lunes, 5 de septiembre de 2011

LAS ALABANZAS

¡Todo lo que respira que alabe al Señor!

Alabad al Señor del cielo, alabadle en las alturas, a ti pertenece la alabanza, ¡oh Dios!

Alabadle todos sus ángeles, alabadle todos sus ejércitos, ¡a ti pertenece la alabanza oh Dios!

¡Alabadlo todos sus ángeles; alabadlo todas sus potencias, ¡a ti pertenece la alabanza oh Dios!


Stijera de la Resurrección (tono I)

Vers. 1:¡Alabadlo por sus potencias, alabadlo según la multitud de su magnificencia!

Alabamos, oh Cristo, tu salvífica pasión y glorificamos tu resurrección.

Vers. 2: ¡Alabadle al son de la trompeta, alabadle con salterio y cítara!

Tú, que soportaste la cruz, aniquilaste la muerte y resucitaste de entre los muertos, pacifica nuestras vidas, oh Señor, porque eres el único Omnipotente.

Vers. 3: ¡Alabadle con tímpanos y flauta; alabadle con instrumentos de cuerda y con órgano!

Oh Cristo, que despojaste al infierno y levantaste el hombre por tu resurrección, haznos dignos de alabarte y glorificarte con corazón puro.

Vers. 4: ¡Alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de júbilo! ¡Todo lo que respira que alabe al Señor!

Oh Cristo, te alabamos, glorificando tu divina condescendencia. Naciste de la Virgen sin separarte del seno del Padre. Padeciste como hombre, y soportaste la cruz voluntariamente. Resucitas del sepulcro como saliendo de la cámara nupcial, para salvar al mundo. ¡Señor, gloria a ti!

Stijera de Pascua

El lector y el coro alternan los versículos de la Pascua con los himnos siguientes en tono V.

Vers.: Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le aborrecen.

Hoy se nos ha manifestado la Pascua sagrada; Pascua nueva; Pascua mística, Pascua santísima, Pascua, Cristo el Redentor; Pascua inocente; Pascua grande; Pascua de los fieles; Pascua que nos abrió las puertas del Paraíso; Pascua que santifica a todos los fieles.

Vers.: Como se desvanece el humo, así se disipan, como se derrite la cera ante el fuego.

Venid de la visión, oh mujeres heraldas de la buena nueva, y decidle a Sión: “Recibid de nosotros las buenas noticias[1] de la alegría de la resurrección de Cristo. ¡Oh Jerusalén, regocíjate, danza y alégrate contemplando a Cristo tu Rey, saliendo del sepulcro como un Esposo!

Vers.: Así perecerán los impíos ante el Rostro de Dios, pero los justos se regocijarán.

Las mujeres portadoras de mirra fueron al alba al sepulcro del que da la Vida, y encontraron un ángel sentado sobre la piedra y que les dijo así: ¿Por qué buscáis al Viviente entre los muertos? ¿Por qué lloráis al Incorruptible como si estuviese en la corrupción? ¡Id y anunciadle a sus discípulos!

Vers.: ¡Éste es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él!

¡La Pascua alegre, la Pascua del Señor, Pascua! Ha surgido para nosotros una Pascua santísima, Pascua en la cual nos abrazamos unos a otros con alegría; ¡Pascua rescate de la tristeza!, y esto porque hoy Cristo brilló desde el sepulcro como desde la cámara nupcial, y llenó de alegría a las mujeres diciéndoles: ¡Anunciadle a los apóstoles!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

¡Hoy es el día de la resurrección! Resplandezcamos con la fiesta! Abracémonos unos a otros. Digamos hermanos también a los que nos odian; Perdonemos todo por la resurrección. Y clamemos así: “Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte; y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros”.

El “Cristo resucitó...” se repite tres veces, y luego lo cantamos muchas veces.

Mientras tanto el sacerdote superior aparece ante la Puerta Real teniendo en su mano el Evangelio; todo el clero y los fieles vienen a besar el Santo Evangelio. Los fieles se saludan diciendo: “Cristo resucitó” y se contesta “Verdaderamente resucitó”.

Así terminan los Matutinos y luego se da comienzo a la Divina Liturgia (la Santa Misa).

LA DIVINA LITURGIA

El sacerdote comienza la Liturgia con la doxología:

Sac.: Bendito sea el Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Coro: Amén.

Sac.: ¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!

El coro repite dos veces este tropario. Luego el sacerdote procede a incensar el altar, alternando los versículos como al comienzo del Matutino. Sigue el texto usual de la Liturgia, pero con las siguientes variaciones.

Primera Antífona

1- ¡Cantad al Señor con gozo toda la tierra!

Coro: Por las oraciones de la Madre de Dios, sálvanos, oh Salvador.

2- ¡Cantad un himno a su Nombre, dad gloria a su alabanza!

Coro: Por las oraciones de la Madre de Dios, sálvanos, oh Salvador.

3- Decidle a Dios: ¡Qué temibles son tus obras!

Coro: Por las oraciones de la Madre de Dios, sálvanos, oh Salvador.

4- Que toda la tierra te adore y te celebre, que cante un himno a tu Nombre, ¡oh Altísimo!

Coro: Por las oraciones de la Madre de Dios, sálvanos, oh Salvador.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.


Letanía como en p. 26, que culmina con:

Sac.: Porque a ti te alaban todos los poderes celestiales, te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Segunda Antífona

1- Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga.

Coro: Sálvanos, oh Hijo de Dios, resucitado de entre los muertos; te cantamos, aleluya.

2- Que la Luz de tu Rostro resplandezca sobre nosotros y tenga piedad de nosotros.

Coro: Sálvanos, oh Hijo de Dios, resucitado de entre los muertos; te cantamos, aleluya.

3- Para conocer tu camino sobre la tierra, tu salvación en todas las naciones.

Coro: Sálvanos, oh Hijo de Dios, resucitado de entre los muertos; te cantamos, aleluya.

4- Que el pueblo te confiese, oh Dios; que todo el pueblo te alabe.

Coro: Sálvanos, oh Hijo de Dios, resucitado de entre los muertos; te cantamos, aleluya.

Tercera Antífona

Levántese Dios, sean dispersados sus enemigos, y huyan de su presencia los que le aborrecen.

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!

Como se disipa el humo, disípense; como se derrite la cera ante el fuego.

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!

Así perecen los impíos ante el Rostro de Dios, pero los justos se regocijarán,

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!

Éste es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos.

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!


Pequeña Entrada con el Evangelio

Sac.: En las asambleas bendecid a Dios, al Señor de las fuentes de Israel. Sálvanos, oh Hijo de Dios, resucitado de entre los muertos, te cantamos Aleluya.

Tropario

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros! (3 veces).

Ipakoí

Las mujeres portadoras de mirra fueron al alba al sepulcro del que da la Vida, y encontraron un ángel sentado sobre la piedra y que les dijo así: ¿Por qué buscáis al Viviente entre los muertos? ¿Por qué lloráis al Incorruptible como si estuviese en la corrupción? ¡Id y anunciadle a sus discípulos!

Kontakion

Aunque descendiste al sepulcro, oh Inmortal; destruiste el poder del infierno y resucitaste como vencedor, ¡oh Cristo Dios!, y dices a las mujeres portadoras de mirra: “¡Alegráos!” y otorgas la paz a tus apóstoles. ¡Tú que concedes la resurrección a los caídos!

TRISAGION

Coro: Vosotros que fuisteis bautizados en Cristo, os revestísteis de Cristo. Aleluya (3 veces).

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

Vosotros que fuisteis bautizados en Cristo, os revestísteis de Cristo. Aleluya

EPÍSTOLA

Prokimenon[2]: Éste es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos.

Vers.: Confesemos al Señor porque es bueno, porque su misericordia permanece para siempre.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles (1, 1-8)

El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo. A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre, «que oísteis de mí: Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días». Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?» El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»

Coro: Aleluya, aleluya, aleluya.

Vers.: Tú, Señor, cuando te hayas levantado tendrás piedad de Sión, pues es tiempo de que tengas piedad de ella.

Vers.: El Señor miró desde el cielo y vio a todos los hijos de los hombres.

EVANGELIO

Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (1, 1-17)

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí: porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.

Megalinaria

En vez de “Verdaderamente es digno” se canta el siguiente himno de la novena oda del Matutino:

El ángel clamó a la llena de gracia: “¡Virgen Purísima, alégrate, nuevamente diré, alégrate, tu Hijo resucitó del sepulcro al tercer día!”

¡Resplandece, resplandece, nueva Jerusalén, pues la gloria del Señor ha surgido sobre ti. Danza ahora y alégrate, Sión; y tú, oh Purísima Madre de Dios, regocíjate en la resurrección de tu Hijo!

Kinonikón

El cuerpo de Cristo. Tomad de la Fuente de Vida, bebed. Aleluya.

En vez de Hemos visto la verdadera Luz...” se canta:

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!

En lugar de ”Bendito sea el Nombre del Señor...” se canta:

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros! (3 veces).

Homilía de san Juan Crisóstomo

Si alguno es devoto y amante de Dios, que goce de esta hermosa y brillante fiesta. Si alguno es un siervo agradecido, que entre con alegría en el gozo de su Señor. Si alguno se fatigó ayunando, que goce ahora con el denario[3]. Si alguno ha trabajado desde la primera hora, que reciba su justa gratificación. Si alguno vino después de la tercera hora, que festeje agradecidamente. Si alguno llegó después de la sexta hora, que no dude; en nada es perjudicado. Si alguno ha demorado hasta la novena hora, que se aproxime sin vacilación. Si alguno llega sólo a la undécima hora, que no tema a causa de su demora; pues el Señor siendo generoso, recibe al último como al primero. Él concede descanso al que viene en la undécima hora como al que ha trabajado desde la primera hora. Él tiene misericordia del último, y cuida del primero. A aquel ha dado, y a éste regala. Él recibe las obras y abraza la intención. Honra las obras, y alaba el propósito.

Por lo tanto, entrad todos en el gozo de nuestro Señor. Los primeros y los segundos, gozad de la recompensa. Ricos y pobres, regocijáos juntos. Abstinentes y perezosos honrad este día. Los que habéis ayunado y los que no habéis ayunado regocijáos hoy. La mesa está llena, deleitáos todos de ella. El ternero está cebado entero; que nadie se retire con hambre. Regocijáos todos del banquete de la fe. Disfrutad todos de la riqueza de la bondad. Que nadie se lamente por su pobreza, pues se manifestó nuestro reino común. Que nadie se duela de sus caídas, pues el perdón surgió del sepulcro. Que nadie tema la muerte, porque la muerte del Salvador nos ha librado.

La extinguió al ser retenido por ella. Saqueó al infierno descendiendo a él. Lo hizo experimentar la amargura, cuando éste gustó su carne. Esto predijo Isaías cuando exclamó diciendo: “El infierno fue amargado, cuando te encontró abajo. Fue amargado, pues fue destruido. Fue amargado pues fue engañado. Fue amargado pues fue muerto. Fue amargado porque fue abolido. Fue amargado pues fue maniatado. Tomó un cuerpo, y encontró a Dios. Tomó tierra, y encontró Cielo. Tomo lo que vio y fue vencido por lo que no vio. ¿Dónde esta, muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, infierno, tu victoria? Cristo resucitó y tú fuiste derribado. Cristo resucitó y han caído los demonios. Cristo resucitó y se alegran los Ángeles. Cristo resucitó y gobierna la Vida. Cristo resucitó y ya no hay ningún muerto en la tumba. Pues Cristo resucitado de entre los muertos y llegó a ser primicia de los que han muerto. A Él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Luego se canta el tropario de san Juan Crisóstomo

Habiendo brillado la gracia de tu boca, como fuego, iluminó el universo, descubrió para el mundo los tesoros del desprecio por el dinero, y nos mostró la altura de la humildad. Pero tú, oh padre Juan Crisóstomo, que nos instruyes con tus palabras, ruega al Verbo, Cristo Dios, que salve nuestras almas.

BENDICIÓN (APOLISIS)

Sac.: Cristo, nuestro verdadero Dios, que resucitó de entre los muertos, por las oraciones de su purísima Madre, por la virtud de la venerable y vivificadora cruz, por la protección de los poderes celestiales e incorpóreos, por las oraciones del glorioso profeta y precursor, san Juan Bautista; de los santos gloriosos e ilustres apóstoles; de los santos gloriosos y victoriosos mártires, de nuestros santos y teóforos Padres, de las santos y piadosos antecesores de Cristo, Joaquín y Ana, y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y nos salve, como Dios bueno y misericordioso que ama a la humanidad.

Por las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo Dios nuestro, ten misericordia de nosotros y sálvanos.

Coro: Amén.

El sacerdote en voz alta dice al pueblo por tres veces: “Cristo resucitó” y los fieles le responden: ”Verdaderamente resucitó”.

Y finalmente el sacerdote dice

Prosternémonos ante su Resurrección al tercer día.

Los fieles contestan:

Adoramos su resurrección al tercer día.

Finalmente una vez más en esta noche el tropario pascual:

¡Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con su muerte, y concediendo la vida a los que estaban en los sepulcros!

Equipo de redacción: “En el Desierto”


[1] el evangelio

[2] Sal 117 (118)

[3] de la recompensa