misterio a Tus enemigos, y no te daré un beso como Judas, sino que, como el buen ladrón te confieso: “¡Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas en tu Reino!”
BendiciónSac.: ¡Gloria a ti, oh Cristo, Dios nuestro, esperanza nuestra, gloria a ti!Lector: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.Sea bendito el Nombre del Señor...Sac.: El que por su excesiva bondad ha mostrado que la humildad es el mejor camino al lavar los pies de sus discípulos, y condescendió con nosotros hasta la cruz y el sepulcro, Cristo, nuestro Dios verdadero, que voluntariamente soportó la pasión por nuestra salvación, por la intercesión de su Santísima y purísima Madre; por la virtud de su preciosísima y vivificadora Cruz; por la protección de los poderes celestiales e incorpóreos; por las oraciones del glorioso profeta y precursor San Juan Bautista; de los santos gloriosos e ilustres apóstoles, de los santos gloriosos y victoriosos mártires, de nuestros santos y teóforos Padres, de los santos antecesores de Cristo, Joaquín y Ana; y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y nos salve, porque es Dios bueno, misericordioso y ama a la humanidad.Por las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten misericordia de nosotros y sálvanos.Coro: Amén.