LA ORACIÓN HESICASTA
Transcribimos el siguiente texto de la Oración Hesicasta de
la obra italiana: La Preghiera. E.
ANCILLI.
TOMÁS SPIDLÍK. La preghiera esicastica, I. Citá Nuova,
Editrice. Roma 1990.
Traducción al Castellano: F. Panella
Los juicios sobre la
oración y sobre el método hesicasta y la descripción de este modo de orar
difieren bastante en el pasado, y todavía hoy no son bastantes homogéneos. Nos
hacían falta los escritos de I. Hausherr[1],
para que el occidente se convenciese de que no se trataba de aberraciones de
extraños, sino que, al contrario, se estaba enfrente de una gran corriente de
espiritualidad cristiana. I. Hausherr rechazó siempre hablar de ese elemento de
la oración hesicasta que se llama el método
físico. Su resistencia fue voluntaria. Intentaba menospreciar esto que
varios de los contemporáneos alababan con entusiasmo como una forma de “yoga
cristiano”.[2]
Ellos, además, consideraban verdaderamente estos elementos como un aporte
precioso que responde al deseo de los hombres de hoy. No nos sorprende, por
consiguiente, que muchos pidan información sobre este método físico.
Mas, ¿se puede describir
un método de por sí secundario, sin haber presentado la finalidad principal de
la oración hesicasta?
I. El problema fundamental:
el recuerdo continuo de Dios
Necesidad de orar sin cesar (I Ts 5, 16), orar con el espíritu en toda ocasión (Ef
6, 18), orad en todo lugar alzando las
manos puras (I Tm 2, 8). “Me he acercado a la Biblia –escribe el famoso
peregrino ruso- y he leído con mis propios ojos… ¿Qué hacer? Pensaba. ¿Dónde
encontrar a alguien que me pueda explicar esta palabra?”[3]
Los
antiguos monjes no tomaban estos textos como una devota exhortación, sino como
un mandamiento del Señor. “No fue prescripto –dice Evagrio Póntico- trabajar,
velar, ayunar siempre, mientras nos fue dada la ley de orar sin cesar”[4],
dado que el intelecto “es de naturaleza madura para orar"[5].
San Máximo el Confesor añade, de acuerdo con toda la tradición espiritual del
Oriente, que “la Sagrada Escritura no nos manda nunca lo imposible”[6] .
sin embargo, los espirituales están divididos en la interpretación de estos dos
términos: orad y
sin cesar.
Los
mesalianos[7]
toman en la carta el término orad:
decir, recitar la oración. Para poderlo hacer siempre, se sentirán liberados de todos los otros trabajos y de
toda otra preocupación. Los acemitas[8],
parten del mismo presupuesto, mas creen de poderlo realizar en colaboración con
otros miembros de la comunidad monástica, dividiendo los trabajos, el reposo y
los oficios; así dentro de los muros del monasterio se encontraba siempre un
grupo que rezaba.
Más la solución clásica
al problema la leemos en Orígenes: “Ora siempre el que une la oración a la obra
y la obra a la oración. Solamente así podemos considerar como realizable el
precepto de orar sin cesar. En este sentido se puede considerar toda la vida
del hombre santo como una gran oración, esto que estamos habituados en llamar
oración forma sólo una parte”[9].
Esta doctrina del más
grande de los exegetas griegos se presenta también en el más grande de los
Padres latinos, Agustín[10] y
del primero de los Padres siríacos, Afraate[11].
Es el famoso ora y trabaja de los benedictinos.
1.
La vía de la soledad perfecta
El problema práctico no
fue aun resuelto con el principio general. ¿Cuál debe ser la relación entre el
tiempo dedicado a orar y aquel
dedicado a trabajar? La respuesta no
fue fácil ni siquiera para uno de los más grandes “padres” entre los Padres
griegos, el Patriarca de los monjes, San Basilio. Por una parte es evidente que
la caridad exige la observancia de todos los mandamientos de Dios[12].
Mas por otra parte, para que nuestra obra valga como oración, debe existir en
el corazón una diàthesis agathé[13],
una disposición interna, un eterno recuerdo de Dios, ¡que no se puede
perder ni siquiera un solo instante![14]
¿Es posible mantener
esta disposición en medio de la “vida común”? “No puedo estar junto a Dios y con
los hombres –dice Arsenio en los Apotegmas. Allá arriba en lo alto miríadas de
ángeles tienen un solo querer, en cambio los hombres tienen quereres múltiples.
Por eso, no podemos abandonar a Dios y andar con los hombres”[15].
La ley fundamental del método hesicasta ha cambiado el triple reproche de
origen celeste, escuchado por el mismo Arsenio: “¡Arsenio, huye, ocúltate, y
permanece allí (hesychadze)!”[16].
Las primeras líneas del
método hesicasta de oración se pueden, por tanto, trazar simplemente. Como los
ángeles en el cielo contemplan de continuo el rostro de Dios (cf. Mt, 18, 10),
así también el monje busca de conservar sin cesar la memoria de Dios. Dado que
las cosas del mundo turban la mente, no permanece otra cosa para el que aspira
a la “vida angélica” que buscar la paz con Dios en la fuga radical de los
hombres, de los pensamientos malvados, “ de toda ocupación terrestre razonable
e irrazonable”[17],
llegando así a la “oración pura”.
El gran “teólogo del
desierto”, Evagrio Póntico, intentó enseñar a qué “pureza” la oración del monje
debía llegar. La mente que en la oración se eleva a Dios debe estar pura de
todo lo que no es Dios. El primer grado consiste en la renuncia a los objetos
externos. El segundo grado consiste en la resistencia a todo mal pensamiento (logismos). El tercero es más sublime.
Llega un momento en que también los pensamientos buenos y santos comienzan a
ser obstáculos a la unión con Dios a causa de su multiplicidad (poikílesthai). Necesita por tanto,
liberarse, así el intelecto se queda desnudo (gymnos), sin materia (aÿlos),
sin forma (aneídeos, ámorfos, amórfotos),
pura luz, en la cual se ve la Luz divina[18].
2. La meditación de la Escritura
El método evagriano de
la apòthesis noemàton[19],
de la renuncia a todo pensamiento, suscita serias dudas. ¿Es posible al hombre
que vive en la carne? ¿Corresponde a lo esencial del cristianismo que la
revelación es en la carne y en el cosmos? Como se debiera interpretar, Evagrio
no está del todo claro. Sin embargo, tenemos un vecino muy cercano de él:
Casiano. Él llama a la oración pura de Evagrio con un nombre espléndido: oratio ignea[20].
Pero al mismo tiempo, fue él quien cuenta del estado peligroso, en el cual se encuentra la mente
vacía de todo concepto. Es parecida a un molino que gira sin grano y, en
consecuencia la piedra se arruina, recíprocamente. Ese grano que, luego de la
purificación perfecta se necesita ofrecer a nuestra facultad mental, es la
Sagrada Escritura[21].
Interviene luego una
segunda etapa en el método hesicasta. La mente pura se apropia de la sabiduría
de los textos inspirados. Orígenes ha fijado en la tradición el símbolo del “alimento espiritual”, del “comer la
Escritura”. La Eucaristía y la Escritura están asociadas[22].
Dado que la Biblia es una de las encarnaciones del Logos divino, la meditación
de la Escritura nos ayuda a descubrir el Misterio nacido en nuestro corazón[23].
Los monjes antiguos
pueden ser caracterizados con un elogio que más tarde leeremos en la vida de
San Felipe de Mosca: ellos asimilaban la Sagrada Escritura, como una esponja se
embebe de agua[24].
Ellos la leían, la aprendían de memoria, la recitaban durante el trabajo. Mas
también, esto, al final crea no poca dificultad.
Casiano indica un paso
posterior que debe cumplirse. La Escritura elimina muchas distracciones, pero
finalmente ella misma las crea de nuevo, porque también ella es múltiple.
Hojeando el Salterio, la mente salta de un objeto a otro y se extravía[25].
En la traducción rusa
del Combate Espiritual[26],
se señala que fue propiamente para evitar las distracciones que los Padres
inventaron la oración de jaculatorias. Casiano, en efecto, atestigua que fueron
usadas en Egipto, también en el Sinaí, en Palestina, en Siria y en otros
lugares[27].
Se trata en general, de un solo versículo de la Escritura, reteniéndolo por ser
útil para la propia vida espiritual, breve, simple, “meditado” (meletàn) de continuo[28].
Al inicio, constatamos una gran variedad de fórmulas. Con el tiempo, algunas se
imponen, así, por ejemplo el v. 2 del Salmo 69: “Dios, ven en mi ayuda, Señor apresúrate
en socorrerme”. Pero al final, con los hesicastas, quedan sustituidas por una
sola, la “oración de Jesús”[29].
Equipo de redacción: “En
el Desierto”
Notas:
[1] Cf. Hésychasme et prière, in “Orientalia Christiana Analecta”, 176,
Roma 1966; T. SPIDLÍK, Esicasmo, in Dizionario enciclopédico di Spiritualità,
diretto da E. ANCILLI, Roma 1975, vol. I, pp. 707-709; T. SPIDLÍK, La spiritualité de l’Orient chrétien, II. La
prière, in “Orientalia Christiana Analecta”, 230, Roma 1988, pp. 321-356; ID.,
L’esicasmo come método per acquistare la
pace, in “La pace: sfoda all’università cattolica”, Roma 1988, pp. 547-560.
[2] Cf. G. WUNDERLE, Zur Psychologie
des hesychastichen Gebetes, Würzburg 1947.
[3][3] Racconti di un pellegrino ruso, trad. It.
di L. Bortolon, Milano 1955, p. 15.
[4] Le Traité pratique 49, in “Sources Chrétiennes”, 171, p. 611.
[5] Ibid., p. 613
[6] Liber asceticus 25, PG 90, 925 D; Basilio, Reg. brev. 202, PG 31, 1216 C.
[7] I. HAUSHERR, L’erreur fondamentale et la logique du
messalianisme, in “Orientalia Christiana Periodica”, 1 (1935), pp. 328-360;
Études de spiritualité orientale, in
“Orientalia Christiana Analecta”, 183, Roma 1969, pp. 64-98.
[8] T. SPIDLÍK, Acèmeti, in Dizionario degli Istituti di perfezione, vol. I, Roma 1974, col.
88.
[9] De orarione 12, PG 11, 452.
[10] De haeresibus 57, PL 42, 40.
[11] Demonstr. IV, 14-17.
[12] T. SPIDLÍK, La sophiologie de S. Basile, in
“Orientalia Christiana Analecta”, 162, Roma 1961, pp. 36s.
[13] Ibid., p. 49.
[14] Ibid., p. 50.
[15] PG 65, 92 A.
[16] PG 65, 88 C.
[17] GIOVANNI CLIMACO, Scala Paradisi, 27, PG 88, 1109 D.
[18] I. HAUSHERR, Noms du Christ et voies d’oraison, in
“Orientalia Christiana Analecta”, 157, Roma 1960, pp. 145s.; ID., Par delà l’oraison pure grace à une
coquille. À propos d’un texte d’Évagre, in “Revue d’ascétique et de
mystique”, 13 (1932), pp. 184-188; Hésychasme
et prière, pp. 8-12.
[19] De oratione, 70; I. HAUSHERR, Les
Leçons d’un contemplatif. Le traité de l’Oraison d’Évagre le Pontique, Paris
1960, pp. 102s.
[20] Cf. M. OLPHE-GALLIARD, Cassien,
DS II, 1 (1953), col. 262s.
[21] Collat. 1, pp. 17-19.
[22] Hom. In Hexat., Ex. 13, 3, GCS 6, Baehrens, p. 274; pp. 355s.
[23] Cf. H. DE LUBAC, Histoire et
Esprit, París 1950, pp. 349s.
[24] Vita di Filippo. Metr. Di
Mosca di GERASIMO FIRSOV (in ruso), Pam. drevn.russ. pism. I iskut. 183 (1916),
p. 61.
[25] Coll. X, 13, in “Sources Chrétiennes”, 54, p. 94.
[26] Di Lorenzo Scupoli, adattato in greco da Nicodemo Agiorita.
[27] Nevidimaja bran’ (Lotta
invissibile), Mosca 1892, pp. 198s.
[28] H. BACHT, “Meditari” in den
ältesten Mönchsquellen, in “Geist und Leben”, 28 (1955), pp. 360-373.
[29] CASSIANO, Coll. 10, PL 49,
832 D, “Sources Chrétiennes” 54 (1958), p. 87; I. HAUSHERR, Noms du Christ, cit., pp. 187s.