Indicaciones
Sac.: Gloria
a la Santísima Trinidad, consustancial e indivisible, ahora y siempre, y por
los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El sacerdote canta tres veces el tropario pascual “Cristo
resucitó”, y por el coro sin los versículos. Luego el sacerdote dice los
siguientes versículos, incensando alrededor de la santa mesa y todo el
santuario, los iconos del Señor y al pueblo desde las puertas.
Después de cada versículo el coro canta el tropario.
Stijera
Levántese
Dios, sean dispersados sus enemigos, y huyan de su presencia los que le
aborrecen.
¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Como
se disipa el humo, disípense; como se derrite la cera ante el fuego.
¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Así
perecen los impíos ante el Rostro de Dios, pero los justos se regocijarán,
¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Éste
es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos.
¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Sac.: Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Coro: ¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Sac.: Ahora y
siempre, y por los siglos de los siglos.
Coro: ¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Sac.: ¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte!
Coro: ¡Y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Letanía, como en
p. 3.
Posteriormente se canta el salmo 140. Al comenzar éste, el
sacerdote sale del santuario con la cruz y el cirio, e inciensa a todos los
fieles.
Troparios
Se cantan los siguientes troparios, intercalando entre
ellos versículos tomados de los salmos 129 (130) y 116 (117).
Tono II
Vers.: Si
consideras las iniquidades, Señor, Señor, ¿quien resistirá? Porque de ti viene
el perdón.
Venid
adoremos al que ha nacido del Padre antes de los siglos, al Verbo Dios, que se
encarnó de la Virgen María. Pues habiendo soportado la cruz, fue entregado al
sepulcro como Él quiso; y resucitado de entre los muertos, me salvó a mí, el
hombre descarriado.
Vers.: Por
causa de tu nombre esperé en ti Señor; mi alma esperó en tu palabra, mi alma
espero en el Señor.
Cristo,
nuestro Salvador, habiendo sido clavado en la cruz destruyó el documento
contrario a nosotros, y anuló el poder de la muerte. ¡Adoramos su Resurrección
al tercer día!
Vers.: Desde
la mañana hasta la noche; desde la mañana espere Israel en el Señor.
Cantemos
con los Arcángeles la resurrección de Cristo; pues Él es el Redentor y el
Salvador de nuestras almas, y vendrá de nuevo con terrible gloria y fuerte
poder a juzgar al mundo que formó.
Vers.: Porque
junto al Señor está la misericordia y la redención copiosa, y él redimirá a
Israel de todas sus iniquidades.
A
ti, que fuiste crucificado y sepultado, el ángel te proclamó “Soberano” y dijo
a las mujeres: Venid, ved donde yacía el Señor, pues resucitó como dijo, porque
es omnipotente. Por esto te adoramos a ti, único Inmortal. Cristo, Dador de
Vida, ten misericordia de nosotros.
Vers.: Alabad al
Señor todos los pueblos, alabadlo todos las naciones.
En
tu cruz anulaste la maldición del madero; en tu sepultura diste muerte al poder
de la muerte; en tu resurrección iluminaste al género humano. Por eso clamamos:
¡Cristo nuestro Dios y bienhechor, gloria a ti!
Vers.:
Porque su misericordia ha sido afirmada
sobre nosotros y la verdad del Señor permanece para siempre.
Se
te abrieron, oh Señor, con temor las puertas de la muerte. Los porteros del
infierno quedaron atónitos al verte, pues quebrantaste las puertas de bronce,
destruiste los cerrojos de hierro, nos sacaste de las tinieblas y sombras de la
muerte, y rompiste nuestras ligaduras.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Cantando
el himno de salvación entonen nuestros labios: Venid todos, postrémonos en la
casa del Señor diciendo: Oh Tú, que
fuiste crucificado sobre un madero y resucitaste de entre los muertos y
que estás en el seno del Padre, sé propicio con nuestros pecados.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos.
Theotokíon
Pasó
la sombra de la Ley, una vez venida la gracia; pues así como la zarza ardiendo
no se consumía, así tú siendo Virgen, diste a luz y permaneciste Virgen; en vez
de la columna de fuego, resplandeció para nosotros el Sol de justicia; y en vez
de Moisés, Cristo, la salvación de
nuestras almas.
entrada
con el Evangelio
Se canta lentamente el
himno “Luz gozosa”, que está
en la p. 6. Luego se canta el
gran prokimenon y el sacerdote entra
en el santuario.
Prokimenon (Tono grave): ¿Qué
Dios hay grande como nuestro Dios? ¡Tú eres el único Dios que haces maravillas!
Vers. 1: Diste
a conocer tu poder entre los pueblos.
Vers. 2: Y dije: Ahora comencé. Éste es el
cambio de la diestra del Altísimo.
Vers.3:
Me acordé de las obras del Señor.
Luego el diácono dice lo siguiente:
Diác.: Para que
seamos dignos de escuchar el Santo Evangelio, roguemos al Señor, nuestro Dios.
Coro: ¡Señor,
ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
Diác:
¡Sabiduría, escuchemos de pie el Santo Evangelio!
Sac.: La
paz sea con todos.
Coro: Y con tu
espíritu.
Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan
(20, 19-25).
Coro: ¡Gloria a ti, Señor, gloria a ti!
Diác.:
¡Estemos atentos!
Al
atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a
los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se
presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros».Dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también
yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu
Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo,
no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos
visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los
clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su
costado, no creeré».
Coro: ¡Gloria
a ti, Señor, gloria a ti!
En las iglesias eslavas se acostumbra leer este evangelio
en distintas lenguas.
Luego el diácono situado en el lugar acostumbrado comienza las
letanías.
Letanía como en p.
34.
Al terminar se reza la siguiente oración:
Dígnate,
Señor, conservarnos esta tarde sin pecado.
Bendito
eres Señor, Dios de nuestros padres, bendito y alabado es tu nombre por los
siglos, amén.
Sea
tu misericordia sobre nosotros, así como
hemos confiado en ti.
Bendito
eres Señor, enséñame tus mandamientos.
Bendito
eres Soberano, hazme comprender tus juicios.
Bendito
eres, oh Santo, ilumíname con tu justicia.
Señor
tu misericordia permanece para siempre, no desprecies la obra de tus manos.
A
ti se debe la alabanza, a ti se deben los himnos, a ti pertenece la gloria,
Padre, Hijo y Espíritu Santo ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Amén.
Luego sigue otra letanía, como está en la p. 31. Después del “A ti,
Señor” el sacerdote dice la siguiente oración:
Señor
Dios nuestro, que inclinaste los cielos y bajaste para la salvación del género
humano, mira a tus siervos y a tu heredad.. Ante ti, el Juez temible y amante
del hombre, tus siervos inclinaron sus cabezas y sometieron sus cervices; no
aguardando el auxilio de los hombres, sino esperando tu misericordia, y tu
ansiada salvación; guárdalos en todo
tiempo, en esta tarde y en esta noche, de todo enemigo, de toda potencia
diabólica adversaria, de los vanos pensamientos y de las malas consideraciones.
Sea
bendito y glorificado el poder del Reino, del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
VERSÍCULOS PASCUALES
Se canta el versículo de la resurrección en tono II:
Tu
resurrección, oh Cristo Salvador, iluminó a todo el Universo, y volvió a llamar
a tu creatura, ¡oh Señor Todopoderoso, gloria a ti!
El lector y el coro alternan los versículos de la Pascua
con los himnos siguientes:
Tono V
Vers.:
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que
le aborrecen.
Hoy
se nos ha manifestado la Pascua sagrada; Pascua nueva; Pascua mística, Pascua
santísima, Pascua, Cristo el Redentor; Pascua inocente; Pascua grande; Pascua
de los fieles; Pascua que nos abrió las puertas del Paraíso; Pascua que
santifica a todos los fieles.
Vers.: Como se
desvanece el humo, así se disipan, como se derrite la cera ante el fuego.
Venid
de la visión, oh mujeres heraldas de la buena nueva, y decidle a Sión: “Recibid
de nosotros las buenas noticias[1] de la
alegría de la resurrección de Cristo. ¡Oh Jerusalén, regocíjate, danza y
alégrate contemplando a Cristo tu Rey, saliendo del sepulcro como un Esposo!
Vers.: Así
perecerán los impíos ante el Rostro de Dios, pero los justos se regocijarán.
Las
mujeres portadoras de mirra fueron al alba al sepulcro del que da la Vida, y
encontraron un ángel sentado sobre la piedra y que les dijo así: ¿Por qué
buscáis al Viviente entre los muertos? ¿Por qué lloráis al Incorruptible como
si estuviese en la corrupción? ¡Id y anunciadle a sus discípulos!
Vers.: ¡Éste
es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él!
¡La
Pascua alegre, la Pascua del Señor, Pascua! Ha surgido para nosotros una Pascua
santísima, Pascua en la cual nos abrazamos unos a otros con alegría; ¡Pascua
rescate de la tristeza!, y esto porque hoy Cristo brilló desde el sepulcro como
desde la cámara nupcial, y llenó de alegría a las mujeres diciéndoles:
¡Anunciadle a los apóstoles!
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos.
¡Hoy
es el día de la resurrección! Resplandezcamos con la fiesta! Abracémonos unos a
otros. Digamos hermanos también a los que nos odian; Perdonemos todo por la resurrección. Y clamemos así:
“Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte; y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros”.
¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros! (3 veces).
Diác.:
¡Sabiduría!
Coro: Bendice.
Sac.: El que
es bendito, Cristo nuestro Dios, en todo tiempo, ahora y siempre, y por los
siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Confirma,
oh Cristo Dios, la santa y ortodoxa fe de los piadosos y ortodoxos cristianos,
con esta tu santa iglesia (o monasterio) por los siglos de los siglos.
Sac.:
Santísima Madre de Dios, sálvanos.
Coro: Tú eres
más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los
Serafines. Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios; verdaderamente
eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.
Sac.: ¡Gloria
a ti, Cristo Dios, esperanza nuestra, gloria a ti!
Coro: Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos.
¡Señor,
ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
Bendice
Padre santo.
El sacerdote pronuncia la bendición final:
Cristo,
nuestro verdadero Dios, que resucitó de entre los muertos, por las oraciones de
su purísima Madre, por la virtud de la venerable y vivificadora cruz, por la
protección de los poderes celestiales e incorpóreos, por las oraciones del
glorioso profeta y precursor, san Juan Bautista; de los santos gloriosos e
ilustres apóstoles; de los santos gloriosos y victoriosos mártires, de nuestros
santos y teóforos Padres, de las santos y piadosos antecesores de Cristo,
Joaquín y Ana, y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y nos
salve, como Dios bueno y misericordioso que ama a la humanidad.
Por
las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo Dios nuestro, ten
misericordia de nosotros y sálvanos.
Coro: Amén.
El sacerdote, alzando
la cruz en voz alta dice al pueblo por tres veces: “Cristo
resucitó” y los fieles le responden: ”Verdaderamente resucitó”.
El sacerdote agrega:
“Gloria a su santa Resurrección al tercer día”
Los fieles contestan: Adoramos
su Resurrección al tercer día.
Finalmente una vez más
en esta noche el tropario pascual:
¡Cristo
resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y
concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!
Equipo de redacción: “En
el Desierto”