martes, 10 de julio de 2012


LA ORACIÓN HESICASTA

Transcribimos el siguiente texto de la Oración Hesicasta de la obra italiana: La Preghiera.  E. ANCILLI.
TOMÁS SPIDLÍK. La preghiera esicastica, I. Citá Nuova, Editrice. Roma 1990.
Traducción al Castellano: F. Panella

Los juicios sobre la oración y sobre el método hesicasta y la descripción de este modo de orar difieren bastante en el pasado, y todavía hoy no son bastantes homogéneos. Nos hacían falta los escritos de I. Hausherr[1], para que el occidente se convenciese de que no se trataba de aberraciones de extraños, sino que, al contrario, se estaba enfrente de una gran corriente de espiritualidad cristiana. I. Hausherr rechazó siempre hablar de ese elemento de la oración hesicasta que se llama el método físico. Su resistencia fue voluntaria. Intentaba menospreciar esto que varios de los contemporáneos alababan con entusiasmo como una forma de “yoga cristiano”.[2] Ellos, además, consideraban verdaderamente estos elementos como un aporte precioso que responde al deseo de los hombres de hoy. No nos sorprende, por consiguiente, que muchos pidan información sobre este método físico.
Mas, ¿se puede describir un método de por sí secundario, sin haber presentado la finalidad principal de la oración hesicasta?



I.  El problema fundamental: el recuerdo continuo de Dios
Necesidad de orar sin cesar (I Ts 5, 16), orar con el espíritu en toda ocasión (Ef 6, 18), orad en todo lugar alzando las manos puras (I Tm 2, 8). “Me he acercado a la Biblia –escribe el famoso peregrino ruso- y he leído con mis propios ojos… ¿Qué hacer? Pensaba. ¿Dónde encontrar a alguien que me pueda explicar esta palabra?”[3]
Los antiguos monjes no tomaban estos textos como una devota exhortación, sino como un mandamiento del Señor. “No fue prescripto –dice Evagrio Póntico- trabajar, velar, ayunar siempre, mientras nos fue dada la ley de orar sin cesar”[4], dado que el intelecto “es de naturaleza madura para orar"[5]. San Máximo el Confesor añade, de acuerdo con toda la tradición espiritual del Oriente, que “la Sagrada Escritura no nos manda nunca lo imposible”[6] . sin embargo, los espirituales están divididos en la interpretación de estos dos términos: orad  y sin cesar.
Los mesalianos[7] toman en la carta el término orad: decir, recitar la oración. Para poderlo hacer siempre, se sentirán  liberados de todos los otros trabajos y de toda otra preocupación. Los acemitas[8], parten del mismo presupuesto, mas creen de poderlo realizar en colaboración con otros miembros de la comunidad monástica, dividiendo los trabajos, el reposo y los oficios; así dentro de los muros del monasterio se encontraba siempre un grupo que rezaba.
Más la solución clásica al problema la leemos en Orígenes: “Ora siempre el que une la oración a la obra y la obra a la oración. Solamente así podemos considerar como realizable el precepto de orar sin cesar. En este sentido se puede considerar toda la vida del hombre santo como una gran oración, esto que estamos habituados en llamar oración forma sólo una parte”[9].
Esta doctrina del más grande de los exegetas griegos se presenta también en el más grande de los Padres latinos, Agustín[10] y del primero de los Padres siríacos, Afraate[11]. Es el famoso ora y trabaja de los benedictinos.


1.   La vía de la soledad perfecta
El problema práctico no fue aun resuelto con el principio general. ¿Cuál debe ser la relación entre el tiempo dedicado a orar y aquel dedicado a trabajar? La respuesta no fue fácil ni siquiera para uno de los más grandes “padres” entre los Padres griegos, el Patriarca de los monjes, San Basilio. Por una parte es evidente que la caridad exige la observancia de todos los mandamientos de Dios[12]. Mas por otra parte, para que nuestra obra valga como oración, debe existir en el corazón una diàthesis agathé[13], una disposición interna, un eterno recuerdo de Dios, ¡que no se puede perder ni siquiera un solo instante![14]
¿Es posible mantener esta disposición en medio de la “vida común”? “No puedo estar junto a Dios y con los hombres –dice Arsenio en los Apotegmas. Allá arriba en lo alto miríadas de ángeles tienen un solo querer, en cambio los hombres tienen quereres múltiples. Por eso, no podemos abandonar a Dios y andar con los hombres”[15]. La ley fundamental del método hesicasta ha cambiado el triple reproche de origen celeste, escuchado por el mismo Arsenio: “¡Arsenio, huye, ocúltate, y permanece allí (hesychadze)!”[16].
Las primeras líneas del método hesicasta de oración se pueden, por tanto, trazar simplemente. Como los ángeles en el cielo contemplan de continuo el rostro de Dios (cf. Mt, 18, 10), así también el monje busca de conservar sin cesar la memoria de Dios. Dado que las cosas del mundo turban la mente, no permanece otra cosa para el que aspira a la “vida angélica” que buscar la paz con Dios en la fuga radical de los hombres, de los pensamientos malvados, “ de toda ocupación terrestre razonable e irrazonable”[17], llegando así a la “oración pura”.
El gran “teólogo del desierto”, Evagrio Póntico, intentó enseñar a qué “pureza” la oración del monje debía llegar. La mente que en la oración se eleva a Dios debe estar pura de todo lo que no es Dios. El primer grado consiste en la renuncia a los objetos externos. El segundo grado consiste en la resistencia a todo mal pensamiento (logismos). El tercero es más sublime. Llega un momento en que también los pensamientos buenos y santos comienzan a ser obstáculos a la unión con Dios a causa de su multiplicidad (poikílesthai). Necesita por tanto, liberarse, así el intelecto se queda desnudo (gymnos), sin materia (aÿlos), sin forma (aneídeos, ámorfos, amórfotos), pura luz, en la cual se ve la Luz divina[18].

2.   La meditación de la Escritura
El método evagriano de la apòthesis noemàton[19], de la renuncia a todo pensamiento, suscita serias dudas. ¿Es posible al hombre que vive en la carne? ¿Corresponde a lo esencial del cristianismo que la revelación es en la carne y en el cosmos? Como se debiera interpretar, Evagrio no está del todo claro. Sin embargo, tenemos un vecino muy cercano de él: Casiano. Él llama a la oración pura de Evagrio con un nombre espléndido: oratio ignea[20]. Pero al mismo tiempo, fue él quien cuenta del estado  peligroso, en el cual se encuentra la mente vacía de todo concepto. Es parecida a un molino que gira sin grano y, en consecuencia la piedra se arruina, recíprocamente. Ese grano que, luego de la purificación perfecta se necesita ofrecer a nuestra facultad mental, es la Sagrada Escritura[21].
Interviene luego una segunda etapa en el método hesicasta. La mente pura se apropia de la sabiduría de los textos inspirados. Orígenes ha fijado en la tradición el símbolo  del “alimento espiritual”, del “comer la Escritura”. La Eucaristía y la Escritura están asociadas[22]. Dado que la Biblia es una de las encarnaciones del Logos divino, la meditación de la Escritura nos ayuda a descubrir el Misterio nacido en nuestro corazón[23].
Los monjes antiguos pueden ser caracterizados con un elogio que más tarde leeremos en la vida de San Felipe de Mosca: ellos asimilaban la Sagrada Escritura, como una esponja se embebe de agua[24]. Ellos la leían, la aprendían de memoria, la recitaban durante el trabajo. Mas también, esto, al final crea no poca dificultad.
Casiano indica un paso posterior que debe cumplirse. La Escritura elimina muchas distracciones, pero finalmente ella misma las crea de nuevo, porque también ella es múltiple. Hojeando el Salterio, la mente salta de un objeto a otro y se extravía[25].
En la traducción rusa del Combate Espiritual[26], se señala que fue propiamente para evitar las distracciones que los Padres inventaron la oración de jaculatorias. Casiano, en efecto, atestigua que fueron usadas en Egipto, también en el Sinaí, en Palestina, en Siria y en otros lugares[27]. Se trata en general, de un solo versículo de la Escritura, reteniéndolo por ser útil para la propia vida espiritual, breve, simple, “meditado” (meletàn) de continuo[28]. Al inicio, constatamos una gran variedad de fórmulas. Con el tiempo, algunas se imponen, así, por ejemplo el v. 2 del Salmo 69: “Dios, ven en mi ayuda, Señor apresúrate en socorrerme”. Pero al final, con los hesicastas, quedan sustituidas por una sola, la “oración de Jesús”[29].

Equipo de redacción: “En el Desierto”

Notas:

[1] Cf. Hésychasme et prière, in “Orientalia Christiana Analecta”, 176, Roma 1966; T. SPIDLÍK, Esicasmo, in Dizionario enciclopédico di Spiritualità, diretto da E. ANCILLI, Roma 1975, vol. I, pp. 707-709; T. SPIDLÍK, La spiritualité de l’Orient chrétien, II. La prière, in “Orientalia Christiana Analecta”, 230, Roma 1988, pp. 321-356; ID., L’esicasmo come método per acquistare la pace, in “La pace: sfoda all’università cattolica”, Roma 1988, pp. 547-560.
[2] Cf. G. WUNDERLE, Zur Psychologie des hesychastichen Gebetes, Würzburg 1947.
[3][3] Racconti di un pellegrino ruso, trad. It. di L. Bortolon, Milano 1955, p. 15.
[4] Le Traité pratique 49, in “Sources Chrétiennes”, 171, p. 611.
[5] Ibid., p. 613
[6] Liber asceticus 25, PG 90, 925 D; Basilio, Reg. brev. 202, PG 31, 1216 C.
[7] I. HAUSHERR, L’erreur fondamentale et la logique du messalianisme, in “Orientalia Christiana Periodica”, 1 (1935), pp. 328-360; Études de spiritualité orientale, in “Orientalia Christiana Analecta”, 183, Roma 1969, pp. 64-98.
[8] T. SPIDLÍK, Acèmeti, in Dizionario degli Istituti di perfezione, vol. I, Roma 1974, col. 88.
[9] De orarione 12, PG 11, 452.
[10] De haeresibus 57, PL 42, 40.
[11] Demonstr. IV, 14-17.
[12] T. SPIDLÍK, La sophiologie de S. Basile, in “Orientalia Christiana Analecta”, 162, Roma 1961, pp. 36s.
[13] Ibid., p. 49.
[14] Ibid., p. 50.
[15] PG 65, 92 A.
[16] PG 65, 88 C.
[17] GIOVANNI CLIMACO, Scala Paradisi, 27, PG 88, 1109 D.
[18] I. HAUSHERR, Noms du Christ et voies d’oraison, in “Orientalia Christiana Analecta”, 157, Roma 1960, pp. 145s.; ID., Par delà l’oraison pure grace à une coquille. À propos d’un texte d’Évagre, in “Revue d’ascétique et de mystique”, 13 (1932), pp. 184-188; Hésychasme et prière, pp. 8-12.
[19] De oratione, 70; I. HAUSHERR, Les Leçons d’un contemplatif. Le traité de l’Oraison d’Évagre le Pontique, Paris 1960, pp. 102s.
[20] Cf. M. OLPHE-GALLIARD, Cassien, DS II, 1 (1953), col. 262s.
[21] Collat. 1, pp. 17-19.
[22] Hom. In Hexat., Ex. 13, 3, GCS 6, Baehrens, p. 274; pp. 355s.
[23] Cf. H. DE LUBAC, Histoire et Esprit, París 1950, pp. 349s.
[24] Vita di Filippo. Metr. Di Mosca di GERASIMO FIRSOV (in ruso), Pam. drevn.russ. pism. I iskut. 183 (1916), p. 61.
[25] Coll. X, 13, in “Sources Chrétiennes”, 54, p. 94.
[26] Di Lorenzo Scupoli, adattato in greco da Nicodemo Agiorita.
[27] Nevidimaja bran’ (Lotta invissibile), Mosca 1892, pp. 198s.
[28] H. BACHT, “Meditari” in den ältesten Mönchsquellen, in “Geist und Leben”, 28 (1955), pp. 360-373.
[29] CASSIANO, Coll. 10, PL 49, 832 D, “Sources Chrétiennes” 54 (1958), p. 87; I. HAUSHERR, Noms du Christ, cit., pp. 187s.