lunes, 2 de enero de 2012


Textos de San Máximo El Confesor
Extraídos de "Obras Espirituales de San Máximo El Confesor" - Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de Patrística.
Introducción, traducción y notas por Pablo Argárate




Centurias sobre la Caridad
segunda centuria
1
El que ama sinceramente al Señor ora también sin distracción, y quien ora sin distracción ama también sinceramente al Señor. No ora, en cambio, sin distracción quien tiene el nous adherido a cualquier cosa terrestre; por eso no ama a Dios quien tiene el nous ligado a cualquier cosa terrestre.

2
El nous que se entretiene en una cosa sensible tiene ciertamente pasión por ella, de concupiscencia o tristeza,  ira o rencor; y si no desprecia aquella cosa, no puede librarse de aquella pasión.

3
Las pasiones, dominando al nous, lo atan a las cosas materiales y, separándolo de Dios, hacen que se consagre a ellas. El amor de Dios, en cambio, cuando domina al nous, lo libra de los lazos, persuadiéndolo de despreciar no sólo las cosas sensibles, sino también nuestra misma vida temporal.

4
Es obra de los mandamientos volver puras las ideas de las cosas; de la lectura y de la contemplación, hacer al nous inmaterial e informe, y  de esto viene el orar sin distracción.

5
No basta  la vida activa  para la perfecta liberación del nous respecto a las pasiones, de modo de que pueda orar sin distracción, si no le suceden también diversas contemplaciones espirituales[1]. La primera libra al nous sólo de la incontinencia y del odio, la otra, en cambio, también del olvido y de la ignorancia; y así podrá orar como es debido.

6
Dos son los estados más altos de la oración pura: uno es propio de los hombres activos, el otro de los contemplativos. Aquel nace en el alma por el temor de Dios y por la buena esperanza; el otro del ardiente amor divino y de la total purificación. Signos del primer estado son que el nous recoja en sí todas las ideas del mundo y, como si le estuviese presente Dios mismo, como realmente lo está, hacer las oraciones sin distracción ni turbación. Signos del segundo estado son que el nous sea raptado en el mismo impulso de la oración, por la luz divina e infinita y no sentir absolutamente nada más, ni de sí mismo ni de cualquier otro ser, sino sólo de quien obra tal esplendor en él, por medio de la caridad. Entonces, movido en torno a los principios acerca de Dios, recibe puras y límpidas las imágenes acerca de Él.

7
Se adhiere plenamente al objeto que se ama y, para no ser privado de él, se desprecia todo lo que lo obstaculiza. Así quien ama a Dios se empeña en la oración y aparta de sí toda pasión que la obstaculiza.

8
Quien expulsa el amor propio[2], madre de las pasiones, aleja también, fácilmente, las otras con la ayuda de Dios, como la ira, la tristeza, el rencor y el resto. Pero quien es vencido por el amor propio, es golpeado también por las otras, aún si no lo quiere. El amor propio es la pasión por el cuerpo.

9
A causa de estos cinco motivos los hombres se aman entre sí, sea laudablemente sea reprochablemente. O por Dios, como el virtuoso que ama a todos y quien, aún no siendo virtuoso, ama al virtuoso; o por naturaleza, como los padres aman a los hijos y viceversa; o por vanagloria, como quien es honrado ama a quien lo honra; o por avaricia, como quien ama al rico por interés; o por amor al placer, como quien cuida del vientre y de los placeres sexuales. El primer motivo es laudable, el segundo, indiferente; los otros, pasionales.

10
Si a algunos odias, a otros, en cambio, no los amas ni los odias, a otros los amas, pero con medida, a otros, en cambio, los amas intensamente; conoce de tal desigualdad que estás lejos de la caridad perfecta que manda amar a todo hombre por igual.

11
Apártate del mal y haz el bien[3]. Es decir, combate a los enemigos, para atenuar las pasiones, y luego sé sobrio, para que no aumenten. Y de nuevo: combate, para adquirir la virtud, y luego sé sobrio para custodiarla. Y en esto consistiría el trabajar y el custodiar[4].

12
Los que con permiso de Dios nos tientan, o calientan la parte concupiscible del alma o turban la irascible u oscurecen la racional o llenan el cuerpo con dolores o arrebatan las cosas corporales.

13
Los demonios o nos tientan por sí mismos o arman contra nosotros a aquellos que no temen al Señor. Por sí mismos cuando nos apartamos de los hombres, como al Señor en el desierto; por medio de los hombres, cuando vivimos con ellos, como al Señor por medio de los fariseos. Pero nosotros, mirando a nuestro modelo, rechazamos a ambos.

14
Cuando el nous comienza a progresar en el amor a Dios, entonces también el demonio de la blasfemia comienza a tentarlo y le insinúa tales pensamientos, que ningún hombre, sólo el padre de ellos, el diablo, puede interpretar. Hace esto, envidiando al amigo de Dios, para que, llegado a la desesperación por haber tenido tales pensamientos, no ose elevarse más a Él con la oración habitual. Nada aprovecha para su objetivo el que es execrable, sino que nos hace aún más firmes. Combatidos y combatiendo, somos hallados más probados y más sinceros en el amor de Dios: Entra su espada en su corazón y sus arcos se quiebran[5].

15
El nous aplicándose a las cosas visibles piensa según naturaleza las cosas mediante la sensación, y no es malo ni el nous ni el pensar según naturaleza ni las cosas ni la sensación. Éstas son obra de Dios. ¿Qué es, entonces, el mal? Evidentemente la pasión del pensamiento según naturaleza, que puede aún no encontrarse en el uso de los pensamientos, si el nous vigila.

16
La pasión es un movimiento del alma contra naturaleza o hacia un amor irracional o hacia un odio insensato o hacia cualquiera o a causa de cualquier cosa sensible. Por ejemplo, hacia un amor irracional o de alimentos o de mujer o de riqueza o de gloria pasajera o de cualquier otro objeto sensible o a causa de estas cosas; hacia el odio insensato, por ejemplo de una de las cosas predichas, como se ha afirmado, o contra cualquiera a causa de estas.

17
A su vez, el vicio es el uso errado de las ideas, al cual sigue el abuso de las cosas. Así, por ejemplo, para la mujer el recto uso de la unión conyugal es el fin de la procreación de los hijos. El que mira al placer yerra en torno al uso, teniendo por bien lo que no lo es; ese tal abusa uniéndose con la mujer. Y así también respecto a las otras cosas e ideas.

18
Cuando los demonios expulsan al nous de la castidad, lo rodean con pensamientos de fornicación, entonces di con lágrimas al Señor: Después de haberme expulsado , ahora me rodean. ¡Oh gozo mío, líbrame de aquellos que me rodean[6], y  serás salvado.

19
Terrible es el demonio de la fornicación y violentamente cae sobre aquellos que luchan contra la pasión, y especialmente en el descuido de la conducta y en los encuentros con las mujeres. Escondido en la dulzura del placer asalta al nous, luego ataca mediante el recuerdo a quien se ha recogido en soledad, inflamando el cuerpo, presentando al nous formas variadas, lo atrae a consentir el pecado. Si quieres que éstas no se entretengan en ti, toma el ayuno, el trabajo, la vigilia y el bello recogimiento[7] junto con la oración continua.

20
Los que buscan siempre nuestra alma, la buscan mediante los pensamientos pasionales, para moverla al pecado de pensamiento o de obra. Cuando encuentran, pues, al nous que no los acoge, entonces serán avergonzados y rechazados; cuando lo encuentran dedicado a la contemplación espiritual, entonces serán rechazados y avergonzados un breve tiempo.

21
Muestra carácter de diácono quien unge el nous para los sagrados combates y expulsa de él los pensamientos pasionales; carácter de presbítero, quien lo ilumina en el conocimiento de los seres y disipa el falso conocimiento; carácter de obispo, quien lo perfecciona con el óleo sagrado del conocimiento de la adorable y santa Trinidad.

22
Los demonios se debilitan cuando por medio de los mandamientos las pasiones disminuyen en nosotros;  perecen, cuando son dispersados definitivamente por medio de la imperturbabilidad del alma, no encontrando ya más eso por lo cual estaban en ella y la combatían. Y esto sería el sentido de: Se debilitarán y perecerán lejos de tu rostro[8].

23
De los hombres algunos se abstienen de las pasiones por temor humano; otros, por vanagloria; otros, por dominio de sí; otros son liberados de las pasiones por medio de los juicios divinos.

24
Todas las palabras del Señor comprenden estas cuatro cosas: los mandamientos, la doctrina, las amenazas, las promesas. Y por estas cosas soportamos toda pena, es decir: ayunos, vigilias, dormir sobre tierra, fatigas y angustias en el servicio de los otros, afrentas, deshonra, torturas, muerte y cosas semejantes: por las palabras de tus labios, dice el salmo, mantuve duros caminos[9].

25
Recompensa al dominio de sí es la imperturbabilidad; de la fe, el conocimiento; y la imperturbabilidad engendra el discernimiento; el conocimiento, el amor a Dios.

Equipo de redacción: “En el Desierto”,
agradece el aporte
       al hno. Pablo Argárate"

Notas: 
[1] Para el significado de “contemplaciones espirituales” véanse II, 55; III, 67; IV, 7, 79.
[2] filautía
[3] Sal 36, 27.
[4] Alusión a Gn  2, 15.
[5] Sal 36, 15.
[6] Sal 16, 11 y 31, 7.
[7] hesychía
[8] Sal  9, 4.
[9] Sal 16, 4.