lunes, 4 de julio de 2011



JUEVES SANTO EN LA NOCHE


Se celebran los Matutinos del Viernes Santo


OFICIO DE LA SAGRADA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO



SEXTO EVANGELIO


Lectura del Santo Evangelio según san Marcos (15, 16-32 )


En aquel tiempo, los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle. Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos».Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos». También le injuriaban los que con él estaban crucificados.


Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



LAS BIENAVENTURANZAS


En tu Reino, acuérdate de nosotros, Señor, cuando vengas en tu Reino.


Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino del Cielo.


Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.


Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.



Tono IV


Por el árbol, Adán fue desterrado del Paraíso; por el árbol de la cruz, en cambio, el ladrón habitó el Paraíso. Aquel, gustando del fruto, desobedeció el mandato de su Creador; éste, crucificado con Él, confesó al Dios oculto: “¡Acuérdate de mí, exclama, en tu Reino!”.



Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.


Al Autor de la Ley compraron los transgresores de la ley por medio de un discípulo; y como quebrantador de ella, lo pusieron ante el tribunal de Pilatos, gritando: “Crucifica”, al que en el desierto les había dado el maná. Pero nosotros, imitando al ladrón justo, clamamos con fe: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”



Bienaventurados los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.


La asamblea de los deicidas, gritó rabiosamente a Pilatos, diciendo: “Crucifica a Cristo el inocente”; pidiendo en cambio a Barrabás. Pero nosotros, digámosle con la voz del buen ladrón: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”



Bienaventurados los puros de corazón porque verán a Dios.


Tu costado vivificador, oh Cristo, brotó como una fuente del Edén y riega a tu Iglesia como Paraíso racional; dividiéndose de allí, como de su principio, riega el mundo, regocijando la creación, y enseñando a las naciones a adorar tu Reino con fe

Bienaventurados los pacificadores porque serán llamados hijos de Dios.


Oh Cristo, fuiste crucificado por mí para concederme el perdón; y tú costado fue herido por una lanza para que arroyos de vida broten para mí. Fue traspasado con clavos para que creyendo al abismo de tu Pasión y a la excelsitud de tu poder, clame a ti: ¡Gloria a tu cruz y a tu pasión, oh Salvador, Cristo dador de vida!



Bienaventurados los que son perseguidos por la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.


Viéndote crucificado, oh Cristo, toda la creación se estremeció. Los cimientos de la tierra temblaron por temor a tu poder; las luminarias se ocultaron; el velo del templo se rasgó, las montañas se estremecieron, y las rocas se partieron; y el ladrón en su fe te clamó con nosotros, ¡oh Salvador, acuérdate de mí!


Bienaventurados seréis cuando os injurien y persigan y digan contra vosotros todo mal, por mi causa, mintiendo.


Señor, en la cruz rompiste la acusación contra nosotros, y contado entre los muertos, ataste allí al tirano, librándonos a todos de los lazos de la muerte, por tu resurrección; por la cual fuimos iluminados oh Cristo, Dios nuestro, y te clamamos: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”


Gozáos y alegráos porque vuestra recompensa es grande en los cielos.


Fuiste exaltado en la cruz y destruiste la potencia de la muerte y aboliste, como Dios, la acusación contra nosotros, oh Señor. Concédenos también a nosotros la conversión del ladrón, ¡oh único amante del hombre!, a los que te adoran en la fe, ¡oh Cristo, Dios nuestro! y te claman: “¡Acuérdate también de nosotros en tu Reino!”



Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.


Venid fieles, con un mismo corazón glorifiquemos dignamente al Padre, al Hijo y al Espíritu, una Divinidad que subsiste en tres Personas, que permanece inconfusa, simple, indivisible e inaccesible[7]; por la cual fuimos rescatados del fuego del castigo.


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Theotokíon


Nos acercamos a tu Madre, que sin semilla te dio a luz en la carne, y verdaderamente Virgen, permaneció incorrupta también después del parto, para que interceda, Señor de gran misericordia, de manera que siempre concedas el perdón de los pecados a los que claman a ti: “¡Acuérdate de mí, Salvador, en tu Reino!”


Prokímenon (Tono IV): Se repartieron mis vestiduras entre sí; y sobre mi túnica echaron suertes[8].


Vers.: Oh Dios, mi Dios, atiéndeme, ¿por qué me has abandonado?

SÉPTIMO EVANGELIO


Precedido por las fórmulas ordinarias Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (27, 33-54)


En aquel tiempo, llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario», le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Y se quedaron sentados allí para custodiarle. Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo de Dios». De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.


Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste». Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle».Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios».


Coro: ¡Gloria a tu paciencia, Señor, gloria a ti!


Se reza el salmo 50 (51)[11].



OCTAVO EVANGELIO



Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (23, 32-49)


En aquel tiempo conducían además a otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido».También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!» Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos».


Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho».Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino».Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo».Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.


Coro: ¡Gloria a tu paciencia, Señor, gloria a ti!


TRIODION[13]


Tono VI


Hirmos


Por ti madrugo, oh Verbo de Dios, tú que por tu compasión por el caído te anonadaste sin cambio alguno, y te sometiste impasiblemente hasta la pasión ¡Concédenos la paz, oh Dios misericordioso! (2 veces).


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Vers.: Tus servidores, oh Cristo, habiendo sido lavados sus pies, y purificados en su mente por la participación en el misterio divino, subieron de Sión al gran monte de los Olivos, alabándote, oh amante del hombre.


Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.



Señor, dijiste: “Ved, amigos, no os turbéis, pues ahora llegó la hora en que seré entregado y muerto por manos de los impíos; y todos se dispersarán abandonándome. Pero los reuniré para que me prediquen a mí, que amo a la humanidad.



Katabasía


Por ti madrugo, oh Verbo de Dios, tú que por tu compasión por el caído te anonadaste sin cambio alguno, y te sometiste impasiblemente hasta la pasión. ¡Concédenos la paz, oh Dios misericordioso!



Letanía Menor


Diác: Oremos de nuevo en paz al Señor.


Coro: ¡Señor, ten piedad!


Diác: Ampáranos y sálvanos, ten misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.


Coro: ¡Señor, ten piedad!


Diác: Conmemorando a nuestra Santísima, purísima, muy bendita y gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María, con todos los santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente, y toda nuestra vida a Cristo Dios.


Coro: ¡A ti, Señor!


Sac.: Porque tú eres el Rey de paz y el Salvador de nuestras almas, te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.



Kontakion (Tono VI)


Venid, todos, alabemos al que fue crucificado por nosotros. Pues María lo vio sobre la cruz y dijo: “¡Aunque soportas la cruz, tú eres mi Hijo y mi Dios!”



Ikos


La cordera María, viendo a su propio Cordero llevado a la inmolación, lo sigue turbada con las otras mujeres y exclama esto: “¿ A dónde vas Hijo, y por qué te apresuras? ¿Hay acaso nuevamente otras bodas en Caná y ahora te apresuras hacia allí, para hacerles del agua vino ¿Voy contigo o más bien me quedo? Dame una palabra, oh Palabra; no pases callado, tú que me conservaste pura; tú eres mi Hijo y mi Dios.



Sinaxario


El Viernes Santo y Grande conmemoramos la santa, salvífica y terrible pasión de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo; pasión que soportó voluntariamente por nosotros; los salivazos, las bofetadas, los castigos, las injurias, las mofas, el manto de púrpura, la caña, la esponja, el vinagre, los clavos, la lanza y, sobre todo, la cruz y la muerte, todo lo realizado el Viernes; también la confesión salvífica del buen ladrón que fue crucificado con Él.



Versículo de la crucifixión


Tú eres Dios viviente aunque fuiste muerto sobre el madero,


¡oh, muerto y desnudo, eres también el Verbo del Dios vivo!



Vers. del Buen Ladrón


El ladrón abrió las puertas cerradas del Edén,


usando como llave el “Acuérdate de mí”.



Oh Cristo Dios, por tu infinita compasión por nosotros, ten piedad de nosotros. Amén.



8ª ODA


Hirmos


Los bienaventurados varones cubrieron de infamia el monumento del mal, y el inicuo Sanedrín furioso delibera injustamente contra Cristo, discurriendo matar al que tiene la vida en su palma, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos (2 veces)



TropariosOh Cristo, dijiste: “Alejad ahora, discípulos, el sueño de vuestros párpados, velad en oración para no caer en tentación, y especialmente Simón, pues la tentación es más grande para el fuerte. Conóceme. Pedro, conóceme a mí, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



“Jamás saldrá palabra impura de mis labios, Señor; moriré contigo, como bueno, aún si todos te niegan”, clamó Pedro; “ni la carne ni la sangre, sino tu Padre te reveló a mí, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



Bendecimos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por los siglos.



“No escrutaste el abismo de la sabiduría, ni el conocimiento divino, ni comprendiste la profundidad de mis juicios, oh hombre”, dijo el Señor; “siendo carne, no te gloríes, pues me negarás tres veces a mí, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.



“Desfallecerás, Simón Pedro, como ha sido dicho, y caerás rápido; y vendrá a ti una criada y te atemorizará”, dijo el Señor. “Habiendo llorado amargamente, tendrás igualmente mi perdón, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos”.



¡Alabamos, bendecimos y nos prosternamos ante el Señor!



Katabasía


Los bienaventurados varones cubrieron de infamia el monumento del mal, y el inicuo Sanedrín furioso delibera injustamente contra Cristo, discurriendo matar al que tiene la vida en su palma, a quien toda la creación bendice y glorifica por los siglos



¡A la Madre de Dios, Madre de la Luz engrandezcamos, honrándola con himnos!.




9ª ODA


Hirmos


Tú eres más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines; Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios, verdaderamente eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.




Troparios


¡La sinagoga de los deicidas, esa compañía criminal de malvados, se alzó contra ti, oh Cristo, y prendió como malhechor al Creador de todos, a quien engrandecemos.


Los impíos, desconociendo la Ley y las voces de los profetas, urdiendo maldad, te arrastraron como cordero, para inmolarte injustamente a ti, el Señor de todos.


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Los sacerdotes y los escribas por una maldad suicida, entregaron la Vida a los gentiles, para matarlo; a Aquel que por naturaleza es el Dador de Vida, a quien engrandecemos.


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Te rodearon como muchos perros y te golpearon, Señor, con una bofetada en la mejilla, te interrogaron y testimoniaron falsamente contra ti; ¡y todo lo soportaste, y nos salvaste a todos!



Katabasía


Tú eres más honorable que los Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines; Tú que sin corrupción diste a luz al Verbo de Dios, verdaderamente eres la Madre de Dios y a ti te engrandecemos.



Letanía menor


Como en la p. 26, con la siguiente conclusión:


Sac.: Porque a ti alaban todos los poderes celestiales y te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.



Exapostelarion (Tono III)


Hiciste digno del paraíso al ladrón en el mismo día, Señor; ilumíname también a mí con el madero de la cruz, y sálvame (3 veces).



NOVENO EVANGELIO


Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (19, 25-37)



En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed». Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu. Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilatos que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.





Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



LAS ALABANZAS (Tono III)


¡Todo lo que respira que alabe al Señor!


Alabad al Señor en el cielo, alabadle en las alturas. A ti pertenece la alabanza, oh Dios.


Alabadle todos sus ángeles, alabadle todos sus potencias. A ti pertenece la alabanza, oh Dios.


Esta gloria es para todos sus santos.


Alabadle en sus Santuarios, alabadle en la extensión de su fortaleza.


Alabadle por sus proezas, alabadle conforme a la multitud de sus grandezas.




Tono III


Mi hijo primogénito Israel hizo dos males. Me abandonó a mi, la Fuente del agua de la Vida, y se cavó un pozo de ignominia. Me crucificó en un madero; pero a Barrabás lo liberaron; los cielos se asombraron, y el sol ocultó sus rayos. ¡Y tú, Israel, no retrocediste, sino que me entregaste a la muerte!


¡Padre Santo, perdónalos, pues no saben lo que hacen!



Vers.: ¡Alabadle al son de trompetas, alabadle con salterio y cítara!



Mi hijo primogénito Israel hizo dos males. Me abandonó a mi, fuente del agua de la Vida, y se cavó un pozo de ignominia. Me crucificó en un madero; pero a Barrabás lo liberaron; los cielos se asombraron, y el sol ocultó sus rayos. ¡Y tú, Israel, no retrocediste, sino que me entregaste a la muerte!


¡Padre Santo, perdónalos, pues no saben lo que hacen!



Vers.: ¡Alabadle con tímpano y flauta, alabadle con cuerdas y con órgano!



¡Oh Salvador!, cada miembro de tu santa carne soportó por nosotros la deshonra. La cabeza, las espinas; el rostro, los salivazos; las mejillas, las bofetadas; la boca, el gusto de la hiel mezclada con vinagre; los oídos, la burla de las blasfemias de los infames; los hombros, el manto las espaldas, los azotes; las manos, la caña; las tensiones de todo el cuerpo en la Cruz; las articulaciones, los clavos; el costado, la lanza. El que sufre por nosotros, y padeciendo nos liberó, el que se condescendió con nosotros por su amor a la humanidad, y nos exaltó, ¡Señor omnipotente, ten piedad de nosotros!



Vers.: ¡Alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de júbilo, todo lo que respira que alabe al Señor!


Toda la creación tembló, viéndote crucificado, oh Cristo; los cimientos de la tierra se estremecieron por temor a tu poder; pues siendo tú exaltado hoy, pereció la raza de los hebreos; el velo del templo se rasgó en dos, se abrieron los sepulcros, los muertos se levantaron de su tumbas; el centurión viendo el milagro, tembló; pero tu Madre estando al lado, clamó lamentándose maternalmente: “¿Como no me lamentaré y golpearé mis entrañas viéndote desnudo, como un condenado suspendido en el madero?”. El que fue crucificado, sepultado y resucitó ¡Señor, gloria a ti!


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Me despojaron de mis vestiduras y me vistieron con un manto escarlata; pusieron sobre mi cabeza una corona de espinas, y a mi mano derecha dieron una caña; para quebrantarlos como un vaso de arcilla.


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Entregué mis espaldas a la flagelación, y mi rostro no lo aparté de los salivazos; ante el tribunal de Pilatos comparecí, y soporté la cruz por la salvación del mundo



DÉCIMO EVANGELIO


Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Marcos (15, 43-47)



En aquel tiempo, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilatos y pedirle el cuerpo de Jesús. Se extraño Pilatos de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.



Doxología


A ti pertenece toda gloria Señor y Dios nuestro, y te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.



Gloria a ti que nos mostraste la Luz.


Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor


Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias.


Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso; Señor Hijo único, Jesucristo, y Espíritu Santo.


Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;


tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.


Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, Jesucristo, para gloria de Dios Padre. Amén.


Cada día te bendeciré y alabaré tu Nombre, por todos los siglos de los siglos.


Haznos dignos, Señor, de guardarnos sin pecado en este día.


Bendito eres Señor, Dios de nuestros padres, y alabado y glorificado sea tu nombre por los siglos. Amén.



Que tu misericordia esté sobre nosotros, como lo esperamos de ti.


Bendito eres, Señor. Enséñanos tus mandamientos (3 veces).


Oh Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.


Yo dije Señor, ten misericordia de mí, y sana mi alma, pues he pecado contra ti.


Señor a ti acudo. Enséñame a realizar tu voluntad porque tú eres mi Dios.


Pues junto a ti está la fuente de la vida; en tu luz veremos la luz.


Extiende tu misericordia a los que te conocen.




Letanía


Diác: Completemos nuestra oración vespertina al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.


Diác: Ampáranos y sálvanos, ten misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.


Coro: Señor, ten piedad.


Diác: Que este día entero sea perfecto, santo, en paz y sin pecado, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Un ángel de paz, fiel guía y guardián de nuestras almas y cuerpos, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: El perdón y remisión de nuestros pecados y transgresiones, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Lo que es bueno y útil para nuestras almas y la paz del mundo, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Que el resto de nuestra vida sea en paz y contrición, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Que el final de nuestra vida sea cristiano, tranquilo, exento de dolor y de vergüenza, y que tengamos una buena respuesta ante el terrible tribunal de Cristo Dios, pidamos al Señor.


Coro: Concédelo, Señor.


Diác: Conmemorando a nuestra Santísima, purísima, muy bendita y gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María, con todos los santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente, y toda nuestra vida a Cristo Dios.


Coro: A ti, Señor.


Sac.: Porque tú eres un Dios misericordioso y amas a la humanidad, te glorificamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.


Sac.: La paz sea con todos.


Coro: Y con tu espíritu.


Diác: Inclinad vuestras cabezas delante del Señor.


Coro: A ti, Señor.



El sacerdote ora en secreto:


Sac.: Oh Santo Señor, que moras en las alturas y miras las cosas abajo, y escudriñas toda la creación; inclinamos nuestras cabezas y nuestras almas ante ti, y te suplicamos, oh Santo de los Santos, extiende tu mano invisible desde tu santa morada y bendícenos a todos; y si hemos pecado, voluntaria o involuntariamente, tú como Dios nuestro justo y misericordioso, perdónanos y concédenos tus beneficios celestiales y terrenales.



Y concluye en voz alta:


Porque tú eres misericordioso y amante del hombre, te glorificamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Coro: Amén.




DECIMOPRIMER EVANGELIO


Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (19, 38-42)



En aquel tiempo, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilatos autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilatos se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.



Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



Apostija (Tono I)


¡Toda la creación se turbó de temor viéndote suspendido en la cruz, oh Cristo! El sol se oscureció y los cimientos de la tierra se estremecieron, y todos padecieron con el que creó todas las cosas. El que soportó voluntariamente por nosotros, Señor, ¡gloria a ti!



Vers.: Se repartieron mis vestiduras entre sí y sobre mi túnica echaron suertes.


Tono II


¿Por qué el pueblo impío y transgresor de la ley planea injusticias? ¿Por qué fue condenada a muerte la Vida de todos? ¡Inmensa maravilla! El Creador del mundo es entregado en manos de inicuos. Y sobre un madero es levantado el amante del hombre para libertar a los cautivos que estaban en el infierno, que clamaban: “¡Oh Señor de mucha paciencia, gloria a ti!”



Vers.: Me dieron como alimento hiel, y para mi sed, me dieron de beber vinagre



¡Hoy a la Virgen purísima, contemplándote sobre la Cruz, oh Verbo sin pecado, dolida en las entrañas maternas, se le quebrantó el corazón amargamente, y gimiendo dolorosamente desde lo profundo del alma, la oprimen los dolores que anteriormente no conoció en el parto. Por ello llorando copiosamente, exclamó gimiendo: “¡Ay de mi Hijo Divino, ay de mí, oh Luz del mundo! ¿Por qué te escondiste de mis ojos, oh Cordero de Dios?” Por eso los ejércitos incorpóreos temblaron y dijeron: ¡Señor incomprensible, gloria a ti!


Vers.: Dios, nuestro Rey desde antes de los siglos, obró la salvación en medio de la tierra.



Tono II


Viéndote suspendido en el madero, Cristo, a ti el Creador y Dios de todo, la que te dio a luz sin semilla, exclamó amargamente: “¿Hijo mío, dónde se ocultó la hermosura de tu Rostro,? No puedo tolerar verte injustamente crucificado. ¡Apresúrate, pues; resucita para que yo vea tu Resurrección de entre los muertos dentro de tres días!”


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.



Tono VIII


Señor, cuando subiste a la cruz, temor y temblor cayó sobre la tierra; pero impediste a la tierra tragar a los que te crucificaron; y al infierno ordenaste liberar a los cautivos para la regeneración de los vivientes. Juez de vivos y muertos viniste a conceder vida y no muerte. ¡Amante del hombre, gloria a ti!


Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.



Ya es bajada la caña de la sentencia por los jueces inicuos, y Jesús es juzgado y condenado a la cruz, y la creación sufre viendo al Señor en el madero. Pero el que padece por mí en la naturaleza del cuerpo, ¡oh buen Señor, gloria a ti!




DÉCIMOSEGUNDO EVANGELIO


Se inciensa por última vez. Si hay diácono, lo leerá desde el ambón.



Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (27, 62-66)



Al otro día, el siguiente a la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilatos y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: "A los tres días resucitaré". Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: "Resucitó de entre los muertos", y la última impostura sea peor que la primera».Pilatos les dijo: «Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis».Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.



Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!



Es bueno alabar al Señor, cantar salmos a tu Nombre, oh Altísimo, celebrando por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad.


Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.


Después sigue como en la p. 3.



Apolytikion (Tono IV)


Nos redimiste de la maldición de la ley con tu preciosa sangre; habiendo sido clavado sobre la cruz, y traspasado con una lanza, hiciste brotar para los hombres la inmortalidad (3 veces).



Letanía


Diác: Del fondo de nuestro corazón y de nuestro espíritu, digamos:


Señor ten piedad. Señor ten piedad. Señor ten piedad.


Señor omnipotente, Dios de nuestros padres, te suplicamos que nos escuches y tengas piedad de nosotros.


Apiádate de nosotros, oh Dios, según tu gran misericordia. Te suplicamos que nos escuches y tengas piedad de nosotros.


Roguemos aún por nuestro bienaventurado Patriarca (N), por nuestro Metropolita (N) (o Arzobispo u Obispo) y por su venerable presbiterio.


Roguemos aún por nuestros hermanos, los sacerdotes, hieromonjes, diáconos, hierodiáconos y monjes, y por todos nuestros hermanos en Cristo.


Roguemos aún por la misericordia, la vida, la paz, la salud, la salvación, el perdón de los pecados de los siervos de Dios, de los que habitan y se encuentran en esta ciudad (o provincia o isla) (o los hermanos de este santo monasterio).


Roguemos aún por los bienaventurados y siempre recordados fundadores de esta santa iglesia (o monasterio), y por todos los padres y hermanos nuestros ortodoxos que ya han descansado y yacen aquí y en todos los lugares.


Roguemos aún por los que traen dones y los bienhechores de este santo templo, por todos los que se fatigan cantando en él, y por todo el pueblo que está alrededor nuestro, que espera de ti una gran y rica misericordia.



Sac.: Porque eres un Dios misericordioso que amas a la humanidad, te glorificamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.



Coro: Amén.



Bendición


Sac.: ¡Gloria a ti, oh Cristo, Dios nuestro, esperanza nuestra, gloria a ti!


Lector: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.


En el nombre del Señor, bendice Padre.



Sac.: Cristo, nuestro verdadero Dios, que soportó las salivas, la flagelación, los azotes, las bofetadas, la Cruz y la muerte, para la salvación del mundo, por la intercesión de su Santísima y purísima Madre; por la virtud de su preciosísima y vivificadora Cruz; por la protección de los poderes celestiales; por las oraciones del glorioso profeta San Juan Bautista; de los santos gloriosos y honorables apóstoles y mártires, de nuestros santos Padres, de los santos antecesores de Cristo, Joaquín y Ana; y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y nos salve, porque es Dios bueno, misericordioso y ama a la humanidad.


Por las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten misericordia de nosotros y sálvanos.


Coro: Amén.


Equipo de redacción: "En el Desierto"





Notas de referencia:



La Iglesia es el nuevo paraíso, regada con la sangre del Cordero crucificado. Y ese torrente alcanza los cuatro puntos cardinales del mundo. Esta oración tiene el trasfondo del relato yavista de la creación. Allí hay un río que riega el Edén, la tierra santa, dividiéndose en cuatro brazos. Veamos el texto : “Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo. Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos” (Gn 2, 4-10).





Del Cristo glorificado en la cruz brota el agua del Espíritu. Aquí hay que tener en cuenta Jn 7, 37-39 : “El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado”.





La espiritualidad oriental, tomando pie del capítulo octavo de la carta a los Romanos, ha desarrollado mucho más que la occidental una teología de la creación, una cosmología sagrada. El mundo es arrastrado por el pecado del hombre y es liberado y transfigurado por el misterio pascual de Jesucristo. Finalmente está llamado a devenir plena transparencia a la Luz y Gloria de Dios. Es el universo transfigurado. Así, algunos autores hablan no sólo de la théosis del hombre, sino también de una kosmothéosis. Se trata del misterio de los cielos y tierra nueva, inaugurados la noche de la Resurrección.





El documento que nos acusaba, el jeirógrafon.





Clara estructura del misterio pascual celebrado en el triduo. En la cruz rompió la acusación contra nosotros. En el infierno ató al tirano. Por la resurrección nos liberó a todos de los lazos de la muerte y nos iluminó.





Aquí tenemos un ejemplo de la liturgia que celebra su fe, expresada en el dogma. En efecto, en esta oración se propone una cuidada formulación dogmática acerca del misterio Trinitario.





Sal 21(22), 19. 2





El versículo adelanta el contenido del Evangelio : la muerte y abandono de Jesús en la cruz.





Cf. p. 11.





La Iglesia que ha escuchado la proclamación de la muerte de su Señor se sumerge en una oración penitencial.





Cf. p. 11.





Obra del monje Cosmas





El misterio del Dios-hombre es expresado así : padeció impasiblemente.





Esta referencia a María como cordera ya se presenta en el tratado “Sobre la Pascua” de Melitón de Sardes, n. 71 (ed. O. Perler. SC 123. Paris 1966) “Éste es el cordero sin voz. Éste es el cordero degollado. (Éste es) el nacido de María la buena cordera....”





En Caná Jesús reveló por primera vez su gloria. Pero no había llegado aún su hora. En cambio, la Pascua es su hora, cuando revelará abiertamente su gloria.





Todos estos troparios se centran en el drama de la negación de Pedro.





Vuelve el tema del conocimiento. De Judas y de los judíos se dijo que no conocieron la condescendencia del Señor. En esta oración el Señor parece pedirle a Pedro en este momento de tinieblas que renueve la fe en el Cristo que había confesado en Cesarea de Filipo. Cf. Mt 16, 16-19: Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Esto se confirma además en el próximo tropario.





Cf. p. 11.



Clara enunciación del triduo pascual. : Ho staurozeís kai tafeís kai anastás.




Cf. p. 11.





Cf. p. 11.





Cf. p. 11.





Monjes que son sacerdotes.





Monjes que son diáconos.

martes, 28 de junio de 2011



JUEVES SANTO EN LA NOCHE
Se celebran los Matutinos del Viernes Santo
OFICIO DE LA SAGRADA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


















El oficio se inicia como habitualmente El sacerdote llegando al santo altar se prosterna tres veces ante la santa mesa, persignándose cada vez. La besa y se reviste con la estola[1] y de pie ante el santo altar exclama:
Sac.: Bendito sea nuestro Dios, perpetuamente, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Sigue como en la p. 3.
Se rezan los salmos 19, 20.


Mientras tanto el sacerdote inciensa el santo altar, y saliendo de la puerta norte, inciensa los iconos y los fieles
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Gloria a ti Señor!
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).
Vers.1: De noche madruga mi espíritu hacia ti, Dios mío, porque tus mandatos son luz sobre la tierra.
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vers.2: El celo se apoderará del pueblo incorregible, y ahora el fuego consumirá a los enemigos.
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Vers.3: Agrégales males, Señor, agrégales males, a los famosos de la tierra.
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Tropario (tono VIII)
Cuando los gloriosos discípulos fueron iluminados en el lavatorio de la cena, el impío Judas fue oscurecido por el amor al dinero[3]; y a jueces inicuos te entregó a ti, oh justo Juez. Ve, oh amante de riquezas, a aquel que por éstas se ahorcó con una cuerda; huye del alma insaciable que se atrevió a tales cosas contra el Maestros[4]. ¡Oh Bien que estás por encima de todo, Señor, gloria a ti!
Diác: Para que seamos dignos de escuchar el Santo Evangelio, pidamos al Señor nuestro Dios.
Coro: ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
Sac.: ¡Sabiduría! De pie escuchemos el Santo Evangelio. La paz sea con todos.
Coro: Y con tu espíritu.
Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (13, 31- 18, 1)<! [5]
Coro: ¡Gloria a ti, Señor, gloria a ti!

EVANGELIO PRIMERO
Dijo el Señor a sus discípulos: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto».«Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces». «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
(Jn 14:15) Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él». Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: "Me voy y volveré a vosotros." Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí».«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros». «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Su fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. El que me odia, odia también a mi Padre. Si no hubiera hecho entre ellos obras que no ha hecho ningún otro, no tendrían pecado; pero ahora las han visto, y nos odian a mí y a mi Padre. Pero es para que se cumpla lo que está escrito en su Ley: Me han odiado sin motivo. Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. «No os dije esto desde el principio porque estaba yo con vosotros. Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Dónde vas?" Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: "Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver" y "Me voy al Padre"?»Y decían: «¿Qué es ese "poco"? No sabemos lo que quiere decir».Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: "Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?" «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,

(Jn 16:27) pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre».Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios».Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos».Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.

Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!
Luego se cantan las siguientes antífonas
1ª Antífona (Tono VIII)
Los príncipes del pueblo se reunieron contra Dios y contra su Ungido.
Una palabra impía pusieron contra mí, Señor; Señor, no me desampares.
Ofrezcamos a Cristo los sentidos puros, y como amigos sacrifiquemos nuestras almas por Él; y no nos ahorquemos como Judas con las preocupaciones de la vida; sino clamemos en nuestros lechos: “¡Padre nuestro que estás en el cielo, líbranos del mal!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Theotokíon
Virgen diste a luz sin conocer esposo [6], y Virgen permaneciste, madre sin esposo [7], oh María Madre de Dios, suplica a Cristo nuestro Dios por la salvación de nuestras almas.


2ª Antífona (Tono VI)
Judas corrió hacia los escribas, transgresores de la ley, diciendo: “¿Qué me queréis dar y yo os lo entregaré?” En medio de los que cantan, él esta de pie cantando, el que conoce los corazones [8] ¡apiádate de nuestras almas!


Sirvamos a Dios con piedad como María en la Cena; y no seamos poseídos por el amor al dinero [9], como Judas, para que estemos siempre con Cristo Dios.


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon
Oh Virgen, no ceses de alabar a Aquel que diste a luz de modo incomprensible; para que salve de los peligros a los que se refugian en ti.

3ª Antífona (Tono II)
Por la resurrección de Lázaro, Señor, los niños hebreos clamaron a Ti “¡Hosanna!”, oh amante del hombre. Pero Judas, el impío, no quiso comprender [10].


En la Cena, oh Cristo Dios, predijiste a tus discípulos: “Uno de vosotros me entregará”. Pero Judas el impío, no quiso comprender.

A Juan que preguntó: “¿Quién es el traidor?, se lo mostraste por medio del pan. Pero Judas el impío, no quiso comprender.
Con treinta monedas de plata y un beso engañoso, Señor, los judíos buscaron matarte. Pero Judas el impío, no quiso comprender.

En el lavatorio de los pies, oh Cristo Dios, exhortaste a tus discípulos: “Haced como veis”. Pero Judas el impío, no quiso comprender.

“Velad y orad, para no ser tentados”, dijiste, oh Dios nuestro, a tus discípulos. Pero Judas el impío, no quiso comprender.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.



Theotokíon
Salva a tus siervos de los peligros ¡oh Madre de Dios!, porque después de Dios, todos nos refugiamos en ti, como muralla fuerte e intercesora.

Kathisma (Tono VII)
Alimentando a los discípulos en la cena, conociendo el pretexto de la traición, reprendiste a Judas; aún sabiendo que era incorregible, queriendo hacer saber a todos que te entregabas voluntariamente, para arrebatar el mundo del enemigo. ¡Señor de infinita paciencia, gloria a Ti!



SEGUNDO EVANGELIO
Precedido por las fórmulas ordinarias [11].
Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Juan (18, 1-28)
En aquel tiempo, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Díceles: «Yo soy». Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos». Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?» Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?» Dice él: «No lo soy». Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho». Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?» Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás. Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?» El lo negó diciendo: «No lo soy». Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: «¿No te vi yo en el huerto con él?» Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo. De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua.

Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!


4ª Antífona (Tono VIII)
Hoy Judas abandona al Maestro y recibe al diablo; es cegado por la pasión de la avaricia, se aparta de la luz, el que está en tinieblas. ¿Cómo podrá ver aquel que vendió al Astro por treinta denarios? Pero el que padeció por el mundo, resplandeció por nosotros, al cual clamemos: ¡Tú que sufriste y tuviste compasión de los hombres, gloria a Ti! [12]

Hoy Judas deja la piedad y se hace extraño a la gracia; siendo discípulo se hizo traidor [13]. Ocultó la traición bajo un beso, e insensatamente prefirió treinta denarios al amor del Maestro. Se hizo guía de la impía asamblea. ¡Pero nosotros que tenemos a Cristo por salvación, glorifiquémosle!

Tono I
El amor fraternal adquiramos, como hermanos en Cristo, para que no seamos condenados como el siervo sin compasión a causa de los denarios, y para que no nos arrepintamos como Judas, pues de nada nos servirá.


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon
Glorificada, en todas partes se habla de ti, porque diste a luz en la carne al Creador de todo, ¡oh María Madre de Dios, digna de toda alabanza y que no conoces esposo!

5ª Antífona (Tono I)
El discípulo discutía el precio del Maestro, y en treinta monedas vendió al Señor; con un beso traidor lo entregó a la muerte a los impíos .

Hoy el Creador del cielo y de la tierra dijo a sus discípulos: “Se acercó la hora, y llegó Judas el que me ha de entregar. ¡Qué nadie me niegue viéndome en la cruz en medio de dos ladrones, pues padezco como hombre para salvar a los que creyeron en mí, porque amo a la humanidad!” [14]

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon
Tú que en los últimos días [15] concebiste de modo incomprensible y diste a luz a tu propio Creador; suplica por la salvación de nuestras almas.

6ª Antífona (Tono VII)
Hoy Judas vela para entregar al Señor Eterno, al Salvador del mundo, al que sació a las multitudes con cinco panes. Hoy el impío niega al Maestro; siendo discípulo, entregó al Señor; vendió con dinero al que alimentó al hombre con maná.

Hoy, los judíos clavaron en la cruz al Dios que dividió el mar con la vara, y los condujo por el desierto. Hoy hirieron con una lanza el costado de Aquel que por ellos, flageló a Egipto con las plagas; y dieron de beber hiel a Aquel que hizo llover maná para sustentarlos [16].

Señor, yendo a tu pasión voluntaria clamaste a tus discípulos: “¿Si no podéis velar conmigo solamente una hora, cómo prometéis morir por mí? Ved incluso como Judas no duerme, sino se apresura a entregarme a los impíos [17]. Levantáos y orad, y que nadie me niegue viéndome en la cruz”. ¡Señor de infinita paciencia, gloria a ti!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon:
Alégrate, Madre de Dios, la que contuviste en tu seno a Aquel que los cielos no pueden contener [18]. Alégrate, Virgen, anuncio de los Profetas, por quien resplandeció para nosotros Emmanuel, ¡Alégrate, Madre de Dios!

Kathisma (Tono VII)
¿Qué motivo, Judas, te hizo entregar al Salvador? ¿Acaso te excluyó de la asamblea de los discípulos? ¿Acaso te privó del don de curar? ¿acaso al cenar con ellos, te alejó de la mesa? ¿Acaso lavó los pies de los otros y despreció los tuyos? ¡De cuántos bienes te olvidaste! ¡En verdad manifestaste tu ingratitud! ¡Que se proclame su incomparable paciencia y su gran misericordia!



TERCER EVANGELIO
Precedido por las fórmulas ordinarias [19].
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (26, 57-75)
En aquel tiempo los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte, y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, que dijeron: «Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo».

Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios». Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo». Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte». Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, diciendo: «Adivínanos, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?»

Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo». Pero él lo negó delante de todos: «No sé qué dices». Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazoreo». Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre!» Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Inmediatamente cantó un gallo. Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.

Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!

7ª Antífona (Tono VIII)
Soportando, clamaste de este modo a los impíos que te prendían, Señor: “Aún si prendéis al pastor y dispersáis las once ovejas [20]; -mis discípulos-, puedo convocar a más de doce legiones de ángeles; pero soy paciente, para que se cumpla lo que os manifesté por medio de mis profetas, acerca de las cosas misteriosas y ocultas” ¡Oh Señor, gloria a ti!

Pedro, habiéndolo negado tres veces, recordó inmediatamente lo que le había dicho. Más introdujiste en él lágrimas de penitencia [21]. “¡Oh Dios, perdóname y sálvame!”

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon
Alabemos todos a la Santísima Virgen, porque es puerta de salvación y paraíso encantador; nube de la Luz eterna [22], y clamemos todos a ella diciendo: ¡alégrate!

8ª Antífona (Tono II)
Responded, oh impíos, qué oísteis de nuestro Salvador. ¿No dio la Ley y las enseñanzas de los profetas? ¿ Cómo, pues, concebísteis entregar a Pilatos al Verbo de Dios, y Redentor de nuestras almas?

“¡Crucifícale!”, gritaban, los que se deleitan siempre de tus dones. Y al malhechor en vez del Bondadoso pedían liberar los asesinos de los justos. Pero tú, oh Cristo, callabas soportando su temeridad, queriendo padecer y salvarnos, porque amas a la humanidad.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon
Porque no tenemos confianza [23]; a causa de nuestros muchos pecados, pero tú, Virgen, Madre de Dios, suplica a Aquel que nació de ti. Pues la intercesión de la Madre puede mucho para la benevolencia del Señor. No desdeñes las súplicas de los pecadores, ¡oh Santísima! Porque Él es clemente y puede salvarnos, el que quiso padecer por nosotros.

9ª Antífona (Tono III)
Estaban las treinta monedas de plata, el precio del que fue valuado por los hijos de Israel. Velad y orad, para no caer en tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil, por lo tanto, velad.

Me dieron como alimento hiel, y para mi sed, me dieron de beber vinagre. Pero Tú, Señor, ten piedad de mí [24], levántame y los castigaré.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon
Los que procedemos de las naciones, te alabamos Virgen purísima, Madre de Dios, porque diste a luz a Cristo, Dios nuestro; que por medio de ti nos libró a los hombres de la maldición.

Kathisma (Tono VIII)
¡Oh, cómo Judas que fue discípulo tuyo, tramó la traición contra ti!; participó engañosamente en la cena contigo; el traidor e impío, yéndose dijo a los sacerdotes: “¿Qué me daréis y os entregaré a Aquel que quebrantó la ley y profanó el sábado- [25]; ¡Oh Dios, gloria a tu infinita paciencia!


CUARTO EVANGELIO
Precedido por las fórmulas ordinarias [26].
Lectura del Santo Evangelio según san Juan (18, 28- 19, 17)
En aquel tiempo, llevan a Jesús de la casa de Caifás al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua. Salió entonces Pilatos fuera donde ellos y dijo: «¿Qué acusación traéis contra este hombre?» Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado». Pilatos replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley». Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie». Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir. Entonces Pilatos entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?»

Pilatos respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí». Entonces Pilatos le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».Le dice Pilatos: «¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él. Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?» Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!» Barrabás era un salteador.

Pilatos entonces tomó a Jesús y mandó azotarle. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de púrpura; y, acercándose a él, le decían: «Salve, Rey de los judíos». Y le daban bofetadas. Volvió a salir Pilatos y les dijo: «Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito en él».Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Díceles Pilatos: «Aquí tenéis al hombre».Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Les dice Pilatos: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él».Los judíos le replicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios».

Cuando oyó Pilatos estas palabras, se atemorizó aún más. Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le dio respuesta. Dícele Pilatos: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?» Respondió Jesús: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado».Desde entonces Pilatos trataba de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César».Al oír Pilatos estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilatos a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey».Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!» Les dice Pilatos: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?» Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César».Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.

Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!


10ª Antífona (Tono VI)
Aquel que se envuelve de luz como de un manto, estuvo desnudo en el juicio. Recibió una bofetada en la mejilla de las manos que Él creó. Y el pueblo impío clavó en la cruz al Señor de la gloria. Entonces el velo del Templo se rasgó, y el sol se oscureció, no pudiendo tolerar contemplar a Dios ultrajado, ante quien tiemblan todos. ¡A Él adoramos!

El discípulo le negó, y el ladrón clamó: “¡Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino!”

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon
Tú, que consentiste llevar la carne de la Virgen a causa de tus siervos, pacifica al mundo, para que te glorifiquemos con voces unánimes, tú que amas a la humanidad.


11ª Antífona (Tono VI)
Señor, en pago de los bienes que hiciste a la raza de los hebreos, te condenaron a ser crucificado, y te dieron a beber hiel y vinagre. Pero dales, Señor, según sus obras, ¡porque no comprendieron tu condescendencia! [27]
Los hebreos no quedaron satisfechos con entregarte, sino que movían sus cabezas burlándose y mofándose. Pero dales, Señor, según sus obras ¡porque no comprendieron tu condescendencia!
No se convencieron los judíos cuando la tierra tembló, ni cuando se partieron las rocas, ni cuando el velo del templo se rasgó, o con la resurrección de los muertos [28]. Pero dales según sus obras, ¡porque se opusieron contra ti injustamente!


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Theotokíon
Sabemos que de ti se encarnó Dios, ¡oh Virgen Madre de Dios!, única pura y única bendita. ¡Por eso incesantemente te alabamos y ensalzamos!

12ª Antífona (Tono VIII)
Esto dice el Señor a los judíos: “¿Pueblo mío, qué te hice?, ¿o qué te atormentó?” A vuestros ciegos iluminé; a vuestros leprosos purifiqué; al hombre paralítico levanté. Pueblo mío, ¿qué te hice, y con qué me has pagado? En vez del maná, hiel; en vez de agua, vinagre; en vez de amarme, en la cruz me clavasteis [29]. No puedo tolerar más. Llamaré a mis naciones, y aquellas me glorificarán con el Padre y el Espíritu, y les daré la vida eterna.

¡Hoy el velo del Templo se rasgó, reprendiendo a los impíos; el sol oculta sus propios rayos, viendo al Señor crucificado!

Oh judíos y fariseos legisladores de Israel, la asamblea de los apóstoles os dice: mirad al templo que habéis destruido, mirad al Cordero que habéis crucificado; lo habéis entregado al sepulcro; pero por su propio poder resucitó. No erréis judíos; éste es el que os salvó del mar y el que os alimentó en el desierto. Éste es la Vida, la Luz y la Paz del mundo.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon
Salve, puerta del Rey de la gloria, por la cual atravesó solamente el Altísimo, y te dejó nuevamente sellada para salvación de nuestras almas.

Kathisma (Tono VIII)
Cuando estuviste ante Caifás y fuiste entregado a Pilatos, ¡oh Dios del Juicio! [30], los poderes angélicos temblaron de temor viéndote elevado en el madero en medio de dos ladrones, y contado entre los impíos, tú el sin pecado, para salvar al hombre. ¡Señor de infinita paciencia, gloria a ti!


QUINTO EVANGELIO
Precedido por las fórmulas ordinarias [31]
Sac.: Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (27, 3-32)
En aquel tiempo, viendo Judas que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: «Pequé entregando sangre inocente». Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás».El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre».Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros. Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor».

Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Sí, tú lo dices». Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. Entonces le dice Pilatos: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?» Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido. Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilatos: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?», pues sabía que le habían entregado por envidia. Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa».Pero los sumos sacerdotes y los ancianos lograron persuadir a la gente que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Y cuando el procurador les dijo: «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?», respondieron: «¡A Barrabás!» Díceles Pilatos: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?» Y todos a una: «¡Sea crucificado!» «Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilatos. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!»

Entonces Pilatos, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis».Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado. Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.

Coro: ¡Gloria a tu infinita paciencia, Señor, gloria a ti!

13ª Antífona (Tono VI)
La multitud de los judíos pidió a Pilatos que te crucifique. Pero no encontrando en ti motivo, liberaron a Barrabás el culpable, y te condenaron a ti el justo. ¡Pero dales, Señor, su merecido, porque tramaron vanidades contra ti!
A quien todos temen y tiemblan, y a quien toda lengua alaba, Cristo, Fuerza de Dios y Sabiduría de Dios, los sacerdotes abofetearon, y le dieron hiel, y Él consintió padecer todo, queriendo salvarnos de nuestros pecados con su propia sangre, porque ama a la humanidad.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon
Oh Madre de Dios, tú que por la palabra diste a luz a tu Creador de modo inefable; suplícale que salve nuestras almas.

14ª Antífona (Tono VIII)
Señor, tú que aceptaste como compañero de viaje al ladrón que había manchado sus manos con sangre, cuéntanos también con él, porque eres bueno y amas a la humanidad.

El ladrón habló con voz baja en la cruz y encontró gran fe y se salvó por un impulso, y entró primero abriendo las puertas del Paraíso [32] ¡Señor que aceptaste su contrición, gloria a ti!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Theotokíon
¡Alégrate, la que recibiste por medio del ángel la alegría del mundo! ¡Alégrate, la que diste a luz al Creador y Señor! ¡Alégrate, la que fuiste hecha digna de llegar a ser Madre de Dios!

Terminada esta antífona, el celebrante, tras dar una vuelta alrededor del altar, sale con la cruz en procesión solemne. Y, llegando al centro, donde está previamente preparado el sitial, colocan la Cruz sobre él. Luego el celebrante con los que lo siguen besan con reverencia la Cruz y vuelven al santuario. Durante la procesión se canta la siguiente antífona:


15ª Antífona (Tono VI)
Hoy es suspendido sobre un madero, el que suspendió la tierra sobre las aguas (3 veces)
Una corona de espinas ciñó la cabeza del Rey de los Ángeles
Una falsa púrpura vistió el que extiende las nubes en el cielo.
Recibió una bofetada Aquel que liberó a Adán en el Jordán.
Con clavos fue traspasado el Esposo de la Iglesia.
Con una lanza fue herido el hijo de la Virgen
Adoramos tu pasión, oh Cristo (3 veces).
¡Muéstranos también tu gloriosa Resurrección! [33]


Una vez que ha sido fijada la Cruz, los fieles vienen a venerarla y encienden velas. Entre tanto los dos coros cantan alternadamente la misma antífona.

Tono VI
No celebremos la fiesta como los judíos, porque nuestro Cordero Pascual, Cristo Dios, fue inmolado por nosotros [34] Más bien purifiquémonos de toda mancha, y pidámosle a Él con fuerza: “¡Levántate, Señor, y sálvanos, porque amas a la humanidad!”.

Tu Cruz, Señor, es Vida y Resurrección para tu pueblo; y confiando en ella, te alabamos, Dios nuestro, tú que fuiste crucificado. ¡Ten piedad de nosotros!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Theotokíon
Viéndote suspendido, oh Cristo, la que te dio a luz clamó: ¿Qué es este extraño misterio que veo, Hijo mío? ¿Cómo mueres en la carne, clavado al madero, tú el dador de Vida [35]?

Kathisma (Tono IV)
Nos redimiste de la maldición de la Ley con tu sangre preciosísima; clavado en la cruz, y herido por una lanza, hiciste brotar la inmortalidad para los hombres [36];. ¡Salvador nuestro, gloria a ti!.
Equipo de redacción: "En el Desierto"



Notas:
[1] epitrajélion
[2] lavatorio de pies
[3] El misterio pascual es presentado como una oposición entre la luz y las tinieblas. En la liturgia latina, la secuencia cantada en la misa del domingo de Pascua antes del evangelio refiere a un duelo entre la vida y la muerte.
[4] Resulta extraño este aprovechamiento de la traición de Judas para la temática ascética del desprendimiento de las riquezas.
[5] En la liturgia latina actual el Evangelio de la Pasión según san Juan es leída el domingo de ramos o de pasión y el viernes santo. El domingo de ramos es leída la pasión según los sinópticos (según el año será Mateo, Marcos o Lucas). La iglesia romana se caracterizó antiguamente por leer la pasión del Señor el domingo que era llamado de pasión, lunes, martes, miércoles, viernes y en la vigilia.
[6] El texto griego dice apeirógame, es decir sin tener experiencia de la unión matrimonial
[7] Anýnfeute.
[8] Presencia invisible del Señor en medio de la asamblea litúrgica.
[9] Vuelve la temática del desprendimiento de las riquezas. Estos textos parecen insistir en que el móvil de Judas fue, fundamentalmente, la avaricia.
[10] Si antes se remarcaba la avaricia aquí la razón es más sólida : Judas no comprende, porque no quiere, la philantropía de Dios.
[11] Cf. p. 11.
[12] En toda esta oración vuelve a aparecer la temática de la oposición de luz y tinieblas en el misterio pascual.
[13] En esta sentencia está el gran drama de Judas : “siendo discípulo se hizo traidor”. En la contraposición entre ambas actitudes se vislumbra todo el misterio del pecado del hombre.
[14] Allí se encuentra el motivo del misterio pascual y de toda la historia de la salvación : Dios ama a la humanidad, Dios es philánthropos ; Dios tiene una invencible pasión por el hombre ; pasión que le lleva a entregar a su propio Hijo.
[15] Carácter escatológico del acontecimiento Cristo. Él inaugura los “últimos días” ; en él se realizarán las promesas multiseculares.
[16] Esto es muy cercano a los ya mencionados improperios de la liturgia latina, el viernes santo.
[17] Resulta patética la oposición entre los esfuerzos del mal y la negligencia en el bien. En efecto, mientras los discípulos se duermen, el Traidor está velando para entregar a su Señor.
[18] A lo largo de estas oraciones a la Madre de Dios, como a lo largo de toda la liturga, hay un marcado gusto por acentuar el carácter paradójico del misterio de Cristo, que puede resumirse en el abajamiento del Altísimo.
[19] Cf. p. 11.
[20] El misterio del mal ya se ha desencadenado : uno de los íntimos del Señor no sólo ha defeccionado sino que se ha pasado a las filas de las tinieblas. Es más, ahora guía a todos los poderes de la oscuridad a la realización de sus designios. Y, como si fuera poco, entrega a su Maestro con un beso. El acostumbramiento que tenemos los cristianos de este relato nos suele impedir vislumbrar aunque sea de lejos su dramatismo.
[21] Tras la traición de Judas, la negación del primero de los apóstoles. ¿Cuál es la diferencia ? Precisamente esta palabra : penitencia, arrepentimiento. Como Adán ha caído, pero a diferencia de él de sus ojos se derraman lágrimas al tomar conciencia de su negación. Aún así hay que subrayar que esta penitencia es un don de Dios, él las “introdujo” en Pedro.
[22] La nube en Israel era signo y presencia de la gloria de Dios.
[23] La parrhesía era quizá uno de los dones más altos que Adán había recibido en el paraíso. Perdido por el pecado, será rehabilitado por Cristo. Al mismo tiempo será uno de los dones más pedidos por los ascetas: volver a tener libre acceso al Padre ; hablar con Él cara a cara, como un amigo.
[24] Es la oración de Jesús, el Justo sufriente, a su Padre para que lo libre.
[25] Aquí se presentan, por un lado, las acusaciones de los judíos. Sin embargo, al mismo tiempo, se insinúa la necedad de los judíos que no comprendieron que Jesús es la realidad que figuraban la Ley y el Sábado.
[26] Cf. p. 11.
[27] Anteriormente se decía de Judas que no quiso comprender la philanthropía de Dios. Ahora son los judíos quienes no comprenden la condescendencia del Señor.
[28] Aquí subyace el contraste entre los judíos, el “pueblo de Dios” que a pesar de los signos no reconocen al Señor y los paganos, encarnados en el centurión que termina por proclamar su fe : “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!” (Mc 15, 39).
[29] Nuevamente hay que comparar esto con los improperios del viernes santo.
[30] Es la paradoja de que el Dios que juzga cielo y tierra es entregado para ser juzgado por impíos y paganos.
[31] Cf. p. 11.
[32] Un penitente es el primero en entrar en el paraíso.
[33] En la liturgia latina del viernes santo ha pasado el final de esta oración : “Tu cruz, adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el madero ha venido la alegría al mundo entero”.
[34] La Pascua cristiana es la realización de la Pascua. La figura del cordero se realiza en Cristo.
[35] Aquí se revela el aspecto más paradójico del misterio de Cristo : la Vida muere ; el que da la Vida la pierde.
[36] Vale lo que decíamos más arriba: el que da la inmortalidad yace muerto con el costado atravesado. Pero de ese costado abierto, como del de Adán dormido nace la nueva Eva (madre de los vivientes), la Iglesia figurada en el agua y sangre que dan vida (el bautismo y la eucaristía). Todo el misterio pascual puede resumirse en esto : la Vida brota de la muerte.