LA ORACIÓN HESICASTA
Transcribimos el siguiente texto de la Oración Hesicasta de
la obra italiana: La Preghiera. E.
ANCILLI. TOMÁS SPIDLÍK. La preghiera esicastica, I. Citá Nuova,
Editrice. Roma 1990.
Traducción al Castellano: F. Panella
II.
La Oración de Jesús[1]
3. El método del “Peregrino
ruso”
Se puede seguir etapa a
etapa en los Recuerdos. Aún cuando se
hace referencia en la Filocalia, no
es del todo igual.
La narración comienza
proponiendo el problema capital de la oración continua: “Me pregunto cómo sería
posible rezar sin parar (I Ts 5, 16) de momento que cada uno de nosotros debe
ocuparse de otros trabajos…” Hecha ina crítica de las enseñanzas ordinarias que
se dan sobre la oración, el Peregrino encuentra un starets (padre espiritual) experto en la “oración de Jesús”. Recibe
de él la Filocalia y, juntamente, la
orden de recitar tres mil jaculatorias al día para adquirir la costumbre de
recitar la fórmula con la boca, un hábito espontáneo, incluso si fuera
puramente externo el movimiento de los labios. Luego el starets le ordenó recitar seis mil oraciones al día. “Me
habitué-escribe- tan bien a la oración que, cuando me detenía tan sólo un
instante, sentía un vacío como si hubiese perdido algo”. Cuando el número fue
aumentando, a las doce mil oraciones, al principio le salía a duras penas,
sentía fatiga, endurecimiento de la lengua y rigidez de la mandíbula. Luego, se
habituó tan bien que, el hábito pasó del estado de vigilia al del sueño.
El Peregrino se sentía
feliz y comenzó a creer que había llegado ya a la oración continua. Pero
necesitaba dar un paso nuevo: de los labios a la lengua, es decir, un paso más
interior, aunque sea todavía en la boca. Fue un hecho el que le obligó a
cambiar la práctica aprendida antes. La persona con la cual vivía en el cuarto
lo llevó a cambiar: “¿Usted es un brujo, que murmura sin cesar?... Así escondí
el acto de mover los labios y podía decir la oración moviendo sólo la lengua.
Al final, me había ya habituado…”
El proceso no terminaba
allí. Las enseñanzas de la Filocalia
insistía mucho en introducir la oración en el corazón. He aquí cómo lo entendió
el Peregrino y, más tarde le enseñó a un ciego a dar este paso: “Imagina tu
corazón, vuelve los ojos como si mirases a través del pecho, hazlo tan
vivamente como puedas y, escucha, tieso con tus oídos, cómo late, un latido,
luego otro.
Cuando te hayas habituado,
trata de adaptar a todos los latidos del corazón, sin perderlo de vista, las
palabras de la oración. Es decir, con el primer latido dirás o pensarás: Señor, con el segundo: Jesús, con el tercero: Cristo, con el cuarto: ten piedad, con el quinto: de mí, y repítelo muchas veces”.
La “oración del corazón”
es luego descripta de una forma mucho más concreta. Ligada al latido del
corazón es, por así decir, inseparable de la vida misma. Al menos así lo
entendió el Peregrino y encontró su felicidad.
4. El símbolo del cuerpo
En el método del
Peregrino ruso hemos encontrado prácticamente dos elementos “físicos”: el
latido del corazón y la respiración. De Nicéforo vienen señalados otros: la
posición del cuerpo 8notemos que para el yoga son las “posiciones” corporales
las que cuentan), la fijación de la atención en ciertas partes del cuerpo (el
corazón, el ombligo), el control de la respiración, el ambiente apropiado.
Estos elementos “físicos” vienen puestos en relación directa con ciertos
efectos “psíquicos”: visiones luminosas (los hesicastas hablaban de la “luz del
Tabor), la rapidez del discernimiento, una santa ira contra los demonios.
Los partidarios del
“yoga cristiano” encuentran en estos textos varios puntos de apoyo y están
convencidos que el método de Nicéforo puede y debe ser desarrollado con la
ayuda de la experiencia o japonesa (el “zen”). Pero la cuestión histórica
permanece incierta: En definitiva, ¿hasta qué punto los hesicastas se movieron
hacia esta dirección?
Los monjes rusos de
Valamo, en Finlandia, han publicado dos antologías sobre la práctica de la
oración de Jesús[2].
El estilo bastante simple de estas composiciones, nos convencen de que lo que
se afirma, corresponde a la práctica del método hesicasta como era seguido en
los monasterios rusos.
Antes de describir los
elementos singulares de este método damos una premisa. Según la palabra del
obispo A. Bloom, “el aspecto corporal de la práctica ascética de la atención,
desarrollado de manera admirable por los maestros ortodoxos de la tradición
hesicasta, es muy poco conocido en el occidente”[3].
Estas palabras escritas en 1949, quizá no correspondan a nuestra realidad,
porque hoy en Occidente son muchos los que se interesan en la “técnica de
contemplación”. Pero, a nuestro parecer son fácilmente desorientados por
algunos errores.
Fue justamente notado[4]
que, la relación fundamental sobre la realidad es diversa en Oriente y en
Occidente. El Occidental, en cualquier evento que suceda, concentra su atención
en descubrir la relación causa-efecto: esto que sucede, ¿de qué causa proviene
y qué efectos produce? La atención del oriental es distinta. Se interesa por la
“causa ejemplar”: esto que observamos, ¿qué significa? ¿De qué realidad oculta
puede ser símbolo?
No nos sorprenden por
consiguiente las preguntas y las respuestas que leíamos en los escritos
recientes sobre el método físico. Los lectores vienen instruidos del siguiente
modo: ¿qué efecto psíquico produce la
respiración controlada?, ¿cómo la posición humilde del cuerpo ayuda a suscitar los sentimientos
humildes del alma?, etc. En consecuencia, el método físico (como el yoga)
aparece a los ojos del hombre occidental como una especie de cultura gimnástica
adaptada para los contemplativos.
No creemos que esté mal
considerar el método desde este punto de vista. Si para favorecer el estudio se
procura una higiene corporal apropiada, ¿por qué se deberá omitir semejante
cuidado cuando se quiere orar intensamente, y no estar condicionados por
particulares tensiones nerviosas?
Mas el problema
fundamental del Hesicasmo es distinto. Se parte de la oración y, ésta por su
naturaleza, vive del simbolismo, el cual, en su vértice, alcanza su valor
sacramental. Ciertos símbolos, como los sacramentales “producen lo que
significan”. En el rito del bautismo o de la Eucaristía también es una
“causalidad física”, mas el efecto no proviene directamente de la acción
material, sino del simbolismo vivido e interpretado en la Iglesia de Cristo.
¿No son los Sacramentos el vértice y el modelo de la oración cristiana?
Es del todo natural que
ciertos gestos litúrgicos se hayan trasladado espontáneamente a la oración
privada: el signo de la Cruz, inclinaciones, postraciones, etc. Pero la vida
está llena de otros gestos. ¿Deben ser considerados como profanos? Volver
“sagradas” las funciones principales de la vida es uno de los objetivos
principales del “método”.
Equipo de redacción: “En
el Desierto”
Notas:
[1] P. ADNÈS, Jésus (prière à), DS 8, coll. 1126-1150;
T. SPIDLÍK, Gesú nella pieta dei
cristiani oriental, in Gesú Cristo.
Mistero e presenza, a cura di E. ANCILLI, Roma 1971, pp. 397-401.
[2] Sbornik o molitve Jisussovoj, 1936, trad. Ingl.,
The Art of Prayer, London 1966; trad.
Italiana Arte de la preghiera, Torino 1980; Besedy o molitve Jisussovoj, 1938.
[3] A. BLOOM, Contemplation et
ascèse: contribution orthodoxe, in Technique
et contemplation, coll. “Études carmelitaines”, 1949, pp. 49-67.
[4] Y. CONGAR, Les chrétiens désunis. Principes d’un
“Oecuménisme”, catholique, coll. “Unam Sanctam”, 1,
París 1937, p. 252.